SOCIEDAD
Los puertorriqueños son libres
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - Los puertorriqueños son
libres porque pueden crear espacios políticos, participar de la economía
nacional, de la libertad de cultos en la educación escolar. Salen y
entran libremente a su país, tienen acceso a Internet y a una prensa
independiente e internacional. También en varias ocasiones han
respondido, por medio de referéndum, qué tipo de gobierno desean… Es
libre por éstas y otras muchas razones.
Aún así en la prensa cubana se publicó una larga crónica sobre Puerto
Rico y sus luchas por su independencia política con Estados Unidos. No
se menciona para nada en ese trabajo, redactado por el periodista
oficialista Ciro Bianchi, que quienes hablan de autonomía puertorriqueña
pertenecen a las minorías, que en 1969 ganó las elecciones el Partido
Nuevo Progresista, partidario de la plena integración, que el plebiscito
de 1993 arrojó una contundente demostración de que los boricuas aprueban
la continuidad del estado libre asociado y que seis años después fue
ratificada esta decisión popular a través de otro referéndum.
Sí, es cierto que desde principios del siglo XX en Cuba se habla de la
independencia de Puerto Rico. Pero los tiempos han cambiado. Ahora se
necesita más de prosperidad económica para vivir decentemente que de
palabritas escritas en el papel.
Cuando Cuba dependía de un subsidio soviético, por ejemplo, vivíamos un
poco mejor en el socialismo. Los cubanos no nos sentíamos inferiores a
los extranjeros y los trabajadores no trabajaban como esclavos por
míseros salarios, como ocurre hoy, algo que los obliga a buscar otras
soluciones para la subsistencia familiar.
Tengo un recuerdo de ese país hermano boricua que quiero compartir con
ustedes. En 1961 unos tíos maternos míos marcharon a Puerto Rico en
busca de libertad. En su capital, San Juan, trabajaron y fueron felices.
Un día, a principio de los años ochenta, llegaron mis tíos a La Habana
con una maleta llena de dólares para repartir entre la familia.
Sorprendidos, le preguntamos de dónde habían sacado tanto dinero y mi
tía, con toda la tranquilidad del mundo, nos hizo la historia.
Una tarde fue a visitar a una amiga. El piso del vestíbulo del edificio
de su amiga estaba mojado por la lluvia. Mi tía resbaló y se fracturó un
tobillo. Hizo la reclamación pertinente y el dueño del edificio tuvo que
indemnizarla por el valor de diez mil dólares. Había cometido la
negligencia de no mandar al encargado de secar el piso del vestíbulo
cuando cesó de llover.
Era el dinero que mis tíos destinaron para que la familia pudiera
adquirir por primera vez en más de veinte años, un ventilador de mesa,
un televisor a color, una lavadora y otros equipos electrodomésticos que
el socialismo no le propiciaba a la población en venta libre.
Aquella no fue la última vez que mis tíos visitaron a su familia cubana.
Aún guardo unas tijeritas de uñas, regalo de mi tía, que jamás vendió el
socialismo cubano en sus miserables tiendas del pueblo.
Pensemos por un momento que Puerto Rico instalara un puente hasta la
Península de Maisí, en Cuba. ¿Se imaginan ustedes cuántos cubanos se
marcharían a diario hacia ese país que, según la prensa nacional
castrista, necesita su independencia, necesita libertad?
http://www.cubanet.org/CNews/y06/dec06/19a9.htm
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