POLITICA
Nuevas realidades mundiales y los no alineados
Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba - Septiembre (www.cubanet.org) - Nelson Mandela, un
héroe sabio y humilde, ha legado grandes enseñanzas a los seres humanos,
muy especialmente a quienes viven en los países del llamado Tercer
Mundo. A pesar de ser muy admirado, posiblemente sus ideas no se
conozcan tanto como merecen para beneficio de todos. Una de sus mayores
virtudes ha sido evolucionar con los cambios ocurridos en el interior de
los países y en las relaciones internacionales, a pesar de haber estado
aislado en prisión durante decenios.
La bondad y la inteligencia de este hombre se evidenciaron cuando,
frente a toda reacción lógica de ser humano ultrajado, humillado y
torturado, antepuso los intereses de los pueblos de África del Sur,
negros y blancos, y sin odios entabló negociaciones con sus verdugos. A
pesar de incomprensiones de los suyos, a quienes había llevado a la
acción armada, demostró que una nueva forma de lucha era necesaria; con
actitud firme pero negociadora logró desmontar el régimen del apartheid
y alcanzar el primer gobierno de mayoría negra.
Gran ejemplo ofreció cuando tras cuatro años de ejercer como primer
presidente de su impresionante país, anunció que no se presentaría a la
segura reelección. Referente venerado y aún muy necesitado, se ha
dedicado a causas muy importantes a escala africana y de los países
subdesarrollados en general.
En vísperas de la XIV Conferencia del Movimiento No Alineado que se
efectuará en La Habana del 11 al 16 de septiembre, Mandela nos llama a
la reflexión al leer su discurso de clausura en la XII Cumbre efectuada
en Durban, Sudáfrica, también en septiembre, pero de 1998.
El Presidente comenzaba recordando que las decisiones de la reunión los
llevarían adelante hacia el nuevo siglo y milenio. Destacaba que se
habían comprometido con una perspectiva y un proyecto común de
reconstrucción y desarrollo de los países del Sur; firmemente decididos
a actuar juntos en la lucha por elevar los niveles de vida y mejorar la
calidad de vida de todos los pueblos sobre bases sostenibles, a trabajar
incansablemente por la erradicación de la pobreza y subdesarrollo;
alcanzar la emancipación de la mujer, el respeto por los derechos de los
niños, la integración social de los discapacitados, la creación de
empleos y la expansión del acceso a la educación y los servicios de salud.
Para lograr estos objetivos señalaba que "estamos determinados a
continuar generando los recursos humanos y materiales dentro de nuestros
propios países… Por tanto seguiremos nuestra lucha por erradicar la
corrupción que, entre otras cosas, desvía los recursos de los pobres".
Mandela colocó en primer lugar el compromiso de los dignatarios para
sacar de la situación de pobreza y atraso en que están sumidos cientos
de millones de personas en los países no alineados por medio de los
esfuerzos de los propios países, y destacó la corrupción como un
problema fundamental -recuérdese que, por ejemplo, un país tan rico en
petróleo como Nigeria mantiene a la riquísima élite gubernamental frente
a la tremenda pobreza de la mayoría del pueblo.
No menos importante es la referencia "al compromiso de alcanzar los
objetivos de paz y estabilidad en sus países y regiones, democracia y
buen gobierno, convencidos de que el propósito del gobierno es servir
los intereses del pueblo, de todos aquellos que desean la paz y una vida
de dignidad". Indudablemente el respeto de los derechos humanos resulta
esencial y debe partirse de la virtud propia para poder exigir a los demás.
A continuación Mandela planteaba que "estamos decididos a encontrar vías
prácticas para incrementar la cooperación mutuamente ventajosa entre los
países del Sur, en todas las esferas de la actividad humana e informados
por el espíritu de solidaridad, los intereses compartidos y el destino
común". De manera que los miembros del Movimiento deben priorizar la
acción efectiva entre sí, multifasética y desinteresada, orientada al
logro de resultados.
Luego señalaba que "al mismo tiempo, procuramos una cooperación más
estrecha con los países del Norte, basados en el respeto a la soberanía
de todos los países, la igualdad entre las naciones y la cooperación
mutuamente ventajosa". Indudablemente, para lograr estos propósitos debe
contarse con prestigio, buen gobierno, resultados en la erradicación de
la corrupción y logros ejemplares en la cooperación Sur-Sur, que avalen
las justas demandas de las naciones que enfrentan los grandes retos de
la globalización, con una actitud firme, pero dispuesta a las
negociaciones más que a la confrontación a ultranza.
El presidente destacaba como prioridades: "La agenda común que
procuramos alcanzar con esos países también incluye la construcción de
un orden económico mundial justo que debe atender, entre otras cosas, el
incremento de la ayuda al desarrollo, la eliminación de la carga de la
deuda externa de los países en desarrollo, mejor acceso de nuestros
productos en los mercados de las economías desarrolladas y mejoramiento
de los flujos de capital a largo plazo en nuestros países".
No pasó por alto otros asuntos relevantes como la reestructuración de
las Naciones Unidas y la reorientación de otras organizaciones
multilaterales "para asegurar que atienda las aspiraciones de los
pueblos del Sur"; los objetivos de la paz, la solución pacífica de los
conflictos, la derrota del terrorismo y el desarme nuclear.
Indudablemente, en este mundo globalizado existen muchos retos, pero
también oportunidades. Son inmensos los problemas que afrontan los
países del Sur, incluyendo conflictos internos y entre ellos mismos, así
como grandes confrontaciones como la actual crisis del Medio Oriente. La
sabiduría y los consejos de Mandela deberían ser tomados en cuenta por
la comunidad internacional en su conjunto, y muy particular por los
participantes en la próxima cumbre del MNOAL, a fin de actuar
constructivamente para el entendimiento, el progreso y el bienestar de
todos.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/sep06/06a6.htm
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