Política
El Comandante ha muerto, ¡Viva el General!
Raúl y el ruido de botas: La nueva doctrina castrense es más fácil de
pronunciar que de creer.
Alcibíades Hidalgo, Miami
martes 5 de diciembre de 2006 6:00:00
¿Estará, no estará, estará…? La margarita fue finalmente deshojada con
precisión militar a las 07:00 horas del sábado 2 de diciembre: Fidel
Castro no asistió a su cita en la Plaza de la Revolución.
El esperado desfile militar, trasmitido en vivo en algunas partes del
mundo, complació más bien los gustos de su hermano Raúl, instaurado ya
más que simbólicamente en el lugar del gran ausente. Hora temprana,
alocución breve, diseño de bloques a la usanza soviética, fusiles AKM
con visor "Vilma", AK-47 para francotirador del tipo "Alejandro" —como
muchos de los Castro—, y su aire preferido de Beethoven, justo cuando
los marciales cadetes de la Marina de Guerra Revolucionaria marcaban el
paso frente a la tribuna principal. La era de Fidel ha terminado.
Desde las cinco de la madrugada, 300.000 habaneros designados para
acompañar las muy modestas pero bien conservadas armas del ejército
cubano marcharon hacia la Plaza. Mucho más tarde, 2.500 invitados
extranjeros ocuparon sitio en las tribunas. Lo único común a ambos
grupos era la curiosidad o el anhelo por ver a Fidel Castro, aunque
fuera por última vez.
En su lugar, oyeron al general de Ejército Raúl Castro machacar
consignas y proclamar la "invulnerabilidad" militar del país, la nueva
doctrina castrense isleña, más fácil de pronunciar que de creer.
De su monólogo, el único párrafo que logra levantar alguna ceja reafirma
la disposición a resolver en la mesa de negociaciones "el diferendo
prolongado entre Estados Unidos y Cuba", siempre y cuando se respete la
independencia de la Isla. Una propuesta en busca de un diálogo
improbable que legitime la sucesión y cuya respuesta conoce de antemano
el nuevo gobernante de Cuba, a quien el Departamento de Estado
norteamericano se apresuró en describir como un "Fidel light".
Sólo es cuestión de tiempo
El ruido de botas en Santiago de Cuba y La Habana marcó el comienzo del
¿nuevo? gobierno y su decidida vocación de unidad ante las
circunstancias. Desde el oriente y en nombre de los uniformados, Raúl
Castro recibió una extraña profesión de lealtad de su antiguo
adversario, el comandante Ramiro Valdés —hoy sin mando de tropas—, quien
lo llamó "cancerbero de la revolución", sin saber qué decía, o quizás de
común acuerdo, para gruñirle un poco a la oposición y al imperialismo.
En La Habana, el bloque de los futuros integrantes de la CIM, la
poderosa Contra Inteligencia Militar, la misma institución que ocupó el
Ministerio del Interior formado por Ramiro Valdés, desfiló en lugar
prominente, aunque bajo la discreta denominación de "oficiales de perfil
jurídico" de las Fuerzas Armadas.
Ahora todo es cuestión de esperar. Por la definitiva muerte del
Comandante, por la toma de posesión de Hugo Chávez en Venezuela, porque
la marea demócrata llegue a la Casa Blanca o el olor de los pozos
petroleros del Estrecho de la Florida rompa el embrujo del embargo
norteamericano.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/el-comandante-ha-muerto-viva-el-general/(gnews)/1165294800
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