Política
Desencabuyemos este trompo
¿Será que la mayoría de los cubanos todavía no se han enterado de lo que
dijo Raúl, porque no dispone de tiempo ni de ganas para escuchar los
discursos?
José Hugo Fernández, Ciudad de La Habana
martes 12 de diciembre de 2006 6:00:00
En algunas farmacias habaneras están vendiendo termómetros, especie en
vías de extinción en la Isla. Entregan un termómetro por cada libreta de
racionamiento, previa presentación, además, del carné de identidad. No
tuvieron que anunciarlo en un discurso, ni ha sido comentado en la
prensa, pero es una noticia que se ha expandido como pólvora y que
moviliza a la gente.
En cambio, nada se comenta en los barrios (porque al parecer no ocasionó
el más mínimo revuelo) sobre las tan llevadas y traídas palabras que
Raúl Castro dirigiera en su discurso del 2 de diciembre al gobierno de
Estados Unidos.
Esta imperturbabilidad o falta de calor popular (tal vez por su carácter
ordinario) se les ha escapado a los cubanólogos de gabinete, quienes de
todas formas estarían a tiempo para ayudarnos a despejar algunas incógnitas.
¿Será que nuestros compatriotas tomaron lo dicho por Raúl como un
ejercicio de retórica, uno más, desprovisto de sustancia, como cualquier
otro? ¿Será porque el heredero se limitó a repetir algo que ya había
dicho antes (sin trascendencia noticiosa) por lo menos en un par de
ocasiones? ¿O simplemente será que la mayoría no se ha enterado aún de
lo que dijo Raúl, porque no dispone de tiempo ni de ganas para escuchar
o leer los discursos?
Del mismo modo, la mayor parte de nuestra gente de a pie está
demostrando no sentir frío ni calor ante la respuesta del gobierno
estadounidense. Por favor, señores cubanólogos, ayúdennos también a
desencabuyar este trompo: ¿será que está de más que se les diga (por
obvio) que el régimen, antes de ponerse a negociar arreglos con ningún
gobierno extranjero, tiene la obligación de negociar con su propio
pueblo salidas hacia la democracia y la prosperidad?
¿Será que no les resulta demasiado confiable la respuesta de Washington,
en tanto conocen que no es precisamente democracia lo que más buscan en
otros países los gobiernos de allí? ¿Será que les huele a queso el hecho
de que por vez primera en su historia ese gobierno esté dispuesto a
asumir lo que ya fue muy bien calificado como "una postura genuinamente
antiplattista"? ¿O será simplemente que la gente de aquí no desea, ni
necesita, ni ha pedido, ni contempla, ni espera la ayuda de Washington
para rematar un cadáver?
Washington y los herederos del trono
También podrían ayudarnos los cubanólogos a encontrar un trillo dentro
del manigual en que ahora nos mete la importancia (sobredimensionada)
que le dan por ahí a esta declaración del 2 de diciembre: ¿no habíamos
quedado en que el "bloqueo" es una farsa, que nos afecta mucho menos que
nuestra propia ineficacia productiva, y que nunca ha constituido un
problema real para el régimen? Entonces, ¿por qué nos mostramos de
pronto tan entusiasmados ante la eventual posibilidad de un arreglo
entre Washington y los herederos del trono?
¿No será que estamos precipitándonos a concederle categoría de gran
reformador a un nuevo rey puesto que sencillamente no encuentra la
manera de sostener el peso descomunal que el rey muerto acaba de echarle
encima?
Tal vez lo que sucede es que luego de tanta noche negra, los de acá no
estamos debidamente informados y/o capacitados para entender la alta
política. ¿O será que nos hemos vuelto incongruentes? ¿Será que con la
mejor intención a ciertos informadores y analistas se les está yendo la
mano a la hora de evaluar este asunto de acuerdo con su correspondiente
nivel de prioridad?
Todo parece plausible y todo puede ocurrir cuando se trata de este mundo
virtual en que vivimos. Recientemente, por ejemplo, el corresponsal de
una agencia extranjera "informó" que la gente en La Habana estaba
celebrando la reelección de Hugo Chávez. Otros han especulado en torno a
la graciosa posibilidad de que en el futuro inmediato aquel llanero
bruto sea el número uno entre (sobre) nosotros.
Sin embargo, lo que ven los ojos y lo que escuchan los oídos en las
calles, en las cuarterías, al pie del cañón, es decir, puertas adentro,
es que aquí Chávez resulta una figura antipopular, antipática, porque,
entre otras razones, según los viejos, se parece demasiado a Batista, y
no sólo en el físico.
En fin, a lo que íbamos. Los cubanos de abajo son personas agradecidas.
Y ni siquiera hay que preguntarles para saber que aceptarán de buena
gana toda ayuda que venga del exterior, luego de que nos hayamos
sacudido por nuestra cuenta y riesgo de la dictadura totalitaria, no
sólo de los hombres, sino también de sus estructuras políticas y
económicas y de sus tácticas opresoras.
Entonces habrá llegado el momento idóneo para que Washington demuestre
esa nueva actitud antiplattista que tan esperanzadora podría resultar,
lo mismo para nosotros que para todos los latinoamericanos y para el
resto del mundo; incluso para los propios estadounidenses.
Mientras, Raúl Castro puede decir y planear lo que más gusto le dé. Y
los de allá podrán responder según el caso. Después de todo, ¿no estará
ocurriendo que hoy por hoy las declaraciones de ambos son goteras para
los oídos impermeables del pueblo cubano?
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/desencabuyemos-este-trompo/(gnews)/1165899600
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