Septiembre 6, 2006
Carta de Nefasto a un pantalón
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Septiembre (www.cubanet.org) - Mi muy zurcido y
totalmente descolorido pantalón escolar: Su prolongada estancia en el
seno de una familia humilde y sin contactos en el poder-poder que brinda
el "sociolismo", le hacen acreedor de una medalla al mérito por
servicios distinguidos a la educación de varias generaciones de cubanos.
Cuando llegó a mi hogar desde una casilla de la libreta de productos
industriales, jamás pensamos en la ductilidad de su tejido, en la
raigambre sutil de sus colores, y mucho menos en que se iba a convertir
en el escudo y la espada del aprendizaje de varios de mis hijos.
Que en estos quince años al servicio de mi familia usted haya cambiado
más de talla que un boxeador de la categoría mosca de peso, lo hacen
merecedor de nuestro más profundo reconocimiento.
Pero, ¿quién se iba a imaginar que después de vestir al gordito Jonás
Babe One durante cinco cursos escolares, tendría que estrecharse,
recoger sus bajos, reducir bolsillos y bragueta para ajustarse a la
esquelética y diminuta figura de su hermano Rufino Babe Two, víctima
inocente del nada por aquí, nada por allá, y nada por ninguna parte o
período especial tanto en la guerra como en la paz".
Además, ¿cómo olvidar que usted, sin rechistar, fue lavado con leche del
árbol del almácigo por falta de jabón, despercudido a tablazos sobre una
laja del río Quibú ante la ausencia total de detergente, y estirado con
plancha de carbón bajo colchones o a mano limpia cuando el fluido
eléctrico estaba de penitencia?
Conocedores de que los métodos para su conservación no eran nada
ortodoxos, en miles de ocasiones decidimos darle la jubilación, pero nos
fue imposible.
Remendado y brilloso pantalón: Cada vez que llega un nuevo curso escolar
con sus "conduce" para obtener un uniforme, las certeras respuestas de
no hay talla, no le toca -porque hace sólo cuatro cursos adquirió uno-,
o el envío de China no ha llegado, nos vemos obligados a descolgarlo,
curarle las zurcidas, teñirle el desvaído color de remolacha muerta, y
adaptarlo al vástago de turno para la buena causa de la educación.
Sin olvidar que un perro le desgarró uno de sus bolsillos donde asomaba
un hueso de juguete; aún atribulado por el hueco que abrió en su pata
izquierda el cigarrillo de un neo fumador terrorista, y cansado de
decirle al niño que lo usa que no corra, no brinque, no se arrastre, no
se siente, pues quién quita que usted se esfume de su cuerpo, vengo a
pedirle una nueva oportunidad al héroe de mil batallas, al Cid Campeador
de la república de las letras para que salve de la ignorancia a otro
inocente.
Benemérito pantalón de tres generaciones: Las mil puntadas en su piel de
tela y los cíclicos estirones o encogidas a lo largo y ancho de su antes
arremolachada geografía de poliéster, no deben ser obstáculos para que
usted acceda a una nueva incursión en un curso escolar.
Nunca debe olvidar que si bien lo utilizamos en demasía, siempre
estuvimos prestos a cambiar los botones con ternura, a estirarle las
arrugadas por tan zurcidas patas, y hasta lavarlo -ahora sí se puede
desde que el dólar dejó de ser el fruto prohibido de la Isla- con
detergente OMO.
Jamás pasar por alto que lo consideramos parte integral de nuestra
familia, pues gracias a su aguante y dedicación, Jonás Babe One y Rufino
Babe Two se diplomaron de ingeniero eléctrico y licenciado en alimentos,
respectivamente, y hoy el One administra feliz y por cuenta propia una
fábrica de velas a la entrada de la iglesia de la Caridad del Cobre,
mientras que el Two oficia como estibador de las viandas y frutas que se
comercializan en el mercado de Cuatro Caminos.
Ante logros profesionales tan rotundos en el seno de mi familia, no
quisiera que el último de mis descendientes, Goliat Babe Three se quede
sin tu título, razón por la que le solicito otro estirón en su maltrecha
perchería, y otros cuatro años de aguante en la escuela primaria, hasta
ver si se estabiliza el suministro de los uniformes, se acorta la
frecuencia del derecho a obtenerlos, y se nos da el milagro que
descubran en Cuba la existencia de tallas.
Seguro de su disposición a emprender otra aventura escolar, y con el
compromiso ético de que no me deje al pequeño Goliat Babe Three con el
trasero al aire en medio de un matutino o frente al pizarrón en el aula,
queda de usted, más descolorido que el sueño de obtener un uniforme
nuevo y en talla, Nefasto "El uniformador".
LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com
http://www.cubanet.org/sindical/news/y06/09060601.html
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