Posted on Thu, Aug. 10, 2006
La sucesión cubana y el mundo
BUENOS AIRES -- Observando los últimos acontecimientos de Cuba desde
esta parte del mundo, uno tiene la impresión de que la comunidad
internacional --incluyendo a los Estados Unidos-- no tendrá mucho apuro
en buscar una transición rápida hacia la democracia en la isla.
Aunque muchos países digan que desean una pronta apertura económica y
política tras la decisión de Castro de ceder el poder temporalmente a su
hermano Raúl, la mayoría de los países actuará más influenciada por el
temor a un cambio caótico que por el deseo de ver transformaciones
democráticas en la isla.
Fíjense cómo podrían estar reaccionando las diferentes regiones del
continente:
• MERCOSUR, el bloque regional integrado por Argentina, Brasil, Uruguay,
Paraguay y Venezuela, está cada día más volcado a la izquierda por la
creciente influencia del presidente venezolano Hugo Chávez, el más
entusiasta aliado de la dictadura cubana en la región.
Debido al peso de la diplomacia petrolera de Venezuela, y por la simple
razón de que la mayoría de los presidentes del bloque no quieren
enfrentarse a los sectores de la izquierda de vieja guardia de sus
respectivos países, el MERCOSUR no presionará por cambios democráticos
en Cuba.
En la prensa argentina, Castro es llamado cariñosamente por su nombre,
Fidel, una deferencia hecha a muy pocos líderes del resto del mundo. En
segunda referencia, generalmente se lo menciona como ''el líder
cubano'', (un título generoso que también es usado por muchos medios
estadounidenses, a pesar de que no existe diccionario alguno cuya
definición de la palabra ''dictador'' no describa puntualmente a Castro).
Según una reciente encuesta de Barómetro Iberoamericano en 17 países de
la región, Castro es visto ''con simpatía'' por el 67 por ciento de los
ecuatorianos, 46 por ciento de los argentinos y el 45 por ciento de los
brasileños. Aunque la simpatía por el gobernante cubano es de apenas el
33 por ciento en Venezuela, el 30 por ciento en Chile y el 26 por ciento
en México, muchos de quienes apoyan a Castro pertenecen a grupos
militantes a quienes los gobiernos no quieren tener como enemigos.
''Nadie está apurado por ver grandes cambios en Cuba'', me señaló Emilio
Cárdenas, un ex embajador argentino ante las Naciones Unidas. ``En un
primer momento, esto podría significar apoyar la dirección de Raúl Castro''.
• México, Centroamérica y los países caribeños que dependen en gran
medida del turismo estadounidense saben que una apertura en Cuba
resultaría eventualmente en una avalancha de turistas norteamericanos a
la isla. Aunque ninguno lo admitirá públicamente, muchos vecinos de Cuba
quisieran que ese momento llegue lo más tarde posible.
Actualmente, Cuba recibe unos 2 millones de turistas extranjeros por
año, mientras que la República Dominicana recibe 3.5 millones de
visitantes, Bahamas 1.5 millones, Jamaica 1.4 millones y Cancún, México,
2.3 millones.
Según John Kavulich, analista del Consejo Económico y Comercial de
Estados Unidos y Cuba, con sede en Nueva York, dentro de los cuatro años
siguientes al levantamiento de las sanciones de Estados Unidos a los
viajes a la isla, Cuba recibirá un millón de turistas adicionales, y esa
cifra aumentará en los años siguientes si Cuba expande su capacidad
hotelera de allí en más.
Asimismo, es probable que México baje la intensidad de su apoyo a la
democracia en Cuba como consecuencia de su crisis política tras las
disputadas elecciones del 2 de julio. Si el candidato de centro derecha
Felipe Calderón, que ganó el conteo oficial, es confirmado como
presidente electo y toma posesión el 1ro de diciembre, ya anunció que
formará una coalición con el Partido Revolucionario Institucional (PRI),
que tradicionalmente ha apoyado la dictadura cubana.
• Es probable que el gobierno del presidente Bush, aunque oficialmente
apoya una ''transición rápida y pacífica a la democracia'' en la isla,
no quiera abrirse otro frente internacional en momentos en que enfrenta
una grave crisis en el Medio Oriente, crecientes problemas en Irak y una
amenaza potencial de Corea de Norte.
Además, según me dijeron varios ex funcionarios estadounidenses, una de
las mayores prioridades de Estados Unidos es evitar una nueva ola de
refugiados cubanos a Estados Unidos, como el éxodo del Mariel en la
década de los ochenta. Y esta prioridad es aun mayor cuando estamos a
pocos meses de las elecciones legislativas de noviembre, y el Partido
Republicano podría sufrir una gran derrota en el caso de una nueva
crisis migratoria cubana.
Mi conclusión: si Castro desaparece de la escena política cubana, o si
vuelve como un líder ceremonial con capacidades disminuidas, no veremos
una fuerte presión internacional por cambios democráticos en la isla.
Eso podría no ser malo, siempre y cuando el mundo no le dé la espalda a
los opositores pacíficos internos el día que salgan a la calle para
reclamar sus derechos civiles más elementales.
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/columnists/andres_oppenheimer/15236666.htm
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