Posted on Thu, Jun. 15, 2006
Fobia a la libertad
VICENTE ECHERRI
La campaña de acoso del régimen de Cuba a la Sección de Intereses de
Estados Unidos en La Habana ha escalado en los últimos días. Pese a las
protestas del largo editorial del diario Granma este martes, que
alardea, en nombre del gobierno, de ser objeto de calumnias; el
hostigamiento contra la representación norteamericana tiene un largo
historial y está más que documentado por las reiteradas agresiones de la
dictadura comunista.
Desde el asalto de que fueron víctimas, a manos de una turba de esbirros
castristas, un grupo de pacíficos ciudadanos que esperaban su turno para
entrar en esas oficinas en 1980, hasta los desmanes más recientes, que
pasan por la construcción de la llamada ''tribuna antiimperialista'',
Castro y sus secuaces no pierden ocasión de montar un espectáculo ante
esa sede por cualquier acción del gobierno de Estados Unidos que ponga
en peligro el monopolio de la información que le han impuesto al pueblo
cubano por casi medio siglo.
Por su parte, la Sección de Intereses no ha hecho más que divulgar los
valores que encarna esta sociedad y apoyar, moral y materialmente, a los
pocos cubanos que, a pesar de la persecución y la violencia, se han
atrevido a cuestionar el control del Estado sobre la vida de todos y a
aspirar a que en Cuba se respeten las libertades fundamentales, entre
ellas la de organizarse políticamente en agrupaciones y partidos que le
ofrezcan sus programas al pueblo en elecciones libres. Por pronunciarse
a favor de la democracia, de la libre expresión del pensamiento, se
persigue a los cubanos y a la representación extranjera que con mayor
nobleza y compromiso ha defendido esos derechos.
Visto con objetividad, en un mundo donde el despotismo es cada vez más
una aberración y donde las comunicaciones propagan cada vez más el libre
flujo de las ideas, la posición del castrismo frente a sus disidentes y,
en particular a la Sección de Intereses de Estados Unidos, es sobre
todas las cosas ridícula, muestra del provincianismo ideológico de que
adolece siempre el totalitarismo, que nunca puede escapar a la prisión
de su propio discurso y que genera, de manera casi espontánea, las
reacciones intransigentes que revelan su auténtica debilidad.
Póngase por ejemplo el noticiero electrónico que la Sección de Intereses
estrenó en enero de este año. ¿Qué importancia podría tener el que se
divulgaran noticias de la realidad nacional o internacional a menos que
se tratara de un país donde se le tema a la libre información como los
vampiros a la luz del sol? La reacción de Castro y los suyos frente a
esa insignificante muestra de libre expresión --como han hecho a lo
largo de los últimos meses-- sólo denota la inseguridad de ese régimen y
a los risibles extremos de cursilería a que puede conducir el
pensamiento único.
Aquí, en Estados Unidos, un día cualquiera, pueden encontrarse en
diarios, revistas, libros y en algunos programas de radio y televisión
críticas tan agresivas a la política del actual gobierno norteamericano
como las que publica la prensa oficial en Cuba, y a nadie se le
ocurriría pensar por eso que habría que silenciar a esos órganos de opinión.
A las denuncias de Washington por este acoso a su representación en La
Habana, el castrismo ha replicado diciendo que son pretextos del
gobierno de Estados Unidos para cerrarla y degradar el nivel de las
relaciones entre los dos países. ¿Por qué no creer, sin embargo, que es
el régimen de Cuba el que podría estar interesado en que esto ocurriera?
Las acciones y reacciones contra ese enclave norteamericano así parecen
confirmarlo.
© Echerri 2006
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/14819167.htm
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