SOCIEDAD
Aspirina para un cáncer
Alejandro Tur Valladares, Jagua Press
CIENFUEGOS, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - El Noticiero Nacional de Televisión dio a conocer que en los puertos marítimos de la República Popular China se estaban embarcando las primeras locomotoras diesel-eléctricas, que forman parte de un paquete mayor, contratado entre la nación asiática y Cuba.
Según se aclaró en la nota informativa, estas locomotoras poseen ciertas peculiaridades que las convierten en ideales para ser integradas al depauperado sistema de transporte por ferrocarril que hemos padecido durante décadas, debido fundamentalmente a la falta de mantenimiento de los equipos y al deterioro de las vías férreas.
Entre las cualidades que se le atribuyen a las locomotoras chinas está el bajo consumo de combustible, el poco tonelaje corporal, y la tecnología de los paneles de mando, que les aportan gran operatividad y confort.
Sin lugar a dudas, la noticia resulta alentadora, pero cabría hacer un análisis profundo que nos ayude a separar el grano de la paja, pues el discurso triunfalista y apologista de los medios de información impide ver los hechos sin que éstos sean distorsionados.
Vale la pena preguntarse cuál es el estado actual del parque de locomotoras con que cuenta el país, en qué estado técnico se encuentra, y en qué grado la compra de esta docena de vehículos solucionará el problema alarmante que confronta el Ministerio de Transporte en esta esfera.
Luego de indagar sobre el tema, conocimos que la edad promedio de las locomotoras que hoy circulan por los caminos de hierro de la nación rebasan los 30 años de explotación, siendo el modelo 830P1975, de nacionalidad rusa, la que más abunda.
Excedido el tiempo límite de explotación de esos equipos, las roturas suelen ser frecuentes por lo que, para que permanezcan trabajando, el gobierno ha montado en todo el país talleres dedicados a su reparación, logrando mantener las locomotoras en movimiento.
Una vez que la URSS desapareció en la década de los 90, Cuba se vio imposibilitada de adquirir las piezas de repuesto necesarias para dar solución a las roturas. Por un lado, debido a la falta de dinero, y por el otro, la privatización de las industrias que las producían, hecho que trajo aparejado el cambio de tecnología caduca por una superior, incompatible con la de nuestras viejas locomotoras.
Por ello, y para mantener un mínimo de servicios, se pasó al canibalismo de aquellos vehículos que sufrieron desperfectos serios. Con las piezas de unos se reparaban los otros. Así se han mantenido laborando, a costa de ir, poco a poco, agotando su número.
Durante el llamado "período especial", la inventiva criolla aportó ciertas soluciones, que si bien no fueron las ideales, al menos atenuaron la crisis que padecía el sector.
A pesar del cuadro desalentador que observamos en el ramo del transporte ferroviario, el régimen se empeña en dar la impresión de que con la entrada en servicio de las locomotoras chinas, el problema quedará resuelto. Tan agudo es el mal, que el efecto que cabe esperar es el mismo que tendría suministrarle una aspirina a un enfermo de cáncer.
Será necesario, para revivir este servicio, algo más que consignas y palabras. Se requerirá de una inversión multimillonaria para comprar centenares de vagones y locomotoras, cambiar la totalidad de las vías férreas, y mejorar las condiciones de vida de los obreros.
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