ECONOMIA
Cuba, ¿revolución o involución? (II y final)
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) - En la economía cubana, los
síntomas de la involución son más que evidentes. Aún con la aparición de
la subvención de Venezuela, o sea una nueva Unión Soviética, actualmente
a nivel global el Producto Interno Bruto (PIB) podría haber llegado a
fines del 2005 a los niveles de 1989, lo que no se puede asegurar
totalmente debido a la carencia de credibilidad de las estadísticas
oficiales, no aceptadas por la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) ni por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD).
De todos modos, el índice general de volumen físico de la industria en
su conjunto al cierre del 2004 era del 48.7% en relación con 1989, según
lo publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). La industria
azucarera, en la zafra de 2006, si acaso habrá sobrepasado los l.2
millones de toneladas de azúcar, una cantidad que se elaboraba en 1905,
cuando el país contaba dos millones de habitantes, cifra inferior a la
actualmente existente en la capital.
La agricultura es otro ejemplo de involución sostenida y constante. La
producción cañera es posiblemente la más deficiente a nivel mundial,
cuando se comparan los promedios actuales (alrededor de 63 toneladas
métricas por hectárea, mientras el promedio cubano en 2005 fue de 22.4).
La ganadería, que llegó a tener una masa de más de 7 millones de
cabezas, no alcanza los 4 millones, y la producción de leche más las
grandes importaciones de leche en polvo resultan insuficientes para
asegurar el suministro del vital producto a los niños después de
cumplidos los 7 años.
El resto de estas producciones por lo regular se encuentran en igual
marasmo, lo que ha transformado a Cuba de un exportador neto de
productos agrícolas en un importador neto, convirtiéndose en una ironía
que uno de los principales suministradores sea Estados Unidos…
De esta forma, según datos oficiales el Sector Agricultura, Caza,
Silvicultura y Pesca muestra un descenso en conjunto, y a valores
comparables, de más de un 40 entre 1989 y 2004, y medido a niveles per
cápita la diferencia es de aproximadamente un 48%.
Todo esto en un marco de continuada descapitalización de los activos
tangibles e intangibles, producida por muchos años de tasas brutas de
inversión que además de situarse entre las más bajas de América Latina,
frecuentemente no han sobrepasado las tasas de amortización del capital
fijo.
A ello se suman salarios deprimidos que como promedio mensual no
alcanzan el equivalente a los 20 dólares; un salario mínimo que no llega
a los 12 dólares; pensiones promedio inferiores a 10 dólares, y una
pensión mínima de 8.20 dólares percibida por más del 50% de los jubilados.
Esta es una situación deplorable en un país donde un kilogramo de leche
en polvo vendido por el Estado en las tiendas de divisas cuesta el
equivalente 6.56 dólares. La precariedad, por supuesto, es fuente de la
creciente corrupción que atenaza el país, junto a una constante pérdida
de valores espirituales en la sociedad, que explica el alto nivel de
personas encarceladas, en un gran porcentaje empujadas al delito por un
sistema que bloquea la posibilidad de que el ciudadano pueda mantenerse
a sí y su familia con el trabajo honesto.
Esta problemática pudiera comenzarse a resolver si se liberaran las
fuerzas productivas, y las personas pudieran desarrollar sus iniciativas
y deseos de progresar en un clima de transparencia y ética.
Lamentablemente, el gobierno cubano se niega a establecer hasta mínimas
reformas al caduco sistema que impide al hombre el derecho de vivir de
su trabajo. En modo alguno ha existido en Cuba el principio de
distribución según el aporte del trabajador.
Hoy se refuerzan las tendencias totalitarias y los controles
burocráticos sobre la sociedad. Incluso los pequeños espacios abiertos a
mediado de los años 1990 se cierran, incluido el limitado trabajo por
cuenta propia. Algunos cambios introducidos por ciertos sectores
reformistas del ejército en la vida civil, orientados a dar alguna
flexibilidad a la gestión de las empresas estatales son suprimidos y los
directores imposibilitados de adoptar las más mínimas decisiones como
firmar un contrato sin contar con la aprobación de niveles burocráticos
superiores. Esto incita a la inercia empresarial, con consecuencias aún
peores para la eficiencia y la productividad del trabajo, lo cual se
traduce en mayor pobreza, precariedad, bajos salarios y pérdida de
valores sociales.
Ante esta situación, las autoridades sólo tienen una respuesta: la
represión despiadada hacia los defensores de los derechos humanos, pero
también hacia toda la población que trata de sobrevivir en esta jungla
que ha devenido Cuba por el empecinamiento y el afán desmedido de
algunas personas para mantener el poder absoluto a toda costa y a todo
costo.
De este proceso se infiere que la revolución que tantos sueños generó en
un principio, como quizás nunca otro proceso social lo hizo en toda la
historia de Iberoamérica, desde hace muchos años fue liquidada y
sustituida por un sistema de mando único en beneficio de un grupo de
poder que no guarda relación con los intereses de los trabajadores y
mucho menos de los campesinos, ya en vías de extinción. Una especie de
capitalismo de estado, donde el ciudadano no tiene capacidad alguna para
actuar sobre las decisiones estatales, donde se ha retrocedido
extraordinariamente en el ejercicio de los derechos civiles y políticos,
respecto a cualquier época pasada por funesta que haya sido. Un proceso
que en modo alguno puede ser catalogado de revolucionario, sino de
franca involución, en un momento cuando en el mundo se están produciendo
transformaciones trascendentales.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/oct06/12a7.htm
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