Posted on Mon, Dec. 11, 2006
Después de Fidel Castro, ¿qué?
LUIS ZUÑIGA
Al hacerse evidente que Fidel Castro no regresará al poder, las
especulaciones sobre el futuro de Cuba toman fuerza y forma. La primera
tentación del análisis es la de buscar similitudes con los procesos de
transición que vivieron España o Chile, Polonia o Rumania. Sin embargo,
de la misma forma que ninguno de esos procesos fue idéntico a otro, el
de Cuba no será tampoco una copia o repetición de los que conocemos.
Lo que ocurrirá en la isla, planeado o fortuito, estará en dependencia
de la capacidad del nuevo gobierno para mantener la estabilidad. Fidel
Castro la logró con un caudillismo mezcla de terror y culto obligado a
su personalidad y reduciendo al resto de la cúpula gobernante al
burocrático papel de subordinados. El régimen castrista ha sido, sin
dudas, un gobierno unipersonal y con la desaparición del caudillo se
crea un vacío que, Raúl Castro o Raúl con toda la cúpula, no pueden llenar.
Quiera o no el régimen cubano, con el fin de Fidel Castro termina una
era y, sin dudas, el pueblo cubano va a tener serias expectativas de
cambio. Para unos, el cambio debe ser completo: un cambio de sistema
político; para otros, tal vez sería suficiente con reformas económicas;
pero la generalidad anhelará o exigirá que por lo menos se resuelvan
problemas como la vivienda, el transporte y los suministros de agua y
medicinas.
¿Tiene el gobierno la posibilidad de resolver esos problemas básicos?
No. La situación económica del país tiene solamente un rumbo: hacia
atrás. La desaparición de Fidel Castro crea un estado de inestabilidad
que genera y reforzará una seria incertidumbre para los bancos e
inversionistas extranjeros.
Cualquier intento de Raúl Castro por mantener el status quo tendría que
enfrentar, a corto plazo, las quejas, las protestas y finalmente la
desestabilización que no hemos visto bajo Fidel Castro.
Si por el contrario, Raúl Castro optara por buscar una forma de gobierno
apoyada en las instituciones y no en el caudillismo, como dejó entrever
el pasado mes de agosto cuando identificó al Partido Comunista como el
encargado de dirigir la sucesión, muy probablemente Raúl encontrará que
otro de los problemas que deja el reinado de su hermano es que en Cuba
no hay instituciones, sino meras organizaciones.
La Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) que nominalmente es el
poder legislativo, en sus 30 años de existencia jamás ha iniciado una
sola ley. Todas las que ha aprobado han venido redactadas desde el
Consejo de Estado. Categóricamente, en la ANPP no existe capacidad
legislativa alguna.
El gobierno, teóricamente representado por el Consejo de Ministros, ni
siquiera se reúne desde hace mucho tiempo. Y si agregamos que el Grupo
de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe lo ha sustituido en sus
principales funciones de ejecución y supervisión, podemos asegurar que
''el gobierno'' es simplemente una fachada.
Los sindicatos, que podrían ser la mayor institución del país, han sido
relegados al triste y penoso papel de peones del régimen. Su misión de
defensores de los intereses de la clase trabajadora ha sido trastocada
por la de agentes represivos al servicio del Estado-patrono. Los
sindicatos sólo pueden ser mencionados como una organización sin
influencia ni participación en el futuro inmediato de Cuba.
Las fuerzas armadas (FAR), la entidad de mayor poder en la isla, han
sufrido una drástica reducción de más del 70% de su presupuesto desde
que terminó la subvención soviética en 1991. Progresivamente han ido
perdiendo su solidez hasta quedar como un simbólico ''cascarón'' con
poca validez para el calificativo de institución. En las FAR hay escasas
esperanzas de promoción para los cuadros intermedios porque hay muchos,
demasiados, coroneles y generales. Las carreras militares han quedado
sin futuro porque terminaron las campañas africanas y las ramas
militares han ido perdiendo equipos. La marina de guerra prácticamente
no existe: no tiene submarinos, barcos de guerra, ni lanchas coheteras.
La fuerza aérea tiene menos de una docena de aviones operativos por la
combinación de caducidad tecnológica y canibalismo de las piezas de
repuesto. Ya ni siquiera se realizan vuelos de entrenamiento. Lo mismo
ocurre con las unidades de blindados. La única aspiración de los jefes
militares (y la más codiciada) es la de pasar al área corporativa y
participar de la piñata cubana.
Queda el partido. Sin dudas es impresionante el control que ejerce el
Partido Comunista en todas las actividades: en el sistema educacional,
en los centros de trabajo, en las actividades políticas obligadas, en la
vigilancia por cuadras y en la colaboración con la policía y la
seguridad del Estado. Sin embargo, el partido es incapaz de generar
nuevas ideas o de separarse de sus dogmas. Sus miembros, en todos los
niveles, viven temerosos de ''quemarse'', o sea, expresar una opinión
que pueda ser considerada como diversionismo ideológico o concesión al
enemigo. El partido es, básicamente, un pequeño grupo conocido como la
nomenclatura, y el resto, una cadena de trasmisión para hacer cumplir
las órdenes de la nomenclatura. El partido es incapaz de ser la
institución que encare con objetividad los dificilísimos problemas que
tiene Cuba, y mucho menos, que tenga el coraje de reconocer que el
modelo político totalitario y la economía centralizada son un fracaso.
Sin talento caudillista y sin instituciones va a ser muy difícil para
Raúl Castro poder mantener la estabilidad y gobernar. Después de 48
años, los cubanos están hastiados de promesas y de supuestos o relativos
''logros de la revolución'' porque su realidad es que viven
miserablemente y en una lucha constante por la supervivencia. Los
cubanos de hoy, como los checos, los alemanes del este y los polacos de
ayer, lo que quieren es ganar dinero, poner negocios, tener un automóvil
y poderse alimentar y vestir. Aspiraciones normales y posibles para el
que tiene un oficio o una profesión en la inmensa mayoría de los países
comparables con Cuba.
Definitivamente, la desaparición de Fidel Castro será un golpe demoledor
para el régimen castrista y mantener la estabilidad será un desafío
abrumador.
Ex preso político cubano
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/16210579.htm
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