Monday, January 30, 2006

El tabu y la isla

SOCIEDAD
El tab� y la isla
Antonio Torres Justo, Bur� de Informaci�n Solidaridad (BIS)

LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Cuba es un pa�s muy vulnerable a
la magia. Somos el tab� hecho isla. Por fortuna la Providencia le tom� la
delantera a la veleidosa Historia y nos hizo colonizar por los cristianos a
cruz y espada y no por los musulmanes a media luna y alfanje. La raz�n se
explica m�s adelante.
Cuando uno lee la parte dedicada al tab�, algo as� como un osorbo
potenciado, del libro de James. G. Frazer "La Rama Dorada" y lo relaciona
con nuestra criolla religiosidad es que podemos comenzar a comprender el
denodado esfuerzo del Sr. Castro por debilitar y, en lo posible, vencer las
consecuencias del tab� en Cuba.
Nuestra falta de conciencia sobre el tema, que nos lleva a infringir reglas
y preceptos que terminan por volverse contra nosotros mismos, no nos ha
dejado apreciar la magna obra del Sr. Castro para, junto con la Revoluci�n,
la Patria y el Socialismo, salvarnos como pueblo.
Tenemos que aceptar -es inevitable casi siempre la cuota dogm�tica- que el
Sr. Castro es un Sumo Gran Sacerdote Anti Tab�, que adquiri� tama�a dignidad
durante su visita a la Guinea del extinto Sekou Tour�, quien lo consagr� con
hechizos ceremoniales, lo visti� de blanco sobre el uniforme para
transmitirle, por magia contaminante, poderes a su particular vestimenta
verde olivo, y lo dot� de diploma acreditativo y el manual correspondiente.
Sin duda alguna, un Sumo Gran Sacerdote cuenta con suficientes
conocimientos, pero este caso demostr� su perspicacia mucho antes del asunto
de Guinea, cuando comenz� su cruzada ... no, mejor batalla, que se aviene
m�s con su denso delirio de semejanza napole�nica, contra el tab� y sus
virtudes mal�ficas.
Al inicio el d�lar fue el v�rtice de la batalla. Se elimin� como moneda de
libre circulaci�n nacional. Se se�al� la necesidad pol�tica y econ�mica de
hacerlo para defender a la incipiente Revoluci�n. Nunca se insinu� siquiera
que era Tab� Verde, ya que el pueblo no se encontraba todav�a preparado para
entenderlo.
Tan peligroso resultaba el Tab� Verde para la naci�n, tab� contra el cu�l no
se conoc�a remedio espiritual, ba�o lustral ni despojo alguno -aunque s� te
despojaban de todo el billete verde que tuvieras- que si te agarraban con
ese dinero en el bolsillo o en la casa, terminabas tras las rejas de la
prisi�n por largo tiempo.
Sucedi� entonces que con el paso de los a�os las conjunciones planetarias
favorables, los movimientos retr�grados, eclipses lunares y solares y la
desconflautaci�n del Campo Socialista y nuestra eterna aliada la Uni�n
Sovi�tica, junto con ciertas ceremonias secretas en los altos niveles, se
consider� que el Tab� Verde hab�a perdido gran parte de su mal�fico poder y
lo devolvieron al uso cotidiano. No mentimos al decir que los cubanos se
desviv�an y suspiraban por tenerlos en el bolsillo, en particular la
juventud, tanto, que el mercado del sexo se dispar� exponencialmente. Y no
hab�a quien no tratara de hallar acomodo en la esfera del turismo.
Los cubanos ten�amos, por entonces, como una gran suerte poder palpar
aquellos billetes en el bolsillo, al l�mite que supusimos tab� a nuestra
propia moneda. Craso error, porque algo fall�. La mal�vola influencia del
Tab� Verde estaba aletargada, por lo que el Sumo Gran Sacerdote, con su
extrema sabidur�a, aconsej� una posici�n intermedia: puedes tenerlos en el
bolsillo, pero de nada te servir�n si no los cambias por la moneda
convertible nacional, con una depreciaci�n de hasta el 20 % por su da�ina
modorra.
Un tab�, que debe ser rojo, al que todav�a no nos acostumbramos y perdura la
a�oranza, es el c�rnico. La compleja magnitud del Tab� Rojo de la carne de
res precis� al Sumo Gran Sacerdote a suprimirla del r�gimen alimenticio del
cubano.
Todav�a recuerdo aquellos tiempos de seudo rep�blica en que un buen filete o
la carne en cualquiera de las diferentes maneras de prepararla era plato
habitual en la mesa de los cubanos. Cierto es que a diario no se com�a pero
tampoco era necesario, la variedad de alimentos se impon�a.
De alguna manera muchos de nosotros, ni�os en aquella �poca, nos adelantamos
al porvenir, algo nos predispon�a contra la carne de res, nos advert�a que
era un poderoso tab�. Detalle �ste que nuestros padres no entendieron ni
aceptaron nunca, y nos obligaban a comer, con el cinto a la vista, tan
maligno alimento. Claro que siempre algo le pod�amos escupir al perro que
esperaba impaciente bajo la mesa.
Por dicha, hoy casi ning�n ni�o cubano tiene que soportar tan cruel prueba,
