SOCIEDAD
La arcilla fundamental de la revolución
Marcelo Jiménez Jiménez, Jóvenes sin Censura
HOLGUIN, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - Como es un rito común en
todos los sistemas totalitarios, la revolución cubana ha terminado
devorando los hijos que engendró, y a los engendrados por éstos y por
aquéllos y todos los otros hasta el sangriento infinito.
La historia de esta digestión comienza con las simples promesas de
bienestar y libertad prometidas a destiempo en el panegírico social
apodado "la historia me absolverá".
La primera hornada juvenil vio decaer el amplio entramado de diversión y
posibilidades de asociación venidos de los años 40 y 50. Los bares, las
plazas de bailables públicos, los parques de diversión, los polos de
recreo social y las distintas maneras de una sociedad civil
desaparecieron ante el empuje de los nuevos sitios de protesta y
reafirmación.
Las escuelas del campo y los campamentos de movilización agrícola
substituyeron de golpe a los Boy Scout y cuanta manera había de pensar,
a un país diferente, diverso y plural. Con la frase del comandante
guerrillero Ernesto Guevara, de que "la juventud es la obra fundamental
de la revolución", se ponía una de las primeras y más feroces mordazas
contra el motor impulsor de cualquier sociedad: La juventud.
Cuando ardía en entusiasmo la década de los 80, la promesa a los que
seríamos veinteañeros en 2000 iba desde la obtención de un apartamento
confortable, trabajo digno, salario decoroso y viajes de descanso a los
mejores balnearios del país y a países socialistas -amigos de siempre-,
hasta terminar en el rosario de adjetivos que acompañan a las promesas
que nunca se cumplían.
Cuando miramos al año 2000, lo hicimos con los ojos de las vanguardias
nacionales, los oídos llenos de consignas pasadas por las aguas de
Silvio Rodríguez y Sara González, y una fuerte dosis de agresividad
aprendida frente a la embajada del Perú. La señal estaba dada, el látigo
se veía venir y ahí estaba.
Las estadísticas de los años 90 del pasado siglo no pueden ser más
desoladoras. Según cuentas de los propios burós de los oficialistas, de
cada 25 parejas sólo una tiene vivienda propia, es decir, viven solos, o
son cabeza de familia, porque ninguna vivienda es propiedad exclusiva de
ningún ciudadano.
Cada vez los ciudadanos menores de 50 años vacacionan en instalaciones
más depauperadas, y la desocupación laboral ha caído en los insultantes
engendros del estudio como empleo. Para seguir el rosario: Las drogas,
la prostitución y el flagelo del SIDA hacen presa de tan vulnerable sector.
Un simple rastreo a la Cuba profunda puede dar cuenta del charco de lodo
en que se convirtió la arcilla fundamental de la revolución.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/oct06/27a9.htm
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