Cuba, ensayo de sucesión
PEDRO GARCÍA-RENDUELES AGUADO
La enfermedad de Fidel Castro y, sobre todo, el traspaso de poderes
operado a favor de su hermano Raúl, ha desatado reacciones de lo más
variopintas. En Miami, entre la colonia de exiliados cubanos, el
alborozo fue general, pese a no saberse muy bien la gravedad de la
dolencia, ni siquiera si la eventual muerte del dictador significaría el
final del «castrismo».
En Washington, la Administración Bush en principio se mostró prudente y
educada y -me imagino- forzando la actividad de sus «cías» hasta lo
frenético, en busca de información.
En Lanzarote, ZP no puede -una vez más- ocultar su simpatía por «el
rogelio» del Caribe, y fuerza la retórica para lanzar un «Dios salve a
Fidel, que está malito».
Los tertulianos y politólogos difieren sobre el desenlace y el futuro de
Cuba.
De aquéllos, unos auguran el fin del castrismo, supuesta la muerte de
Fidel, y presagian la apertura a la democracia; otros opinan que «el
castrismo» continuará, pues existen demasiados intereses creados a su
sombra y cobijo para que sea posible una transición pacífica.
No me imagino yo a los favorecidos por el régimen de Fidel haciendo
catarsis para facilitar las cosas, como ocurrió en Madrid en 1975-1976.
Y mire usted «pa lo que sirvió»: para que Zetape I, El Inmaduro,
pretenda cargarse ahora el resultado de aquel sacrificio y llevarnos -o
procurarlo, al menos- a la «agarrada nacional», por la vía segura de la
revisión de la historia o, más bien, invención de una nueva en la que
cabe hasta que su abuelo ganara la guerra del 36, que la II República
fuera un espejo de convivencia y consagración de las libertades y la
Pasionaria, la paloma de la paz.
Yo tenía un amigo en Sama de Langreo que cobraba pensión por mutilado de
guerra en el bando nacional y en el republicano, que es de lo que se
trata. Y cuanto más, mejor.
Pedro García-Rendueles Aguado es abogado.
http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1363&pIdSeccion=35&pIdNoticia=432714
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