Friday, December 29, 2006

LA SALUD DEL DICTADOR Y LA PROPAGANDA CASTRISTA

LA SALUD DEL DICTADOR Y LA PROPAGANDA CASTRISTA

Editorial
Madrid
ABC
España
Infosearch:
José Cadenas
Analista
Jefe de Buró
E.U.
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Diciembre 29, 2006

CUANDO falla la salud del dictador, el régimen cubano actúa como
corresponde a su naturaleza totalitaria. La visita relámpago del doctor
García Sabrido, jefe de cirugía del hospital Gregorio Marañón, reúne
todas las características de una operación de imagen del castrismo con
la intención de lanzar a la comunidad internacional un mensaje nítido:
«El comandante sigue ahí y nadie debe precipitarse planteando la
sucesión». El médico español ha utilizado palabras muy medidas: «Hasta
donde yo sé, Fidel Castro no tiene cáncer», añadiendo que el paciente se
recupera con lentitud de la «gravísima cirugía» que se le practicó el
pasado mes de julio. Estas declaraciones, hechas con el beneplácito de
la embajada de Cuba, deben tomarse por tanto como un parte oficial sobre
el estado de salud del dictador. Suponiendo que la credibilidad de sus
propios servicios médicos sería muy reducida, el aparato de propaganda
ha montado un escenario a su gusto para dar al asunto una apariencia
internacional que otorgue veracidad a la información. Desde el punto de
vista profesional, el doctor García Sabrido ha actuado con razonable
prudencia al no desvelar más detalles médicos ni hacer otro tipo de
valoraciones. No obstante, tal vez han sobrado las alusiones a su
relación con la familia Castro, que abren un frente informativo que
podría llenarse a base de suposiciones e hipótesis interesadas.
El caso es que el mundo entero ya sabe por boca del cirujano madrileño
que Castro está en buena forma «intelectual» y que tiene previsto
retomar su actividad política. Los modales típicos del sistema soviético
han funcionado al viejo estilo gracias a ese anacronismo en pleno siglo
XXI que supone el sistema comunista cubano. Es llamativo que el
castrismo haya preferido sacrificar la fiabilidad de sus servicios
médicos, de la que siempre se ha mostrado orgulloso, a cambio de lanzar
a los cuatro vientos una supuesta «verdad» oficial. Aunque algunos
pretenden aprovechar el río revuelto, está claro que la Comunidad de
Madrid ha cumplido con las exigencias legales y humanitarias. El permiso
concedido al médico en su condición de funcionario público cumple con
todos los requisitos. Su desplazamiento a Cuba no ha tenido ningún coste
para la hacienda madrileña. El envío en su día de medicinas y material
sanitario responde a una práctica habitual que no sólo ha beneficiado a
Castro, sino también a otros pacientes cubanos y su cuantía se imputará
con toda transparencia a la sanidad pública regional. No es de extrañar
la sorpresa generalizada que las declaraciones del médico español han
causado en la isla. El absoluto hermetismo interno que practica el
régimen totalitario se convierte en un anuncio público a través de un
tercero y a miles de kilómetros de La Habana. Son prácticas de
propaganda según los manuales de la guerra fría, residuos de un tiempo
que -por suerte para todos- ha desaparecido para siempre.

http://www.lanuevacuba.com/nuevacuba/notic-06-12-2920.htm

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