Thursday, July 17, 2008

El grito de los niños

16 de julio de 2008

El grito de los niños
Armando Añel

Este domingo se conmemoró un aniversario más de la masacre del
Remolcador 13 de Marzo. En Cuba, numerosos grupos disidentes y de la
oposición pacífica recordaron, obviando las advertencias de la policía
política, el acontecimiento.

Los hechos pueden ser resumidos de manera sucinta: el 13 de julio de
1994, en horas de la madrugada, 72 personas intentaron escapar de la
Isla a bordo de un remolcador. Hallándose a unos doce kilómetros de la
costa habanera, otros tres remolcadores embistieron la embarcación,
lanzando agua a presión sobre sus ocupantes. El 13 de Marzo fue
sucesivamente golpeado –ya anegado- hasta que cedió, se quebró y hundió,
con un saldo de 41 víctimas mortales, 23 de ellas menores de edad,
incluyendo una bebé de seis meses.

Hasta ahora, el castrismo no ha mostrado la menor voluntad de esclarecer
lo que desde el principio calificó de "accidente". En el diario Granma,
diez días después del hundimiento, apareció un artículo –firmado por
Guillermo Cabrera Alvarez- donde se dijo, entre otras cosas, que "un
grupo de trabajadores de la Empresa actuaron directamente defendiendo
sus intereses. Comunicaron a Guardafronteras el hecho delictivo y
asumieron ellos mismos la acción de detenerlos". Con anterioridad, el
mismo periódico había argumentado que "para tratar de obstaculizar la
acción del robo (se refiere a la sustracción del 13 de Marzo), tres
embarcaciones del MITRANS intentaron interceptarlo, y en las maniobras
que ejecutaron para cumplir ese objetivo se produjo el lamentable
accidente que hizo naufragar el barco".

Desde entonces, la tónica de las esporádicas explicaciones
gubernamentales se ha mantenido inalterable: se trató de un
irresponsable acto de piratería promovido por la contrarrevolución –a
estas alturas ya nadie sabe muy bien qué significa el término-, ante el
que el pueblo se tomó la justicia por su mano. Claro que lo de que "el
pueblo" se tome la justicia por su mano no implica, para el discurso
oficialista, algo punible.

La versión castrista da pie a numerosas interrogantes. Si se trató de
una acción espontánea, no coordinada, ¿por qué al 13 de Marzo, en plena
madrugada, lo esperaban varios remolcadores a la entrada de la bahía? ¿Y
por qué precisamente remolcadores, un tipo de embarcación que por sus
características era la ideal para interceptar a los prófugos? ¿Por qué
estos "centinelas" dejaron que el barco continuara su huida? ¿Por qué la
intercepción se produjo a unas siete millas de la costa, exactamente
donde no podía ser avistada desde tierra por testigos indeseables, pero
aún en aguas jurisdiccionales cubanas? ¿Y cómo es posible que habiendo
sido informadas de la fuga desde un principio, las lanchas rápidas de
guardafronteras hayan demorado una hora y veinte minutos en arribar al
lugar de los hechos, ya cuando la masacre se había consumado?

Pero todas estas preguntas pierden relevancia cuando se formula la
interrogante fundamental: ¿Por qué no se celebra el proceso que
esclarecerá de una vez y por todas si lo ocurrido fue un accidente o un
crimen? Porque si fue lo primero, lo urgente, lo lógico, lo establecido
es poner a los implicados ante un juez, un abogado defensor y un fiscal,
para que se imparta justicia. Así sucede cuando se produce cualquier
accidente de tráfico, sobre todo si hay víctimas mortales: no se da por
establecida la inocencia del conductor en cuestión, antes se investiga.
Y en Cuba, desde 1959, los acusados están en la obligación de probar su
inocencia.

Entretanto, la masacre del remolcador 13 de Marzo –más que las de
Canimar, Cojimar, la base de Guantánamo, etcétera- ha pasado a ser
patrimonio de la memoria colectiva del exilio, y aun de buena parte del
insilio. La imagen es pavorosa: una muchacha protege a su bebé de los
chorros de agua a presión castristas mientras grita, casi murmura, "nos
van a matar a los niños… nos van a matar a los niños…". Ella se rendía,
pero inútilmente. Ella se rendía, y sus verdugos se burlaban. Ella se
rendía, pero en la memoria de una nación que ya es diáspora y
reminiscencia, fuga y perenne retorno, el Remolcador no se rinde.

El grito de los niños no cesa de estremecer nuestros oídos.

letrademolde@letrademolde.com

http://www.cubanet.org/CNews/y08/julio08/16_julio_inter1.html

No comments: