Tuesday, May 30, 2006

Las ultimas dictaduras de Occidente

CUBA Y BIELORRUSIA
Las últimas dictaduras de Occidente
Por Ricardo Carreras Lario

Fidel Castro.
Vimos recientemente en toda su crudeza el carácter autoritario de la
dictadura dirigida en Bielorrusia por Lukashenko, un residuo del bloque
soviético que se ha incrustado en el poder con puño de hierro y
escrúpulos de algodón. Inevitablemente lo comparamos con Castro, el
dictador cubano.

Alexander Lukashenko ganó las elecciones en 1994 y ejerce de dictador
desde 1996, año en el que, mediante un referéndum trufado de fraude,
cambió la Constitución. Fidel Castro, como es bien sabido, no ha pasado
nunca por las urnas: llegó al poder por la fuerza en 1959 y manda en
Cuba desde entonces. O sea, casi medio siglo de dictadura.

El Gobierno bielorruso, sin duda, discrimina y reprime a la oposición.
Pero al menos ésta existe legalmente, y hay varios partidos registrados
que compiten oficialmente en las elecciones, si bien éstas son
fraudulentas. Pero al menos los ciudadanos tienen un variado "menú",
aunque luego se amañen buena parte de los votos. En las últimas, después
de pasar el rodillo del fraude masivo, al menos quedó casi un 20% de los
sufragios para la oposición. El dictador reconoce que ésta existe.

Pues bien, en Cuba no ha habido elecciones donde poder elegir algo en
los 47 años que dura el régimen. Ni 20%, ni 5% ni 1%. No existe
legalmente ningún otro partido que no sea el comunista, y Castro se
niega a admitir la mera existencia de una oposición legítima. No hay
candidatos opositores en ninguna elección.

Respecto a los medios de comunicación, en Bielorrusia la prensa libre
sobrevive a duras penas a la represión del Gobierno, que cerró 25 medios
independientes en 2005. En Cuba no hay medios independientes que cerrar,
tan sólo periodistas que encarcelar, como los más de veinte que se
pudren en las cárceles castristas. Todos los medios de comunicación con
difusión interna legal en la isla son del Gobierno, algo que no ocurre
en Bielorrusia.

Todas estas comparaciones –y otras muchas que omito– nos llevan a
concluir que las dictaduras cubana y bielorrusa son semejantes, si bien
la americana es, objetivamente, más autoritaria, y deja incluso menos
resquicios a las libertades y derechos de sus ciudadanos que la europea.

Lukashenko.Dada esta realidad, viene la gran paradoja de contemplar cómo
el trato de los gobiernos europeos a la dictadura bielorrusa y a
Lukashenko es distinto que el dispensado a Castro y a su régimen. Ante
el fraude bielorruso los dirigentes europeos se han llevado, con razón,
las manos a la cabeza, y han abanderado resueltas sanciones contra los
responsables de la dictadura, que van desde retirada del visado de
entrada a la UE hasta la posible congelación de sus cuentas bancarias.
Esto no ha ocurrido con el régimen cubano. Los jerarcas de esa dictadura
militar tienen entrada libre en la Unión Europea, y muchos de ellos
cuentan con prósperos negocios administrados por familiares o personas
de confianza.

¿Por qué estas diferencias de trato? Se deben, además de a décadas de
relaciones públicas castristas y a una tupida red de intereses creados y
chantajes, a varias percepciones equivocadas en la mente de muchos
europeos. La primera es pensar o creer que Castro es mejor que
Lukashenko. Fidel sería "el dictador bueno", un benefactor que se dedica
a hacer el bien, mientras que Lukashenko, ese calvo avergonzado de
flequillo descapotable y bigote hitleriano, es claramente el malo de la
película.

Este error se combina con otro que lo hace creíble: el factor EEUU.
Castro es el Astérix hispano que lucha contra el imperio del Norte. Y,
finalmente, otro concepto reprobable, el neocolonialismo ideológico de
pensar que los bielorrusos, como europeos, merecen la democracia y saben
administrarla, mientras que los cubanos, pobrecitos ellos, no están
preparados y más vale que estén en manos de un patriarca protector, de
lo contrario corren el riesgo de caer en las redes de sus ambiciosos
vecinos. Mitos y errores mezclados entre sí, que se refuerzan mutuamente.

La realidad es que el Gobierno de Lukashenko es la última dictadura de
Europa, y como tal una vergüenza colectiva para todos los europeos. El
Gobierno de Castro es la última dictadura de la América hispana, y como
tal una afrenta especial para todos los demócratas españoles.

Ambos regímenes son dictatoriales, si bien el cubano es objetivamente
más despótico que el bielorruso; los cubanos merecen la democracia tanto
como los bielorrusos, y los gobiernos europeos deberían tener una
posición consistente en ambos casos. Y hacer todo lo posible para lograr
que toda Europa y toda América gocen de la democracia.

Ricardo Carreras Lario, presidente de Solidaridad Española con Cuba.
http://www.solidaridadconcuba.com/

http://exteriores.libertaddigital.com/articulo.php/1276231828

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