Humor
La última vela y el próximo entierro
El Comandante parece decidido a dar la vida, si fuera necesario, con tal
de no cumplir los ochenta.
Enrisco , Nueva Jersey
martes 12 de diciembre de 2006 6:00:00
El Comandante ya no sabe qué va a inventar para no cumplir los ochenta
años. Primero postergó el cumpleaños del 13 agosto para el 2 de
diciembre, con un desfile de cañones y tanques. Bueno, si eso es lo que
le pide el cuerpo… Pero no. Dejó que los tanques pasaran y el cake se
llenara de moscas, y toda la gente que vino desde medio mundo a la
celebración organizada por la Fundación Guayasamín se quedó con las
ganas de ver cómo levantaba el índice y decía "el imperialismo" como ya
nadie sabe hacerlo.
Al paso que va el Comandante, parece decidido a dar la vida si fuera
necesario con tal de no cumplir los ochenta. La gente acá afuera se pone
a especular: que si ahora lo que viene es una transición, que si el
modelo chino, el vietnamita, o el modelo Naomi Campbell (basado en una
dieta baja en carbohidratos), aunque algunos prefieren los modelos de
Botero, el pintor, que esos sí se ve que comen bastante. En Cuba, no. En
Cuba la gente no se hace ilusiones. Los cubanos prefieren comprarlas
hechas, y si es en Miami, mejor.
Pero el Comandante sigue en lo suyo y para evitarse el trabajo de soplar
velitas, asistir a desfiles de tanques chapisteados y recién pintados
(cortesía de Gaviota, la corporación turística de las FAR), o tener que
verle la cara a Hebe de Bonafini (él prefiere las azafatas venezolanas),
manda mensajes de disculpa.
El objetivo principal de sus mensajes es despistar al enemigo: lo mismo
habla de lo malo que es el presidente americano, lo bueno que era un
pintor ecuatoriano, de un cuadro que se le perdió y no acaba de
encontrar, de un grano de maíz, de lo peligrosas que pueden ser las
radiaciones de los celulares y las computadoras, de que Cuba es el país
más ecológico del mundo y Venezuela pronto le seguirá los pasos. Hasta
tuvo tiempo para inventarse una frase que perdurará para siempre:
"Mientras el planeta exista y los seres humanos respiren, la obra de los
creadores existirá".
Con toda esa información en la mano, los expertos de la CIA seguramente
llegarán a determinar la ubicación exacta del Comandante: en Babia. Por
supuesto que se equivocan, porque está entrenándose en secreto con la
persistencia de un monje de Shaolín o de Rocky Balboa, para resurgir
como el ave fénix en un nuevo enfrentamiento con los micrófonos.
Entrenador: ¡Dame la F!
Comandante: ¡F!
Entrenador: ¡Dame la I!
Comandante: ¡I!
Entrenador: ¡Dame la D!
Comandante: ¡D!
Entrenador: ¡Dame la E!
Comandante: ¡E!
Entrenador: ¡Dame la L!
Comandante: ¡L!
Entrenador: ¿Qué dice?
Comandante: ¿Guayasamín?
Más allá de algunos tropiezos verbales, el Comandante demostró que al
menos en cuanto al tema ecológico ha estado siempre muy por delante del
resto de la humanidad. No sólo por haber puesto a los cubanos a salvo de
las radiaciones de computadoras y celulares. Si hace apenas unos días un
informe de la FAO concluyó que la ganadería es más contaminante que los
automóviles, el Comandante hace décadas redujo previsoramente los carros
y las vacas a niveles totalmente inofensivos. Si alguien tiene que
sacrificarse contaminándose con Mercedes Benz y bisteces, es él.
¿Y el Hermano en Jefe?
Otro que también andaba jugando a los escondidos es el Hermano en Jefe,
Raúl, que estuvo casi un mes sin aparecer. En su caso, no es que se
niegue a celebrar su cumpleaños —por cierto, nadie sabe cuándo es—, sino
que se siente como Pinocho. No porque le crezca la nariz cuando dice
mentiras, sino porque lleva tanto tiempo como muñeco de madera que no se
acostumbra a conducirse por voluntad propia. Estuvo perdido hasta que
por fin apareció en un encuentro con el cantautor Silvio Rodríguez, a
quien le regaló por su cumpleaños 60 una réplica a escala reducida del
yate Granma. El autor de Mariposas, Gaviota, Sueño con serpientes y
Unicornio, entre otras canciones de alto contenido ecológico, dijo que
lo pondría en su oficina: "es algo que no me pertenece a mí solo".
