Monday, October 30, 2006

Una tragedia urbana

Una tragedia urbana

Por Shelyn Rojas

Bitácora Cubana, 27 de octubre de 2006 – La Habana

Si le dan otra oportunidad a Luis Manuel, pediría a gritos que lo
asesinen otra vez.

Luis Manuel desde su juventud se esforzó para ascender. Llegó a Coronel
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). En cada escalón hacia la
cima Luis Manuel aplastaba una cabeza. No importaba si era un amigo o un
desconocido. La premisa era ascender.

Cumplió a fines de los 70 misiones en la guerra de Angola. La segunda
misión no pudo cumplirla a causa de un infarto. No obstante, regresó
lleno de condecoraciones y méritos.

Por otra parte, en las calles se ganó el título de Don. Luis Manuel
tenía la facilidad de convencer a la mujer en la que fijara sus
expresivos ojos pardos. La combinación de la esbeltez de su cuerpo y la
piel tostada con sus labios gruesos y el pelo negro lo hacían el cazador
perfecto. Tres veces se presentó en los palacios de los matrimonios para
pactar fidelidad. Él sabía que mentía en cada firma. Lo satisfacía
contraer matrimonio y a la vez tener una o dos amantes.

De cada matrimonio nació una hembra: Jenny, Danay y Laritza. Cuando
Jenny tenía 13 años su madre tuvo la oportunidad de escapar de la isla
hacía los Estados Unidos. Luis Manuel no le dio la firma de salida a
Jenny. Aquí la niña estaría mejor que en cualquier lugar, a pesar de las
limitaciones. La madre de Jenny perdió su matrimonio y la salida también.

Danay no había alcanzado la edad núbil y ya había tenido dos maridos.
Además sus gustos se inclinaban hacia el norte. Laritza era muy pequeña
aún. Manuel continuaba cumpliendo con su deber.

En la madrugada del primero de enero de 1988, en una parada de ómnibus
de Arroyo Arenas, en las afuera de La Habana, un señor que pasaba por el
lugar escucho unos lamentos. Al aparecer la PNR lo trasladaron de
inmediato para terapia intensiva en el hospital Naval. Allí
identificaron a Luis Manuel. El móvil del asalto no fue el robo. Llevaba
consigo sus pertenencias. No le faltaba nada.

No pudo decir quien o quienes lo golpearon. Le habían destrozado la
lengua. Una lesión en la nuca le había paralizado el lado derecho.
Tampoco podía denunciar a sus atacantes por escrito. Desde ese día
perdió la visión. Al transcurso de los días, fue perdiendo los sentidos
auditivos.

Las investigaciones sólo arrojaron la posibilidad de que los golpes
hayan sido asestados con un ladrillo. El caso cerró por falta de evidencias.

Su familia sospecha que haya sido una cuenta pendiente que le ajustaron.
Le sobraban enemigos.

Luis Manuel falleció el nueve de enero. Fue sepultado con sus grados y
ceremonias militares. Un primo se haría cargo de pagar por el panteón.
No demoró en olvidar a Luis Manuel entre jarras, copas y cantinas. Los
restos fueron a parar a la fosa común.

Jenny al cumplir la mayoría de edad ganó un sorteo de visas para los
Estados Unidos. Emigró con su madre.

Danay es una rockera, enferma de VIH/SIDA. Laritza se prostituye por las
calles.

Luis Manuel descansa, no creo que sea en paz.

shelyn2005@hotmail.com

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=3177

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