Tuesday, August 08, 2006

Hay que concertar alianzas inimaginables

La Opinión de…
«Hay que concertar alianzas inimaginables»

Marifeli Pérez-Stable, Antonio Elorza y Lino Fernández. Analistas opinan
sobre la situación actual en Cuba.

Marifeli Pérez-Stable,Antonio Elorza,Lino B. Fernández

martes 8 de agosto de 2006 10:51:00

Marifeli Pérez-Stable
Vicepresidenta de Diálogo Interamericano en Washington y profesora en la
Universidad Internacional de la Florida.

La era de Fidel se está apagando. Sin él, a los cubanos —en la Isla y en
la diáspora— se nos presenta la oportunidad de dotar a nuestra política
de un amplio y fuerte centro donde normalmente se dialoga y se llega a
acuerdos. La polarización es perversamente fácil de mantener: no exige
que nos veamos abocados a tomar decisiones difíciles. Para convivir en
paz, hay que abandonar las barricadas.

Sólo la democracia podrá abarcar y encauzar la diversidad y el
pluralismo entre nosotros. Sin embargo, si el traspaso se tornara
permanente, Raúl y los sucesores podrían emprender reformas económicas
que disminuyan las tensiones materiales de la vida cotidiana. Sólo así
lograrían un respiro para estabilizarse —por cuánto tiempo, nadie sabe—,
pero, además, le devolverían al país una cierta normalidad. Aunque no
sería un Estado de derecho pleno, le reconocería a los cubanos derechos
económicos nada despreciables. Sería también un primer paso para
recuperar no el apoyo, sino la voluntad popular de escuchar al gobierno
luego de larguísimos días y noches de zumbidos ideológicos.

Estados Unidos y Cuba llevan enfrentados hace casi medio siglo. Una Cuba
sin Fidel le ofrecería posibilidades a ambos para ir rompiendo el
círculo vicioso. Hace poco, la administración de Bush presentó su
segundo informe sobre la transición en Cuba. Si bien mejorado de tono,
aún manifiesta una necesidad compulsiva de pronunciarse sobre los más
mínimos detalles. Me eriza pensar que la Administración responsable de
Irak pretenda asesorar a una Cuba democrática. Para Washington, la
sucesión es inadmisible y no ofrece otra cosa que más de lo mismo.

Los sucesores también intentarían mantenerse en sus trece. Ellos, sin
embargo, se verían forzados a actuar rápidamente en el frente económico
y así ensayarían el escenario que Fidel truncó a principios de los
noventa y que apostaba por una distensión con Estados Unidos. Una Cuba
que abrazara reformas económicas como las de China y Vietnam sería
apoyada por la Unión Europea, Canadá y América Latina. ¿Se empecinaría
Washington en negar la sucesión si es un hecho establecido?
Posiblemente, pero, a regañadientes, tantearía otro camino y entonces La
Habana tendría que responder.

Los cubanos siempre nos hemos referido a Cuba en términos desmedidos que
no guardan proporción con lo que es nuestro país. Nos queda asumir a
Cuba en minúscula. La lograríamos si nos serenáramos. Debemos
prepararnos, porque lo imprevisto puede pasar y entonces tendremos que
concertar alianzas inimaginables hoy. Hay que dialogar y pactar lo
posible sin perder nunca el horizonte de una Cuba democrática. Ojalá que
los cubanos sepamos movilizar la sabiduría y la generosidad necesarias
para, al fin, reconciliarnos amparados por la libertad.

Antonio Elorza
Catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad
Complutense de Madrid.

Dado el secretismo impuesto desde arriba, resulta muy difícil valorar la
situación, en lo que concierne al fin de la dictadura cesarista ejercida
por Fidel. Hasta ahora, el curso de los acontecimientos sigue una línea
muy lógica, que recuerda el episodio de la grave enfermedad de Franco en
1974: delegación transitoria de poderes en el sucesor designado, con los
acompañamientos que cabía esperar, incremento de la vigilancia policial,
profesión de fe continuista (niño Elián incluido), expectativas en la
oposición, mensaje cauteloso de Washington a favor de una transición.

