POLITICA
¿Cómo lidiar con el totalitarismo?
Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba - diciembre (www.cubanet.org ) - Para Jeff Flake y Bill
Delahunt, el embargo a Cuba debe ser revisado. Su estrategia consiste en
dotarlo de eficacia eliminando algunas de sus estipulaciones, por
ejemplo, la eliminación de las restricciones de viaje que pesan sobre
los ciudadanos norteamericanos, y desde 2004 para los residentes cubanos
en los Estados Unidos.
Los infractores de la disposición pueden ser multados con 250 mil
dólares, y con penas de cárcel. Hasta ahora nadie ha ido a prisión por
no acatar la medida, ni ningún viajero furtivo ha sido penalizado con
gravámenes de 6 dígitos.
Ambos congresistas, republicano y demócrata respectivamente, tienen la
ilusión de lograr algunos de sus propósitos luego de la victoria
demócrata en las dos cámaras en las recientes elecciones legislativas
norteamericanas.
No han faltado propuestas en el transcurso de los últimos años
encaminadas a propiciar una incidencia real y progresiva que posibilite
una transformación del sistema comunista. Sin embargo, el éxito ha sido
para los adversarios de la flexibilización.
Charles Rangel y Christopher Dodd, demócratas, se suman a la lista de
legisladores que, cubriendo un amplio espectro de ideas, han querido
matizar la beligerancia que existe entre los dos países vecinos.
Al margen de la confrontación exacerbada con el arribo a la Casa Blanca
de uno de los sectores más conservadores del Partido Republicano,
actualmente las compras de alimentos del régimen cubano a empresas
norteamericanas ascienden a cientos de millones de dólares anuales. En
un lapso de 5 años se calculan en más de 2000 millones pagados al
contado por cargamentos de pollo congelado, huevos, granos, entre otros
suministros.
Liquidar las cuentas antes de recibir los productos es una condición del
acuerdo comercial, que niega la aseveración de las autoridades de la
isla, las cuales tildan de bloqueo a la política de Estados Unidos hacia
Cuba, puesta en práctica en los albores de la década del 60 del siglo XX.
La ausencia de financiamiento por parte de los bancos estadounidenses es
compensada por los bajos costos de transportación de mercancías, debido
a la cercanía entre Cuba y USA.
Muy poco ha cambiado en nuestro país. La dictadura se lleva los lauros
por su permanencia en el poder. Dentro de pocas semanas estará
cumpliendo 48 años al frente de los destinos de la isla. Sólo se pueden
contabilizar concesiones eventuales marcadas por el pragmatismo. Nada en
cuanto a tareas de reformulación de los esquemas de poder autoritario,
ni procedimientos dirigidos a abrir espacios, tan siquiera mínimos, de
expresión cívica o libertad económica.
En la primera mitad de los años 90 del siglo precedente hubo
oportunidades para poner en práctica la iniciativa privada a pequeña
escala, pero tal permisividad correspondió a una crisis interna. En el
presente, el centralismo a ultranza vuelve a dominar la escena. Nada de
negocios privados y ninguna señal de que se vaya a permitir el ejercicio
de los derechos fundamentales.
La problemática en torno al embargo es sumamente compleja. Levantarlo
sin conseguir que el régimen cubano, no ya cambie, sino que rebaje la
retórica ultra nacionalista y mejore su historial en el ámbito de los
derechos humanos, sería contraproducente.
Es cierto que la efectividad de esta política merece un signo de
interrogación, pero anularla del todo, no sólo equivaldría a una
victoria diplomática de significativo peso, sino que la legitimación de
los sucesores al trono contaría con un espaldarazo para continuar con
las tropelías.
Lo más factible sería mostrar una voluntad de negociación utilizando los
mecanismos existentes. Persistir en propuestas que dejen fuera las
suspicacias y dicten un curso de racionalidad y estatura política,
debería ser un estilo a seguir por los gobiernos de los países en pugna.
Se ha dicho que las autoridades cubanas fomentan, a priori, la
animadversión hacia su vecino como una filosofía que le viabiliza su
diseño político. Avivar el odio, crear y sostener una atmósfera de
peligros y presuntas invasiones, boicotear cualquier paso que conduzca a
un entendimiento.
Inveterados ateos se inspiran en la Biblia para reeditar un conflicto,
en el pequeño David vence con una onda al gigante filisteo. Por eso la
obstinación en una victoria donde no vale el diálogo ni el sentido común.
El fin de la nomenclatura tropical es lograr a toda costa el
levantamiento del embargo y ser legitimados en grande por la
superpotencia. Pero con las cárceles repletas de prisioneros políticos,
y sin darle al pueblo la posibilidad de desarrollar sus potencialidades
a través de libertades económicas. Demasiadas regalías a cambio de nada.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/dec06/13a8.htm
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