¿De qué lado debemos estar?
El embargo de EEUU a Cuba ha sido siempre el argumento de los Castro,
pero no justifica la represión a opositores
jueves, julio 9, 2015 | Alexis Jardines Chacón
MIAMI, Estados Unidos. – Supongamos que todo pasa tan rápido que al
presidente Obama le da tiempo a apreciar desde la Casa Blanca el
resultado de su política hacia Cuba. Es innegable que el embargo ha sido
una justificación para que los Castro vendan al mundo la imagen de la
plaza sitiada, pero ello ni justifica la represión, ni la incompetencia
económica del régimen ni la esclavitud ciudadana. Los partidarios de la
normalización incondicional (NI) mezclan deliberadamente las cosas para
sacar provecho. Cabe agregar que la política de aislamiento es tan solo
una de las tantas razones justificativas que esgrime el gobierno cubano.
Por consiguiente, se le está dando demasiada importancia y se están
cifrando vanas esperanzas en el levantamiento [de la excusa] del
embargo. El gobierno cubano siempre tendrá a mano más de una razón para
justificar los defectos y los excesos del castrismo y para hacer que la
culpa recaiga sobre hombros ajenos.
La lógica revolucionaria ─que los asesores de Obama no alcanzan a
descifrar─ está contenida toda en el mandamiento de Palabras a los
Intelectuales (1961): "Dentro de la Revolución, todo; contra la
Revolución, ningún derecho". Durante estos casi 60 años la ruta seguida
por el gobierno cubano ha estado determinada por la paulatina ampliación
del concepto Dentro-de-la-Revolución. Y en la misma medida que este
último se ha ido ampliando, se ha reducido la extensión del concepto de
contrarrevolucionario. La astucia de los Castro ha consistido justamente
en la flexibilidad que le han sabido otorgar, llegado el momento, al
concepto de Dentro-de-la-Revolución, que no es lo mismo que ser
revolucionario, según explica el propio Fidel Castro en el panfleto
antes aludido.
Cada vez más los Castro han ido tolerando situaciones y cosas en contra
de su voluntad y, para digerirlas, les imponen el rótulo "Dentro de la
Revolución". La historia de la Cuba revolucionaria es también la
historia de la evolución de la lerda y angosta mentalidad castrista. Su
tempo y sus disparates es lo que le ha dado forma a la realidad vivida
en la Isla y en los ambientes externos que hacia esta gravitan. Hoy
asistimos a un impresionante malabarismo mediante el cual el concepto
Dentro-de-la-Revolución terminó tragándose su propio límite, la
diferencia que le confería el sentido, a saber: su enemigo histórico,
los Estados Unidos de América. ¿Qué sigue? Obviamente, la redefinición
del campo enemigo, ahora reducido al terreno de la oposición política y
su entorno.
En los primeros años de la Revolución el enemigo era el gusano. Pero
cuando se tuvo el respaldo de los soviéticos se radicalizó el castrismo
siguiendo el precepto estalinista de que todo el que no está conmigo
está contra mí. Cualquier persona o gobierno era potencialmente el
enemigo. De ahí la necesidad de purgas periódicas y de las cortinas de
hierro. La debilidad del régimen lo obliga, en cambio, a ser flexible y
el concepto de contrarrevolucionario terminó, en un pasado reciente,
reducido a los llamados plattistas. Hoy ni eso, el discurso nacionalista
de la oposición leal ha caído en desuso. Tras el anuncio de la apertura
de las embajadas se hace evidente que el enemigo habrá de estar en otra
parte. Es una lógica perversa envolvente: lo que parece una derrota, una
concesión termina siendo un baño de castrismo. Cabe esperar que del
mismo modo que el concepto Dentro-de-la-Revolución se tragó a la actual
administración norteamericana, termine diluyendo en su seno a buena
parte de la oposición no-leal. Las condiciones ya están dadas y una
facción de la oposición interna apoya el levantamiento del embargo y la
normalización incondicional, además del proyecto raulista de
actualización del socialismo (toda vez que no va más allá de la demanda
de reformas al sistema vigente).
En lo que a política exterior se refiere, no se detienen a analizar
estos opositores que ninguna de las 4 demandas que le hace el gobierno
cubano a la administración Obama guarda relación con el pueblo. Todas
tienen como objetivo fortalecer el poder de la partidocracia comunista y
su fiel generalato mediante la adquisición de dinero (compensaciones),
tierras (Base Naval de Guantánamo), bloqueo informativo (eliminación de
Radio y TV Martí) y aniquilación de la oposición interna (eliminación de
los programas federales de ayuda a los proyectos independientes).
¿De qué lado, pues, debemos estar? No creo que del lado
anti-normalización. Insisto en que la idea del presidente Obama no por
osada deja de ser más que interesante. Pero, no hay decoro en una
normalización incondicional como no hay pragmatismo en la
anti-normalización. Creo que podemos recuperar ambas cosas en una
normalización con condiciones que enaltezca la dignidad humana. Pero
creo también que el redescubrimiento de la dimensión simbólica de las
marchas de las Damas de Blanco que han protagonizado Antonio Rodiles y
Ángel Moya junto a unos pocos es el único camino. No es necesario
tirarse a las calles con carteles antigubernamentales. Esas bravas
mujeres están ya en las calles, solo debemos acompañarlas. Organicemos,
pues, marchas dominicales mundiales en apoyo a los cubanos indefensos
dentro y fuera de las cárceles castristas. Y no abandonemos las calles
hasta obligar a la dictadura a negociar la disolución del Partido
Comunista único y la consiguiente convocación de elecciones libres para,
absolutamente, todos los cubanos.
Source: ¿De qué lado debemos estar? | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/de-que-lado-debemos-estar/
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