Traspasados por el traspaso
Los cubanos no quieren otra cosa que no sea lo que más les ha faltado:
tranquilidad y progreso.
José Hugo Fernández, Ciudad de La Habana
viernes 11 de agosto de 2006 11:04:00
Ni tragedia ni comedia, lo nuestro es más bien una guaracha bufa, otra,
donde los actores somos espectadores y los espectadores se esfuerzan por
llevar la acción, intentando descifrar (inútilmente, claro) los códigos
de una trama que puede parecer secreta o intrincada, pero lo es sólo
para quienes no se adentran en ella como manda Dios, o sea, desde la
lógica del guionista.
En la lobreguez de nuestro encierro, arrinconados y con la lengua
afuera, no nos queda sino sonreír ante el burujón de análisis,
enjuiciamientos, pronósticos, planes, soflamas, plegarias que ruedan
incesante, ansiosamente, desde el 31 de julio, a propósito del traspaso
de poderes en Cuba.
¿Traspaso? ¿Dónde está? Hasta donde alcanza la vista, no vemos sino una
isla traspasada por la incógnita del traspaso.
Tampoco nos constan las graves razones enunciadas en un edicto que, vaya
usted a saber por qué, resultó suficiente, sin más pruebas, para que se
desbandara la imaginación de los espectadores. Si al menos hubieran
tenido la paciencia mínima indispensable. Si esperasen aunque fuera unos
cuantos días más, digamos hasta el próximo mes de septiembre, cuando se
celebre la Cumbre de los Países No Alineados.
Como muy bien han dicho algunos (porque aunque no todos, ni la mayoría,
algunos sí intentaron descodificar el guión con los pies en la tierra),
la realización de este evento en La Habana debe traer consigo una señal,
la primera, la única medianamente confiable en cuanto a la mano que en
verdad está empuñando la batuta aquí. Mientras, de nada valen los
augurios, ni aun los comentarios oficiales. Vista hace fe. Y a partir de
lo que sea visto o no durante la Cumbre de los No Alineados, ya se podrá
empezar a sacar cuentas.
Ello no impide que en el ínterin prestemos atención a otras señales,
mucho menos intrincadas, pero tal vez no menos importantes, y sin duda
más reveladoras de nuestra realidad presente, que es paso ineludible
hacia el futuro.
Tres indicios
De momento, hay tres indicios, claros como el agua clara, que la
efervescencia de estos días presenta ante los ojos de quienes estén
dispuestos a mirarlos de frente.
El primero es que, muy al contrario de lo que suele decirse, los cubanos
de adentro (la mayor parte de los cubanos) han transparentado saber lo
que quieren, por más que estén obligados a expresarlo por inferencia,
mediante lo que no quieren:
No quieren guerra. No quieren precipitaciones frustrantes. No quieren el
desorden y el caos como alternativas tal vez más ágiles pero mucho más
costosas para alcanzar lo que quieren. Conocen la opresión, el engaño y
la miseria, los han sufrido durante demasiado tiempo. De modo que no
quieren "cambios" que al final no reporten sino más de lo mismo. No
quieren zánganos de la política. No quieren peloteras revanchistas. No
quieren ingerencia extranjera. No quieren nuevas frasecitas de tres por
un centavo, ni arengas, ni apelaciones vacuas. En fin, no quieren otra
cosa que no sea lo que más nos ha faltado a lo largo de toda la vida de
casi todos los cubanos: tranquilidad y progreso.
Algunos, desde lejos, pueden juzgar críticamente a los de aquí por no
querer lo que no quieren. Pueden considerarlos peleles o miedosos. Sus
motivos tendrán. También tienen razones para odiar, aunque no para
proyectar gobiernos desde el odio y la sed de venganza. Pero en
cualquier caso, el hecho concreto es que muy poco les queda por hacer
mientras lo que ellos quieran objete total o parcialmente lo que quieren
los de aquí, que son mayoría.
Por otra parte, en la esquina opuesta de quienes, desde lejos y a buen
resguardo, ensayan la ingenua pretensión de manejar el pataleo, los
disidentes de la Isla están demostrando conocer cada micra del terreno
que pisan y saber, serenos y atinados, lo que se traen entre manos. Es
precisamente el segundo indicio que nos deja en claro el revuelo
"noticioso" de estos días.
Si tanto los enemigos como los amigos de la tiranía necesitaban una
prueba, una más, de la madurez, la rectitud, la transparencia de
intenciones y la plena independencia política de los opositores de
adentro, aquí la tienen, servida en bandeja.
Algo igualmente alentador sucede con respecto a los opositores cubanos
que viven en el exterior. Y justo en tal dirección se localiza el
tercero de los indicios que estamos recibiendo en estos días.
Aunque últimamente resulta común percibir matices muy marcados en los
enfoques de las diferentes organizaciones y opositores activos del
exilio. Aun cuando, por fortuna, han ido quedando atrás los tiempos en
que, gracias a la propaganda del régimen y al propio proceder de muchos
implicados, parecían ser sinónimos los términos "exiliado cubano",
"contrarrevolucionario", "apátrida"… es indiscutible que esta nueva
coyuntura del traspaso ha servido para poner en limpio de una vez, en
forma definitoria, la posición de cada cual.
Y no sólo eso. En los días que corren quedó evidenciado también que el
número de aquellos que desde el exilio aspiran sinceramente a un estatus
de democracia y prosperidad para todos los cubanos, supera hoy con
creces el de quienes aspiran, sobre todo, a vivir del cuento, buscando
beneficios para sí mismos.
Sopesadas las cosas mediante estos indicios, que están a simple tiro de
ojo, no debiéramos perder el tiempo con planeos de aura tiñosa, ni
reclamando boberías tales como que el traspasado se presente en
televisión para que ofrezca pruebas del traspaso. El totalitarismo ya
tiene lo suyo en Cuba, lo que le trae el tiempo, el implacable. "Hay un
momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol", advierte el
Eclesiastés. Y a nosotros sólo nos queda seguir preparándonos y
uniéndonos. Lo demás, todo lo demás, será lo de menos.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/traspasados_por_el_traspaso
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