Bases para Una Sociedad Civil en Cuba
2006-06-27
Maritza Beato, PhD
La nación cubana se encuentra ahora en una encrucijada histórica. Ya se
acerca el fin de la tiranía, y tenemos la responsabilidad histórica de
realizar nuestro destino, encaminando a nuestra patria hacia una
transición democrática y no a una simple sucesión que perpetúe los
cánones castrocomunistas. Como llevar a la isla de donde se encuentra
ahora a donde queremos que llegue, es el gran desafío que todos los
cubanos enfrentamos en los albores del siglo XXI. Una transición
efectiva del totalitarismo a la democracia dependerá de la presencia y
fortaleza de una sociedad civil unida, plural y tolerante -lo que el
Secretario General de la ONU, Kofi Annan, definió como "la nueva
superpotencia".
¿Es posible desarrollar una sociedad civil -el elemento fundamental y
más legítimo de la democracia- en el seno de una dictadura estalinista
como es el actual régimen cubano? Desde los primeros meses de la
revolución en 1959 se formaron, bajo condiciones muy difíciles, diversas
organizaciones de acción cívica, independientes del estado, que han
sobrevivido a incluso a fuertes oleadas represivas como la de la
"primavera negra" del 2003. Estas organizaciones no gubernamentales
(ONGs), al igual que las que en el mundo anglosajón se denominan
"grassroots organizations" tienen raíces naturales en el pensamiento y
la acción popular, y se nutren de relaciones familiares y comunitarias,
redes de apoyo y amistad, conexiones solidarias, grupos espontáneos,
voluntarismo y contacto con grupos exiliados.
Así, existen en Cuba actualmente dos sectores: el autoritario, que es el
resorte social del rígido estado unipartidista oficial; totalmente
cerrado a nuevas ideas de reforma; y el democrático, que funciona por
esfuerzo propio, sometido a la fuerte vigilancia estatal, con alto
riesgo de infiltración y, en el mejor de los casos, con un precario
reconocimiento legal. Es en este sector democrático donde existen
centenares de grupos y organizaciones en las que transitan libremente el
pensamiento, las ideas y las acciones, creando una subcultura
clandestina con mecanismos sui generis de adaptación y mobilización, y
que aún siendo frágil en el fuerte contexto represivo, ha demostrado una
capacidad única de supervivencia y militancia, algo que el gran amigo de
la causa cubana Václav Havél ha llamado "el poder de los sin-poder".
Esta es la semilla de la futura sociedad civil que en un futuro no muy
lejano tomará las riendas de la nación.
La unidad entre los cubanos, propiciada por el diálogo y la tolerancia,
sería la base de esta sociedad civil. Así conviven en la isla
organizaciones de derechos humanos y de ex-presos políticos; damas de
blanco; bibliotecas, sindicatos y periodistas independientes; centros
culturales y peñas; iglesias y grupos religiosos; foros, partidos
políticos ilegales; espacios de arte independientes; cooperativas
agrícolas y hasta cuentapropistas marginados.
Esta naciente sociedad civil ya ha producido, con amplio reconocimiento
internacional, dos grandes logros, extraordinarios si se considera su
entorno represivo. Uno de ellos, el Proyecto Varela, logró reunir más de
24,000 firmas de apoyo a un referendo constitucional, siendo el primer
ejemplo masivo y a todo lo largo de la isla, de un proyecto de
concertación cívica y participación democrática que logró romper las
cadenas del miedo. El otro fué la celebración del primer encuentro
nacional de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que el 20 de
mayo del 2005 logró reunir en las afueras de La Habana a casi dos
centenares de disidentes en una histórica reunión que aprobó un proyecto
de resolución general de 10 puntos para definir el futuro democrático de
Cuba.
Como dijera nuestro Apóstol Martí, "Cuba posee todas las virtudes
necesarias para la conquista y el mantenimiento de la libertad". Es una
cuestión de coraje intelectual, convicción y conciencia que saquemos
adelante a nuestra nación. Apoyemos a nuestros hermanos disidentes
dentro de la isla para que se celebren más reuniones, se firmen más
peticiones, se lean más libros sin censuras, se fortalezcan más los
grupos independientes. Logremos, con la alborada de la democracia,
desplegar la suficiente madurez para acceder, al fin, a una etapa adulta
de síntesis y creación como república. Así, el siglo XXI será el siglo
de la sociedad civil cubana.
http://miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5912
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