POLITICA
Cuba y China: diferencias y similitudes
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba – Agosto (www.cubanet.org) - Con la sorprendente
proclama del Presidente Fidel Castro, en que anunció su delicado estado
de salud y el traspaso provisional de sus cargos a Raúl Castro, su
previsto sustituto, se han tejido una serie de posibles escenarios para
el futuro de Cuba.
Uno de los análisis que con mayor fuerza se hace es la posibilidad de
que, de no recuperarse totalmente el Presidente, su sustituto en el
mando de la sociedad cubana pueda promover, a mediano plazo, reformas
económicas que, al igual que en China y Viet Nam, sirvan de soporte
político a su gestión mediante el mejoramiento del bajo nivel de vida
actual de la población.
Cuba y China son países bastante asimétricos entre sí. El coloso
asiático tiene una considerable extensión territorial y en varias de sus
ciudades podría caber toda la población cubana. Su cultura y milenaria
historia difieren totalmente de una nación como la antillana, con poco
más de 100 años de vida independiente. Los siglos de gobiernos
despóticos y filosofías que durante mucho tiempo llevaron a China a
largos períodos de estancamiento, la hace muy distante de la mentalidad
occidental de los cubanos, mucho más proclive al cambio.
Sin embargo, en los últimos decenios ha habido similitudes entre los
lejanos países, por haber sido regidos por regímenes totalitarios
durante años y dominados en la cúspide por personalidades que
concentraron en sus manos un poder absolutamente absoluto.
En China, luego de la desaparición de Mao Zedong, con muchas
dificultades se abrió un proceso de apertura económica que ha traído
indudables beneficios para la población, con impresionantes crecimientos
económicos, aunque perviven muchos de los rasgos totalitarios y sigue
flotando la personalidad del ¨Gran Timonel¨ como un fantasma que, aunque
a veces sutilmente criticado, sigue siendo respetado como líder
histórico de la revolución.
En Cuba pudiera suceder algo parecido. Con la falta en el poder de Fidel
Castro, el hombre que llenó totalmente la historia de la Isla en los
últimos 47 años, podría abrirse un camino, si no igual, parecido al
chino. Raúl Castro, carente del carisma y de la estatura política de su
hermano, pero indudablemente poseedor de un espíritu pragmático y un
sentido de organización probado en su obra cumbre de las Fuerzas
Armadas, pudiera optar por convertirse en una especie de Deng Xiaoping,
y propiciar reformas económicas con el fin de crearse una base política.
Debe subrayarse que el legado que recibe en materia económica y social
es terrible, con una impresionante descapitalización de los activos
tangibles y diferencias sociales, entre otros males, que contradicen los
objetivos originales de la revolución.
Todo esto ocurre en un marco político bastante deteriorado, en el cual
el poderoso respaldo popular existente durante mucho tiempo se ha venido
desgastando debido a la decepción de la población por los continuados
fracasos y las promesas incumplidas.
Estos criterios pudieran verse corroborados inicialmente por las
declaraciones que viene realizando Raúl Castro desde hace algún tiempo
en cuanto a que el único sustituto real de Fidel Castro es el Partido
Comunista, lo cual pudiera indicar un cambio radical en la manera de
dirigir el país a formas más colectivas.
Tampoco puede olvidarse actitudes asumidas por el Ministro de las
Fuerzas Armadas en diversos momentos de crisis, cuando por lo regular su
posición se caracterizó por la flexibilidad y ciertas aperturas al
mercado, a fin de preservar el poder. Además, no debe soslayarse que
dentro de las fuerzas armadas siempre han primado métodos de gestión
innovadores y distintos a los existentes en el sector civil, con mayor
poder de gestión de los directores de las empresas en un número de
creciente de asuntos; mecanismo que se trató de transferir a toda la
sociedad mediante el Programa de Perfeccionamiento Empresarial a
mediados de 1990, a través de medidas que, si bien tímidas,
representaban un paso de avance. Como se sabe, ese mecanismo se detuvo
por la decisión de dar marcha atrás a las reformas iniciadas entonces.
Actualmente está en vigor un proceso inverso de recentralización económica.
Otro asunto donde también se aprecian similitudes, y determinadas
particularidades, es que tanto China como Cuba tienen diásporas en el
exterior, con sólidas posiciones económicas. China, esencialmente en
Taiwán y en Hong Kong, área que ha incorporado a su territorio, pero
manteniendo el sistema económico y político capitalista. Esos
territorios hoy constituyen robustas fuentes de inversiones directas y
tecnologías y, de cierta forma, indirectamente, influyen políticamente
en el continente.
Cuba también tiene grandes núcleos en el exterior, fundamentalmente en
Estados Unidos, donde se han destacado por su industriosidad y capacidad
creativa, constituyendo un potencial de singular magnitud que, al igual
que en China, pudieran contribuir notablemente al desarrollo del país,
con sus recursos financieros y, lo más importante, con sus conocimientos
y experiencia democrática.
Las reformas económicas podrían ser la antesala de reformas políticas.
No por gusto los elementos más conservadores dentro del gobierno siempre
se han negado a aplicar las experiencias china y vietnamita, ocultando
al país lo que ha sucedido en ese terreno en esas naciones.
El hecho de que pudieran ponerse en vigor reformas económicas, en modo
alguno limitaría los esfuerzos del movimiento democrático cubano por la
libertad y el irrestricto respeto a los derechos humanos. Por el
contrario, podrían crearse mejores condiciones para la lucha por esos
objetivos prioritarios, en un clima que contribuiría al relajamiento de
las tensiones entre Cuba y Estados Unidos; un elemento determinante en
la ecuación por llegar a la sociedad que la inmensa mayoría del pueblo
desea: una sociedad reconciliada por encima de ideologías, sin
vencedores ni vencidos.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/ago06/08a7.htm
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