Septiembre 20, 2006
Nefasto y la poesía como arma de combate (I parte)
Víctor Manuel Domínguez, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Las irrebatibles
conclusiones sobre la función y utilidad de la poesía como arma de
combate expresadas por el bardo -que no es burdo- Hemistiquio de la Paz
Guerra, se han convertido en una fuente inagotable de paellas, viajes,
reconocimientos, autos, jabas de aseo y máquinas de escribir, entre
otros elementos imprescindibles para un poeta comprometido con la
revolución, más allá de la pelambre estilística de un encuentro poético
en nuestro país.
Según el eminente versólogo, sin importar la sustancia lírica o épica en
la que moldeen sus armas metafóricas "los hacedores de versos", y sin
tomar en cuenta para nada el tiroteo temático en que prefieran
desarrollar sus batallas, o las combinaciones métricas elegidas, el
género se encuentra bien delimitado entre poemas y poemas.
Esta definición, nacida de un profundo análisis del efecto que puede
ocasionar un disparo de versos con pólvora de símiles en el lector o en
el oyente, se puede apreciar lo mismo en el espíritu burlón de un
epigrama, en la cadencia consonántica de un soneto, que allá en el
desbocado encabalgamiento de un poema libre antes de caer herido por la
censura en una editorial.
Con el propósito de sólo incursionar en los poemas de mayor influencia
en la línea doméstica de varias generaciones de cubanos, pongo a
consideración algunos de los versos que han marcado las paredes de los
baños públicos, al muro de un tejar y los cristales de las guaguas, por
sólo citar espacios donde se puede leer a simple vista las causas y los
efectos que causan los poema como armas de combate.
Cuántos no han sido severamente lesionados o muertos de asombro ante la
fertilidad y maestría poética de nuestros bardos al legar a las letras
universales un epigrama con tanta dinamita ideológica como el que dice:
Pienso: ¡Qué raro que el Aedes aegypti no le hayan puesto Miami City!
Ante el bombardeo estético de un epigrama como este, no hay dudas de que
se derrumban todos los parapetos y las trincheras cínicas de quienes aún
piensan que la insalubridad, el despelote y la maldita circunstancia del
agua y la basura derramándose por todas partes, son las causas de la
presencia en nuestro país del célebre (por sanguinario) y zumbador
mosquito, y no su incubación en los pantanos de los Everglades, desde
donde nos los envían encerrados en cartuchos o a sombrerazos.
Otro de los poemas que causó decenas de muertos por la risa, miles de
damnificados ante la subida de la presión arterial, y cuantiosas bajas
por los efectos colaterales que provoca la ingestión prolongada del
medicamento poético, fue uno que cargando sus versos con uranio y
plutonio metafórico anunciaba, con ínfulas de oráculo, lo siguiente:
El comunismo será, entre otras cosas, una aspirina del tamaño del sol.
¡Cuánta gastritis crónica nos legó este poema! ¡Qué úlceras tan dulces
nos produce su materialización, el encontrar a diario la verdad de estos
versos fabricados para combatir el dolor de cabeza quebrándola como a un
corojo bajo una pedrada social!
¡Y así dicen algunos que la poesía sólo se hace sensible ante los
ataques y flechazos de Cupido, frente al paredón de fusilamiento de la
soledad, o en las esquinas de granadas de dolor!
Pero jamás podremos pasar por alto una joyita poético-revolucionaria
como la que sigue, donde el sujeto lírico, amparado en el derecho a
expresarse que le garantiza la constitución socialista, escribe en una
hoja oculta bajo un vaso espiritual frente al Santo Patrón de una
ciudadela a medio derrumbar.
Dónde está la carne de vaca
que hace 47 años no se posa en la mesa de mi casa?
¿Habrá emigrado pal Norte? ¿Está presa?
¿O qué carajos le pasa?
Pero donde la realidad supera el alcance letal por emotivos que resultan
los versos, es en la poesía comprometida con la revolución, en el canto
insurrecto ante los que dudan del compromiso y la entrega de nuestros
bardos con las causas más justas, los atentos y acuciosos censores, y la
necesidad de mantener el pasaporte en regla con los pies en Guanabacoa.
LUX INFO-PRESS
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