2006-12-30
Por Lic. Oscar Espinosa Chepe.
Economista y Periodista Independiente
Una nueva etapa comenzó en Cuba el 31 de Julio con la Proclama
anunciadora de la delegación provisional del poder de Fidel Castro,
líder histórico de la revolución cubana, por motivos de enfermedad. La
confirmación de esa realidad se produjo durante la celebración aplazada
de su cumpleaños, el 2 de diciembre por su ausencia en la revista
militar efectuada con motivo del 50 aniversario del desembarco de los
expedicionarios del yate Granma y Día de las Fuerzas Armadas. La
ratificación del nuevo escenario nacional, con un estilo diferente de
gobierno aparentemente más realista y dialogante, aunque con reflejos
de la inercia del pasado reciente, fue evidente en la última Sesión de
la Asamblea Nacional, celebrada el 22 de diciembre.
Resulta más claro ahora que el hombre que sustenta el poder en Cuba es
Raúl Castro, apoyado por la institución más sólida del país, las fuerzas
armadas. El contexto en que recibe el poder, quien durante casi cinco
décadas ha sido el segundo al mando, es muy complicado. Los problemas
que hereda poseen gran magnitud en lo político, económico, social,
demográfico e incluso medioambiental. En particular el crédito político
poseído entre la población se encuentra significativamente disminuido
por tantos años de privaciones y promesas incumplidas.
En el plano exterior, la situación no es mejor. El aislamiento político
y económico de Cuba se agudiza y sólo quedan las relaciones poco fiables
con países del Tercer Mundo, con alta dependencia de Venezuela, que por
medio del petróleo sostiene a la economía cubana.
El General Raúl Castro, sin negársele sus referencias históricas, carece
del carisma y estatura política de su hermano, lo que él mismo ha
reconocido. Además, esté el Presidente Fidel Castro vivo, pero sin
condiciones físicas para gobernar, o desaparezca físicamente debido a su
enfermedad, siempre dejará un legado político difícil de abandonar. No
puede olvidarse que fue un factor decisivo en la historia cubana por más
de 50 años, la mayoría de ellos teniendo un poder absoluto.
Con el país en ruinas y delicados problemas políticos, económicos y
sociales, Raúl Castro y la dirección acompañante tendrán que decidir
entre dos opciones: continuar con el inmovilismo o iniciar un proceso de
reformas que, aprovechando el potencial existente, ayude a elevar el
nivel de vida de la población, frene el creciente deterioro en sectores
vitales de la vida nacional como la educación, la salud pública y la
seguridad social, y permita insertar a Cuba en el contexto internacional.
Reformas …2
La primera opción, el inmovilismo mediante la continuación del bloqueo
impuesto a la capacidad creativa de los cubanos, de mantenerse,
llevaría el país al caos. De ello ya existen evidencias palpables en el
aumento desenfrenado de la corrupción y la indisciplina social y
laboral, alarmantes fenómenos detallados en varios informes presentados
por instituciones oficiales en los últimos meses. Esto, en un marco de
creciente miseria y desgobierno, podría desembocar en explosiones
sociales, con lo que todos los cubanos sin excepción saldríamos
perdedores. Esa situación incluso tendría un impacto desestabilizador
en países vecinos, particularmente Estados Unidos.
La segunda variante sería el inicio de reformas económicas que podrían
conducir a cambios políticos a más largo plazo. Con certeza puede
decirse que si se liberaran las fuerzas productivas reprimidas durante
tantos años, con el potencial existente, podrían verse resultados
satisfactorios rápidamente.
En el marco de las reformas, a la vez tendrán que efectuarse demorados
ajustes económicos que si continúan soslayándose, seguirán
acumulándose efectos crecientemente negativos sobre la sociedad y la
población. Es el caso, entre otros, de la lamentable situación laboral
presente en centros trabajo con significativos excedentes de personal,
obstáculo que imposibilita cualquier reorganización efectiva, elemento
indispensable para mejorar paulatinamente las condiciones de vida de los
empleados y la elevación de los salarios reales. Únicamente sobre esas
bases puede edificarse un ambiente sano de estimulación al trabajo que
posibilite el sostenido engrosamiento de la productividad y la reducción
de los costos, en un clima donde prime la búsqueda de la eficiencia.
