Thursday, August 24, 2006

La vivienda en Cuba

SOCIEDAD
La vivienda en Cuba

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba - Agosto (www.cubanet.org) - Uno de los problemas más
graves que afronta Cuba actualmente es el habitacional. Su incidencia
social resulta significativa, y no pocas de las penalidades y
sufrimientos presentes son en gran medida consecuencia de la falta de
techo para la familia o de que en muchas viviendas residan hacinadas
varias generaciones en espacios ruinosos, sin perspectivas reales de
mejoría.

La construcción de 48,752 viviendas en el primer semestre del año y la
ejecución de 230,900 acciones de conservación y rehabilitación de las
existentes fueron anunciadas por el gobierno el pasado 16 de agosto. Se
reconoce que el 67,7% de las edificadas corresponden a lugares donde
había familias residentes, o sea, fueron terminaciones que no
corresponden a una ampliación sustancial del espacio habitable. No puede
olvidarse que decenas de miles de viviendas han sido destruidas por
huracanes y ciclones en los últimos años, con lo que innumerables
familias se han visto obligadas a buscar refugio en albergues colectivos
por mucho tiempo.

De de las 230,900 acciones de conservación y rehabilitación, un por
ciento muy elevado (más del 45,0%) estuvieron dirigidas a arreglar y
reponer techos devastados por los ciclones. En conclusión, el déficit de
viviendas en Cuba, estimado oficialmente, que supera las 500 mil
unidades -más de un millón según otras fuentes-, demanda un aporte
significativo de nuevas capacidades para atenuarlo. Lo mismo puede
decirse de las viviendas que requieren urgente reparación, no sólo por
los daños sufridos debido a fenómenos meteorológicos en los últimos años
(más de 600 mil), sino también por la prolongada falta de mantenimiento
y de mínima atención debido a la carencia de recursos por parte de la
población durante decenios. Según estimados del oficial Instituto
Nacional de la Vivienda, el 43% del fondo habitacional se encuentra en
malas y regulares condiciones y el 8% está integrado por las cuarterías,
ciudadelas, viviendas precarias aisladas y las ubicadas en focos o
barrios marginales, porcentajes casi seguro superiores en la realidad.

La profunda crisis de la vivienda es producto de un sistema que, también
en esta esfera, ha frenado la iniciativa del cubano. Si se quisiera
realmente resolver esta angustiosa problemática, tendrían que
abandonarse los mecanismos burocratizados de gestión, el control
centralizado de los materiales de construcción por parte del gobierno y
la selección que se hace para la venta de estos recursos, basada en el
clientelismo político, a través de la supuesta búsqueda de "una
destacada conducta social y revolucionaria…"

La población requiere con urgencia la libre venta de los recursos y la
eliminación de todas las trabas que hoy dificultan hasta la reparación
más elemental de una vivienda. Debe dejarse a los constructores
organizarse libremente para desarrollar sus iniciativas y
especializarse. Eso permitirá la reparación con calidad de las
edificaciones existentes y la construcción de nuevas, confortables y
duraderas, no como las que estamos viendo erigirse, caracterizadas
generalmente por ser endebles y de poca durabilidad, en un país donde
periódicamente se sufren serios embates de fenómenos atmosféricos.

En modo alguno esto significa que el Estado deba retirarse de la
construcción de viviendas. Objetivamente, en ninguna parte del mundo la
sociedad puede obviar este importante tema y dejarlo sólo en manos del
mercado. Es menester su dedicación a construir viviendas populares para
los sectores de menores recursos, así como contribuir en gran medida a
las inversiones inducidas por los proyectos urbanísticos, tales como
alcantarillados, redes de conducción de agua, electricidad, gas,
escuelas, hospitales y otros elementos indispensables para la población.
También puede ayudar en la solución de los problemas habitacionales
mediante correctas políticas crediticias y fiscales, entre otras. Pero
si algo ha enseñado la experiencia cubana es que la absoluta
monopolización por parte del Estado de las actividades económicas y
sociales conduce a un inevitable desastre en cualquier programa de
desarrollo, o en el mejor de los casos a costosos y deficientes resultados.

Contribuiría a la solución del problema de la vivienda el otorgamiento
de la propiedad a todos los actuales usufructuarios onerosos, o sea,
aquellas personas que actualmente habitan las casas sin pagarlas, pero
sin ser dueñas. Es necesario que las personas se sientan propietarias
reales de sus viviendas, con las responsabilidades inherentes. Se
acabarían las largas gestiones para poder repararlas o ampliarlas,
subarrendarlas, canjearlas a conveniencia, e incluso venderlas. Eso
daría gran flexibilidad para la solución del problema habitacional, y
sería un acicate, a fin de que muchos cubanos emprendedores puedan
dedicar sus esfuerzos al progreso de este decisivo aspecto de la vida
nacional.

Como han señalado algunos estudiosos en el exterior, basados en
experiencias de otros pueblos, la propiedad de la vivienda podría servir
más adelante como garantía de préstamos para el desarrollo de
actividades empresariales pequeñas o medianas, y así contribuir, como un
sólido pivote, al desarrollo del país.

La complejidad del problema habitacional cubano es muy grande. Resulta
claro que en el sistema totalitario imperante está la raíz del mal. Con
su permanencia jamás habrá una verdadera solución, por el contrario, el
daño crecerá con sus perversas cargas de penurias para la población.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/ago06/24a6.htm

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