¿Oportunidades o limitaciones? Salvo en la hipótesis menos probable, de
un golpe de Estado encubierto, que sin embargo no cabe excluir del todo
por la ausencia de visibilidad, tanto de Fidel como de su hermano, la
variable más importante será el tiempo.

Una desaparición rápida del "comandante" haría posible esbozar algún
cambio, supuesto que exista ese deseo en Raúl y acompañantes tipo Lage.
En cambio, una incapacitación prolongada de Fidel para el ejercicio
directo del poder, como resultaría de la resección del colon y un largo
post-operatorio, sin posibilidad de soltar sus rollos en público, pero
con información permanente de cuanto ocurre, y con posibilidades de
adoptar decisiones, convertiría la delegación en un ensayo controlado
para garantizar la continuidad del régimen.

El influyente Chávez preferiría jugar esa carta: lo que menos desea el
mecenas venezolano es una transición democrática en Cuba.

Lino Fernández
Secretario de Internacionales de la Coordinadora Socialdemócrata de Cuba
y representante internacional del Arco Progresista.

En la edición de El Nuevo Herald del pasado 4 de agosto aparece en
primera plana el titular de un artículo que dice Washington está ciego y
Raúl invisible. Aunque el artículo tiene otro contenido, esta expresión
describe a cabalidad la situación actual de Cuba.

Lo mejor que pudiera pasarle a la sucesión-transición sería que
Washington siguiera ciego y sacara sus manos de Cuba, y que Raúl y su
nuevo equipo de gobierno siguieran invisibles. Mientras más se
generalice el poder y menos unipersonal sea, más influirán las nuevas
generaciones. Se sabe que en Cuba hay multitud de proyectos para
cambios, sobre todo económicos, engavetados, que esperan en línea.

No se debe menospreciar el alto valor del nacionalismo en la dinámica de
los futuros cambios políticos en Cuba. Ante la amenaza de fuera, aumenta
la cohesión interna. El gran vacío de poder que Fidel Castro ha dejado
explica el silencio del equipo sucesor. Los actuales sucesores se pueden
estar preguntando: ¿de dónde viene mi poder? En esta primera etapa del
cambiante poder en Cuba, las sacudidas están en la lucha por este.

Se duda de los militares y se les encuartela; se teme al pueblo, se
impiden reuniones masivas como los carnavales, y se ponen soldados en
las calles.

El propio Raúl Castro ha dicho que nadie puede ser el heredero legítimo
del líder, sólo el partido. Con lo cual generaliza el poder a un
partido, el comunista, que, dicho sea de paso, no ha logrado celebrar su
congreso, pospuesto por nueve años consecutivos desde 1997.

En una segunda etapa, el equipo que resulte ganador tratará de
legitimarse ante el pueblo. Dudo mucho que pueda revertirse esa
dinámica. Si en realidad nadie gobierna genuinamente en Cuba hoy —lo que
parece muy obvio—, el motor del cambio para el equipo sucesor será, en
primer lugar, el afán de ganarse el apoyo del pueblo haciendo las
reformas tan necesarias tras casi 50 años de mal gobierno. El cambio
vendrá y el pueblo lo legitimará si lo considera bueno; si no le gusta
lo que venga, seguirá la inestabilidad.

El Arco Progresista señala, con razón, que nada es fuente de
estabilidad, solamente las transformaciones. Siempre me ha parecido que
la inflexibilidad y rigidez del líder que tuvimos, que no preparó la
transición, ponía en peligro la estabilidad y supervivencia de la nación
cubana.

URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/cuba_hacia_donde_y_como/hay_que_concertar_alianzas_inimaginables

No comments: