POLITICA
Ardid de guerra
Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, Cuba - Agosto (www.cubanet.org) - El horario que ocupa la
telenovela brasileña Señora del destino, fue el seleccionado por las
autoridades para dar a conocer la nota que anunciaba el traslado
provisional de poderes en Cuba. Quizás porque se trata del momento en
que una gran parte de la tele audiencia cubana se reúne para compartir
un rato que haga olvidar momentáneamente la agonía cotidiana.
Las horas que siguieron a la proclama del gobierno fueron de gran
tensión. El ejército fue acuartelado y el armamento trasladado de un
sitio a otro, en una exhibición innecesaria, según el criterio de
quienes liberaban con mucho miedo algunas ideas.
El aliento de las conversaciones en los hogares cubanos y las esquinas
tenía olor a guerra. La falta de información que aún se mantiene ha
creado todo tipo de especulaciones en la barriada donde resido, preñada
de actividad militar. Los cañonazos de práctica, los vuelos de aviones y
helicópteros militares, el ir y venir constante de carros del ejército,
completan el escenario.
A los movilizados de la reserva se les ve con el uniforme incompleto,
buscando algo que comer a altas horas de la noche en los únicos sitios
posibles: las pequeñas cafeterías particulares del área. Según se dice,
la comida está floja.
Dos jóvenes de veinte años fueron conducidos a la unidad de policía del
lugar, tras una delación, porque comentaron jocosamente la situación
creada en el país. A Ernesto Capote y Luis Pascual les fueron levantadas
"actas de advertencia", junto a la promesa de un tiro en la cabeza si
continuaban con sus comentarios.
No recuerdo un solo día en los últimos 47 años que no haya escuchado que
estamos en guerra contra algo, o en combate con alguien.
Sin embargo, el entorno no puede ser más revelador. A falta de los
efectos de una guerra convencional, tenemos los destrozos de una
contienda contra el tiempo. La Isla no ha sido bombardeada, pero muchas
de sus ciudades y campos semejan las ruinas de una acción bélica.
Edificios derrumbados o apuntalados, descoloridos por la falta de
pintura; calles anegadas de aguas albañales, campos áridos y ruinas de
centrales azucareros muestran el trágico panorama.
Vías interrumpidas por grandes baches, aceras destruidas por las que
transitan constantemente personas de miradas distantes que tratan de
trasladarse de un sitio a otro en un sistema de transporte a punto de
colapsar.
Hospitales sin higiene y parcialmente destruidos, con médicos cansados y
sin recursos que atienden a pacientes heridos con armas blancas,
producto de las riñas que ocurren a diario por motivos insignificantes.
Un foto que vi hace poco muestra una tienda de víveres del año 1904,
surtida profusamente, a pocos años de concluida la guerra de
independencia cubana contra España, y que dejó desvastado al país.
Contrasta la foto con los comercios de hoy, desprovistos de productos
alimenticios.
Lo que más ha logrado esta guerra de apariencias contra los Estados
Unidos es fomentar la división entre los cubanos. Sentimiento que hace
unas horas se me hizo palpable cuando un hombre de pantalón verde oliva
y camiseta blanca, con una agenda en su mano, me retó con mirada de odio
al cruzar frente a mi casa. Después de la primera impresión, que me
causó inquietud, sentí pena por él.
En definitiva, el ardid de la guerra interna en la que nos han sumido es
la causante de los estragos a nuestra nación.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/ago06/16a5.htm
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