Tratar de solucionar el caos e indisciplina laboral existentes sólo
con reglamentos y el uso de la represión sería absurdo, cuando las
causas de los problemas tienen profundas raíces en un sistema
infuncional. Seguir ese camino y desestimar el de las reformas, es una
segura receta para desencuentros y dificultades más graves.
Asimismo tendría sentido iniciar las reformas en la agricultura, donde
existen cientos de miles de hectáreas de tierra baldía o deficientemente
cultivada, con su entrega a campesinos o a quienes tengan interés de
trabajarlas, entre ellos militares hoy en servicio, compatriotas
disciplinados y por lo regular calificados, bien aptos para dominar con
prontitud técnicas novedosas, paliándose así la fuerte carga que las
fuerzas armadas representan para la economía nacional.
Reformas…3
Por supuesto, todo se haría en un marco de voluntariedad, con el
traslado de los recursos que actualmente se gastan en una agricultura
estatal ineficiente a las manos de propietarios y cooperativistas
verdaderos, empeñados en sus propios beneficios y los de la nación.
Esto podría traducirse en abundancia de alimentos y aliviaría la
abrumadora presión sobre la balanza comercial representada por la
enorme importación hoy de productos perfectamente obtenibles nacionalmente.
Paralelamente deberán darse pasos en otros sectores mediante el
relanzamiento del trabajo por cuenta propia y la posibilidad de que los
cubanos también tengamos el derecho de establecer pequeñas y medianas
empresas de nueva creación (PYMES) o basadas en la privatización de
establecimientos productivos y de servicios, sólo propiciadores de mala
gestión, pérdidas económicas, ineficiencia y, sobre todo, corrupción.
Estas transformaciones, entre otras, realizadas en un breve período de
tiempo, aliviarían las cargas sobre el presupuesto nacional, a la vez
que crearían riquezas para los propietarios, ya sean individuales o
verdaderos cooperativistas, así como para la sociedad mediante el pago
de impuestos racionales.
No pueden soslayarse las ventajas que esto tendría sobre el empleo, al
surgir nuevas fuentes de trabajo útil. Una forma humana y racional de
reubicar la fuerza laboral de la sobrecargada administración del
Estado, así como de las empresas públicas que funcionan con excedentes
muy altos de personal, eliminándose un serio obstáculo a la
organización del trabajo. Ello podría ser la base de futuras
reestructuraciones dirigidas a procurar una mayor eficiencia en la gran
industria de participación pública o privada. No se descartaría la
inversión extranjera, en un país urgido de financiamiento y tecnología
del exterior, aseguradora también de mercados para los productos y
servicios. Son objetivos perfectamente alcanzables, que podrían
combinarse con un proceso de apertura política, que también constituiría
el elemento indispensable para la plena inserción de Cuba en la
comunidad internacional.
Reformas…4
El General Raúl Castro, al señalar la disposición del gobierno cubano a
iniciar negociaciones destinadas a la normalización de las relaciones
con las autoridades norteamericanas sobre la base del respeto mutuo,
generó expectativas esperanzadoras el 2 de Diciembre. No obstante,
cualquier negociación que se desee iniciar, ya sea con Estados Unidos o
con Europa necesariamente tendrá que comportar pasos demostrativos de
buena voluntad.
En primer lugar estaría la liberación de los presos de conciencia y
políticos que se encuentran en las cárceles bajo condiciones
infrahumanas. Esto no significaría ningún peligro para el gobierno
cubano por tratarse de personas pacíficas, sin interés de desestabilizar
la nación. Sería un gesto que todo el mundo reconocería, favorecedor de
la credibilidad del gobierno. Otro paso debería ser la firma y
ratificación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
adoptados por la inmensa mayoría de los países.
El dilema que enfrenta la actual dirección del gobierno es evidente:
inmovilismo propiciador del caos, o reformas para alcanzar una nación
próspera, democrática y reconciliada.
La Habana, 29 de Diciembre de 2006.
Lic. Oscar Espinosa Chepe
Economista y Periodista Independiente