Sospecho que la razón principal de esa decisión decorativa es otra.
Silvio sabe que si pone en la sala de su casa el yate que ha embarcado a
más gente en la historia de la humanidad (once millones), corre el
peligro de que algún amigo le pregunte si, después de todo lo hecho y
dicho en las últimas décadas a favor del gobierno, no es hora de que le
regalen un yate de verdad. Y esa conversación podría quedar recogida por
los diligentes micrófonos de la seguridad del Estado. (Como todos saben,
en Cuba tener micrófonos de la Seguridad en casa es un símbolo de
estatus todavía más exclusivo que el aire acondicionado y el teléfono
celular).
En su oficina de los estudios de grabación también habrá micrófonos,
pero al menos sus amigos saben a qué atenerse al leer el cartel que dice
"Silencio. Estamos grabando". Silvio, de cuyas virtudes de juventud sólo
ha sobrevivido — incluso acentuada— la calvicie, no mencionó el deseo de
recibir como obsequio un yate de tamaño natural y así dar sentido a la
gorrita de marinero con que a veces cubre su característica más
persistente. Quizás como consuelo, el Hermano en Jefe le dijo que si
hubiera tenido más edad cuando el susodicho yate desembarcó, se habría
incorporado al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.
Cabe pensar que de esa experiencia hubiera salido un Silvio menos
complicado, más directo, que no se andaría preguntando qué hacer si
alguien roba comida y después da la vida, porque en el Ejército Rebelde
tenían una solución muy práctica para eso: quienes robaban comida eran
fusilados y así se evitaba caer en disyuntivas difíciles.
¿Qué decir de las grandes posibilidades que habría tenido en los
agrestes parajes de las montañas orientales un dúo entre Silvio
Rodríguez y Juan Almeida, el sin par autor de tonadas como Dame un
traguito ahora cantinerito y Si subo la loma voy detrás de ese mulo. De
esa colaboración pudieron salir canciones como Dame un traguito ahora,
Gaviota, que servirían para promocionar los empeños turísticos de las
Fuerzas Armadas, o estribillos entre lo poético y lo popular: "Si subo
la loma, voy detrás de ese unicornio".
Días después de celebrar el cumpleaños del cantante, el ministro de las
Fuerzas Armadas festejó el desfile de cumpleaños de su hermano, y poco
después el de Elián González, en funciones de abuelo provisional del
niño balsero. La gente se pregunta de dónde habrá sacado los huevos para
tanto cake. Después de estar medio siglo a la sombra de su hermano, Raúl
dirá que si gobernar el país consiste exclusivamente en soplar velitas,
por qué no lo dejaron antes.
Por todos lados aseguran que la continuidad de la Revolución está
asegurada, siempre que al hermano del Comandante le quede aliento para
soplar una velita de cumpleaños. Para que no le queden dudas a Raúl,
Ramiro Valdés lo llamó literalmente "el cancerbero de la Revolución". No
sé si tuvo en cuenta que cancerbero significa "perro de tres cabezas
encargado de cuidar la entrada del Infierno". Es probable que Raúl no
supiera si ofenderse por lo de perro o agradecer las tres cabezas de más
que le atribuyó el antiguo ministro del Interior.
Y sí, a pesar del ofrecimiento de Raúl de negociar con Estados Unidos,
todo continúa igual, incluso las golpizas a los disidentes, porque ya se
sabe que los negocios en moneda nacional siempre son más duros.
De momento, lo único que debe preocupar a la revolución (que es un
viejito flaco y con barbas) es la muerte de Pinochet, porque el
Comandante habrá visto los titulares de la muerte de un dictador anciano
y pensará que hablan de él. Habrá que calmarlo y decirle que él no es un
dictador senil y sanguinario. No. Le dirán que él es un pintor
ecuatoriano que pinta gente con manos muy largas, y que mientras haya
vida en el planeta su obra perdurará. Créanme que a estas alturas no
será muy difícil convencerlo.
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/la-ultima-vela-y-el-proximo-entierro/(gnews)/1165899600
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