Los Periodistas de Miami no son Mercenarios
jueves, 21 de septiembre de 2006
Lorenzo Gonzalo*
No me gusta ser controversial, pero el mundo de hoy lo exige. De igual
manera que nos exige asumir una posición ideológica.
No me gusta ser controversial, pero el mundo de hoy lo exige. De igual
manera que nos exige asumir una posición ideológica.
Pienso que los diez periodistas de Miami que cobraban del gobierno
norteamericano, al tiempo que estaban emplantillados en empresas
privadas de prensa, no son mercenarios.
No considero mal que nadie trabaje para una prensa estatal, que labore
para el gobierno o para una institución de cualquier otro tipo, que para
el caso todas son iguales. Malo es escribir cosas diferentes de las que
uno piensa, por dinero u otras dádivas.
No son mercenarios, porque no trabajaban por dinero para decir lo que no
piensan. Ni sirven a un país que no aman o detestan o les resulta
indiferente. Yo personalmente amo a los EU y si el Estado me paga para
escribir o hacer aquello que se adviene a mis estructuras de
pensamiento, lo hago con gusto. Y lo haría por cualquier país
latinoaméricano, europeo, africano o por cualquier conglomerado del
globo terráqueo. Pero el caso particular de lo ocurrido en Miami con
estos diez periodistas nada tiene que ver con eso. El escándalo está
vinculado al hecho de que la ética periodística del país considera un
conflicto de intereses trabajar en el sector "privado" y recibir a su
vez un pago del gobierno. Esas son las regulaciones del país donde,
contradictoriamente, su masa gobernante trata de crear un enorme tabú
alrededor de la palabra gobierno. Porque la prensa en sí, los grandes
consorcios que poseen los medios, sus cabezas visibles y algunas otras
no tan visibles, en los EU y en los países hiperdesarrollados, son
expresiones de sus Estados. En cambio ellos sí pueden tener diferentes
tipos de vinculaciones sutiles o desacarnadas, pero no así sus
periodistas. En los países subdesarrollados este fenómeno es diferente y
del tema hablaré en otra ocasión.
Puesto en perspectiva la conceptualización de lo ocurrido en Miami
recientemente, diré que las empresas periodísticas han hecho su trabajo.
Unas con menos miedo y otras con mucho. Lo cual es habitual en la prensa
miamense, pero todas actuaron. Ahora bien, lo que permanece en silencio,
aun dentro de los más serios análisis, es la actitud de los funcionarios
del gobierno que dieron lugar al escándalo.
Hay una Ley que rige la conducta del gobierno llamada Smith-Mundt, la
cual fue aprobada por el presidente Harry S. Truman el 27 de enero de
1948. Fue diseñada para evitar la distribución de información oficial
norteamericana que estuviese dirigida a una audiencia extrajera. Si es
cierto que quien calla otorga, el silencio gubernamental ante esta
trifulca lo incrimina. Estos periodistas que en ocasiones han sido
atacados hasta la injusticia, son la cortina de humo para esconder
faltas que pudieran ser mucho más graves que un simple conflicto de
intereses. Todos ellos, al margen de su profesión, mejor o peor llevada,
son militantes antis. Están en contra del gobierno de Cuba y harían
cualquier cosa por su derrocamiento. Además, algunos, no sé si todos,
están de acuerdo con la ideología proclamada por la Administración
norteamericana. Pero eso no los hace ni buenos ni malos, simplemente los
define existencial y políticamente. En cambio, el gobierno
estadounidense no puede propagandizar información dirigida al exterior y
al pagarles a estos periodistas, sabiendo que trabajaban emplantillados
en medios nacionales, diciendo cosas coincidentes con su política
injerencista, han circunvalado el espíritu de la Ley Smith-Mundt. Si no
se ha violado en términos legales, sí lo ha sido en términos políticos.
Los leguleyos y tantos amantes de "la Ley" que por aquí andan sueltos
tienen la palabra...pero caramba que hablen...y los periodistas que
investiguen.
*Subdirector de Radio Miami
http://www.poresto.net/v06/index.php?option=com_content&task=view&id=1470&Itemid=55
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