Monday, August 07, 2006

Deseos e inquietudes junto al Malecon

LA SALUD DEL LIDER CUBANO : UNA MIRADA DESDE LA ISLA

Deseos e inquietudes junto al Malecón

Cómo viven los cubanos sin Fidel en el poder, en medio de una ola de
especulaciones.

Alfredo Muñoz-Unsain, LA HABANA EXCLUSIVO PARA CLARIN

Hubo dos cambios inusuales para esta época del año en esta capital de
más de dos millones de habitantes: se suspendió el Carnaval, programado
como siempre para tener lugar en el Malecón —la avenida costanera donde
solía beberse cerveza servida a granel en grandes vasos de cartulina
parafinada— y hubo una mayor abundancia de policías en la calles.

Una tercera novedad ha sido la ausencia de la imagen viva del Comandante
en Jefe Fidel Castro. Sin embargo no es exactamente así: sintéticas
grabaciones y filmaciones de su voz y su figura, en discursos
pronunciados antes, la sustituyeron con pocas interrupciones en los
cuatro canales estatales de TV y en todas las radios, oficiales.

Tranquila como agua de pozo aguardó la capital cubana que llegara este
domingo. Nada presagia que vaya a agitarse con oleajes y chapuzones en
el porvenir inmediato. Algunas mentes viperinas, como la de un amigo
cuya identidad me reservo, creen que el temor a tumultos opositores
motivó la presencia policial callejera. Algo poco creíble en un país
donde existe descontento pero en el que los opositores son prudentes y
no están organizados.

Una pizpireta amiga se asombró en charla personal de las reuniones de
trabajadores de fábricas, talleres y centros laborales —en número que
parece interminable— que proclaman su adhesión a Fidel Castro y sus
deseos de que pronto se restablezca su salud. Con cierto cinismo opinó
que cualquier oportunidad para no trabajar se aprovecha. Esas reuniones
se divulgan por TV y radio, lo cual también ayuda a paliar la ausencia
de la imagen en vivo del Comandante en Jefe.

Un recorrido en auto hasta cerca de la lindera provincia Pinar del Río
me convenció de que la presencia policial es ubicua y de que los
viandantes no parecen especialmente abrumados. En muchas charlas percibí
no obstante en mis interlocutores cierto temor ante la incógnita: ¿qué
pasaría si Fidel Castro se muriese?

La Proclama del 31 de julio ocasionó una epidemia de titulares similares
en los diarios fuera de Cuba. Fidel Castro la firmó como depositario de
funciones que acababa de delegar provisionalmente: Primer Secretario del
Partido Comunista, Presidente del Consejo de Estado, Presidente del
Consejo de Ministros.

Como expresó una declaración personal posterior, su salud es un secreto
de Estado. También se ignora cuándo se sometió a una riesgosa cirugía
debido a una hemorragia intestinal. Los médicos que sin duda controlan
su convalescencia le han permitido escribir y hasta telefonear para
dictar declaraciones, como lo ha hecho con Ricardo Alarcón, Presidente
de la Asamblea Nacional cubana.

También está ausente de los medios el Segundo Hombre y ahora
provisionalmente Primero al Mando, Raúl Castro, pero eso no asombra a
nadie en Cuba. Hermano menor del Número Uno, es de costumbre reacio a la
publicidad. Lleva a cuestas en silencio un sanbenito inmerecido: el de
ser un duro. Sólo en raras ocasiones suele romper su silencio. Ministro
de las Fuerzas Armadas, único general con 4 estrellas en las
charreteras, gestor de la reforma económica en las empresas manejadas
por el cuerpo de uniformados verde-olivo, tiempo atrás había opinado
estruendosamente: los frijoles (porotos, ingestión de proteínas básica
para el cubano medio, acompañada con arroz) son más importantes que los
cañones.

Para ciertos cubanólogos del exterior, la delegación provisional de
algunas funciones del Comandante en Jefe ha sido una especie de ensayo
anticipado de una transición que la edad hará inevitable (Castro
cumplirá 80 años el próximo domingo). Imposible prohibir a quien sea la
libertad de pensar como le parezca mejor, pero tal interpretación me
parece errónea.

Sin tomar en cuenta que la sucesión del jefe revolucionario por su
hermano Raúl está prevista desde 1959, año inicial del nuevo gobierno,
la redacción de la Proclama sugiere que el andamiaje mental del Líder
Máximo se mantiene coherente. Claro está que un octogenario carece de la
estamina de que dispone quien inicia su adultez, y que lo borroso de su
lenguaje es perceptible cuando habla pero no cuando escribe (lo que
siempre ha hecho escasamente).

Finalmente, "la razón del artillero": creo no conocer a nadie viviendo
en Cuba que se aventure a predecir un porvenir venturoso a quien, si lo
hubiese, osase disputarle el mando. La lista de quienes lo hicie ron y
se difuminaron en el olvido es larga.

http://www.clarin.com/diario/2006/08/06/elmundo/i-02901.htm

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