Recados de Asia y puertas rotas
Raúl Rivero
Madrid 07-04-2012 - 10:46 am.
El gobierno asiente cuando se habla de concordia y despliega una nueva
ola represiva.
El gobierno cubano le hace señas de lejos al capitalismo de Estado. Deja
mensajes tentadores en los buzones siempre abiertos de empresarios,
ilusos, pícaros y traficantes. Dice que hasta se puede ser amigos de
extranjeros con ideas políticas diferentes. Asiente en silencio cuando
se hacen llamadas a la concordia nacional. Y, al mismo tiempo, despliega
una ola represiva que estremece al país y lo devuelve por las orejas a
su violenta manigua particular.
Es como si la jefatura se viera obligada a buscar otros rumbos para
seguir en el poder y no tuviera el valor de arriesgarse a entrar con
resolución en unas dependencias en las que, rumores llegados de China y
de Vietnam, les advierten que será más difícil ejercer el control absoluto.
Esa eventual pérdida les produce un temblor anticipado y en cuanto
detectan el impulso de la libertad en algún punto acuden a la fuerza,
ese concubinato de furia y debilidad que enrarece los gestos de buena
voluntad pero es la única garantía para otro plazo de tiempo al
totalitarismo.
Esta semana el trabajo ha comenzado en la zona oriental. Cuando todavía
los empleados desmantelaban las instalaciones para la misa que celebró
el Papa Benedicto XVI en el santuario de El Cobre y se recogían los
cartelones de bienvenida, la policía arrestó a medio centenar de
opositores y Damas de Blanco, propinó golpizas, allanó viviendas,
realizó confiscaciones sin órdenes judiciales, cortó servicios
telefónicos y organizó actos de repudio.
Uno de los episodios más dramáticos de la jornada tuvo lugar en la casa
de José Daniel Ferrer, uno de los exprisioneros políticos del grupo de
los 75 que se negó a ser desterrado a España.
El hombre pudo hacer una última llamada a un periodista independiente y
le dijo de manera apresurada: "Están asaltando mi vivienda... Los jefes
de la policía política de la zona y otros jefes de Santiago de Cuba
acaban de personarse en mi vivienda y quieren derribar la puerta".
Los cubanos que piden ahora desde la Isla solidaridad ante esos actos
intimidatorios y el uso de la violencia recuerdan que allí las
distancias son cortas y las armas largas.
Sus reclamos no son emocionales ni están dictados por el ansia de
protagonismo o por el miedo. Responden a la experiencia de amanecer
todos los días entre un visaje de cambios y una brigada de policías.
http://www.diariodecuba.com/cuba/10504-recados-de-asia-y-puertas-rotas
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