aunque por algunos a�os se incluy� en la canasta b�sica del cubano, regulada
por la libreta de abastecimientos, cantidades �nfimas de carne de res,
costumbre �sta que se pudo abolir para mayor seguridad de la poblaci�n en
general y de los ni�os en particular.
Y dado que la carne del animal es tab�, la res lo es con m�xima
potencialidad, por lo que la batalla contra la misma no cesa, y est� tan
bien dirigida que al paso de carga que llevamos �nicamente en alg�n remoto
zool�gico o por la televisi�n podremos contemplar a tan repugnante
animalejo.
Por esto alabamos a la Providencia por la colonizaci�n cristiana ya que para
los musulmanes la carne de cerdo es tab� y entonces qu� hubiera sido de
nosotros. Al incluir al vacuno como tab� animal, la leche fresca que produce
�ste y todos sus derivados asumen igual categor�a. Pero el Sumo Gran
Sacerdote no evadi� el reto. S�lo hasta los siete a�os tolera que la mayor�a
de los ni�os cubanos consuman este producto, el Tab� Blanco. Decimos la
mayor�a porque todav�a subsisten quienes, sin tener en cuenta la edad,
consumen Tab� Blanco y sus derivados sin temor a las consecuencias.
Lo que justifica el por qu� de la edad de siete a�os es sencillo de
explicar. El siete es un n�mero sagrado, y por tanto contrario al efecto
nocivo del Tab� Blanco. Distintas culturas en la antig�edad reverenciaron al
n�mero siete: siete brazos tiene el candelabro colocado ante el Arca de la
Alianza, siete son los pecados capitales, siete las colinas de Roma, siete
los cielos y las tierras seg�n El Cor�n, siete los sabios de Grecia, siete
los recintos del Templo de Salom�n, siete las llagas de Cristo, siete meses
deriv� No� en su arca, siete a�os hace que no me compro un par de zapatos...
disculpen, ha sido un lapsus mentis. La lista es extensa y ratifica la
esencia m�gica del n�mero siete, de ah� la edad hasta la que puedes consumir
leche fresca en Cuba. De los siete a�os en adelante (no s� cu�ntos m�s
adelante, pero de seguro no ser� mucho) se receta, no por el m�dico de la
familia sino por el Sumo Gran Sacerdote la ingesti�n de yogour de soya, muy
alimenticio y eficaz supresor de cualquier rezago maligno del Tab� Blanco.
Sorprende que todav�a se venda el Tab� Blanco y sus derivados, incluso el
Tab� Rojo, en el mercado con divisas para todo aquel que lo pueda pagar y
desee consumir. Debe ser por aquello de que quien por su gusto muere la
muerte le sabe a gloria o puede que consuman el alimento tabuado y luego se
purifiquen con yogour de soya. Pero de ser as�, entonces a los ni�os mayores
de siete a�os se les puede seguir suministrando, junto con el yogour, el
Tab� Blanco.
Tiene que existir una raz�n muy profunda que s�lo el Sumo Gran Sacerdote es
capaz de descifrar y para la cual nosotros, simples principiantes, no nos
encontramos capacitados, a pesar de la interminable campa�a
pol�tico-ideol�gica que padecemos, para comprender, aunque s� para aceptar.
Qu� remedio nos queda.
Subsisten muchos tab�es de los que nos protege el Sumo Gran Sacerdote, que
son las palabras que engendran pensamientos y acciones tabuadas tambi�n y
nefastas para la Revoluci�n, la Patria y el Socialismo.
Esos que hablan de derechos humanos, de democracia, pluripartidismo,
econom�a de mercado, transici�n, elecciones libres y directas, etc. En esas
nociones se encuentran presente nocivos g�rmenes capaces de contaminar y
destruir a nuestro sistema pol�tico anti tab�, lo que explica la atenci�n
especial que les brinda el Sumo Gran Sacerdote.
Nos turba sobremanera que a pesar del colosal esfuerzo desarrollado por el
Sumo Gran Sacerdote por erradicar estos tab�es, la gente se desvive por
tener Tab� Verde, comer Tab� Rojo cuando se le antoje y beber Tab� Blanco
cuando lo desea. Quieren transici�n aunque lo oculten, derechos humanos,
econom�a de mercado, pluripartidismo, en fin, de todo aquello de lo que el
Sumo Gran Sacerdote tanto nos protege.
Mientras, por otro lado, se puede comprobar c�mo los hijos de todos los
personajes bien imbricados con la Revoluci�n, la Patria y el Socialismo y
estos mism�simos personajes, que han de ser la vanguardia de la ejemplar
batalla revolucionaria, viven inmersos en el tab�. No se apartan ni por un
momento del Verde, el Rojo y el Blanco. De seguro estar�n enfermos de tan
tabuados que se encuentran... no s�... no s�... este espeso galimat�as
ideol�gico me confunde, me inclina a perder la confianza y el entusiasmo
revolucionarios. Me parece que lo mejor es no continuar cavilando sobre esto
del Tab� y la Isla.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/jan06/30a9.htm

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