Friday, July 25, 2008

Reforma o contrarreforma?

¿Reforma o contrarreforma? (I)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Cuando el General Raúl Castro
asumió el poder provisional a finales de julio de 2006, no pocos
analistas nacionales e internacionales, al tanto de sus características
personales y de la grave situación en que recibía el país, pensaron en
la probabilidad del inicio de cambios económicos en Cuba.
El más joven de los Castro, a quien se atribuye pragmatismo, métodos de
trabajo colectivo, planificación de los objetivos a alcanzar y, como él
ha dicho en varias oportunidades "medir dos veces antes de cortar,
inspiraba un optimismo cauteloso.

A esas expectativas originadas inicialmente se sumaron criterios
vertidos en sus escasos y breves discursos, sobre todo el pronunciado el
26 de julio de 2007, donde se refirió con crudeza y realismo a los
problemas existentes. Llegó a reconocer que los salarios percibidos por
los trabajadores cubanos son insuficientes, el estado catastrófico de la
agricultura cubana con la mayoría de las tierras cultivables llenas de
malezas, así como anunció la posibilidad de realizar cambios
estructurales y de conceptos.

Ese discurso, luego de discutirse ampliamente en todo el país, concitó
esperanzas en amplios sectores sociales de que se realizarían cambios
económicos, consistentes fundamentalmente en la liberación de las
fuerzas productivas, factor indispensable para una mejoría sustancial
de las condiciones de vida de los cubanos. Al asumir efectivamente como
Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros el pasado 24 de
febrero, con un discurso realista admitió la existencia de
prohibiciones absurdas, como él las calificara, que debían ser
suprimidas. Manifestación que fortaleció las esperanzas de cambios.

Semanas después empezaron a tomarse medidas, que sin ser de gran calado,
como la venta a la población de teléfonos celulares, computadoras y
otros efectos electrodomésticos, así como el levantamiento de la
prohibición a los cubanos para alojarse en los hoteles, hasta ese
momento destinados únicamente a los turistas (todo mediante pago en
pesos convertibles), estimularon el crecimiento de las expectativas al
ser interpretadas estas medidas como la antesala de reformas más
importantes.

De hecho, algunos dirigentes expresaron a la prensa que pronto se
entregarían masivamente tierras en usufructo a quienes las desearan
cultivar. Mientras personalidades muy cercanas al entorno de Raúl Castro
se pronunciaron abiertamente sobre la aplicación de medidas para
facilitar la salida de los cubanos al exterior y su posterior regreso,
entre otros pasos que hicieran algo más llevadera la vida de la población.

Lamentablemente, todos los cambios se han paralizado desde hace semanas
y prácticamente la prensa dejó de hablar sobre las eventuales reformas.
Por el contrario, se ha iniciado un proceso de persecución contra las
personas vinculadas al sector emergente de la economía, que obligadas
por las circunstancias actúan al margen de la legalidad impuesta por el
gobierno. Asimismo, está en vigor una fuerte campaña contra las
llamadas indisciplinas sociales, que realmente han crecido últimamente,
y se intenta fortalecer el sentimiento sobre el peligro del enemigo
externo y sus supuestos agentes nacionales.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/julio08/24cronica5.html

Cuba, ¿reforma o contrarreforma? (final)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Tal parece que está vigente
una especie de contrarreforma que impide el progreso de la sociedad
cubana y los cambios estructurales y de conceptos, indispensables para
mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

A finales de abril se realizó el pleno del Partido Comunista de Cuba,
que luego de cambios en sus estructuras, convocó su próximo congreso
para finales de 2009. Llama la atención que poco se habla en los medios
de difusión sobre ese evento, y que Fidel Castro, aún su Primer
Secretario, no haya dedicado ninguna de sus Reflexiones a este crucial
acontecimiento.

Nadie puede estar de acuerdo con el apedreamiento de ómnibus, la
destrucción de teléfonos públicos, el robo de las estructuras y los
cables de las torres de alta tensión, ni el crecimiento desmesurado de
acciones ilícitas y de la corrupción. Pero está claro que todo ese
proceso de anarquía en acelerado desarrollo responde a la existencia de
una sociedad en descomposición, incapaz de ofrecer un futuro viable a
los cubanos.

Al mismo tiempo que deben criticarse los hechos vandálicos, hay que
subrayar que son parte de problemas sociales muy serios provocados por
un sistema disfuncional. La población, especialmente la juventud,
descarga su ira e impotencia de forma inadecuada, pero con un sustrato
provocado por las propias autoridades.

También existen cientos de miles de jóvenes que no quieren trabajar para
el Estado porque no hay condiciones ni salarios aceptables en los
centros laborales, lo cual ha reconocido hasta el Presidente Raúl
Castro. Este problema, como los antes mencionados, no se puede resolver
mediante la fuerza y la represión, sino a través de estímulos a las
personas para que trabajen con confianza en el futuro.

Todo indica que ese criterio no es compartido por las autoridades que en
las últimas semanas han desplegado operativos a nivel nacional contra el
sector informal. Sólo en la ciudad de La Habana han impuesto 56 mil 900
multas, clausurado 72 fábricas clandestinas y 31 talleres, y hasta han
arremetido contra los vendedores ambulantes, muchos de ellos ancianos de
escasos recursos, y los ¨buzos¨ o buscadores en los basureros de
materias primas reciclables.

Sería óptimo que todo el mundo trabajara legalmente, pero el Estado
totalitario no lo permite, empeñado en controlar hasta el último
resquicio de la sociedad cubana. Sería lógico crear a estas personas un
marco legal para desarrollar sus trabajos, en el cual ellos se
beneficiaran, ofrecieran bienes a la población y tributaran mediante
impuestos.

Pero asistimos a un proceso que podría terminar las aspiraciones de
cambios generadas por Raúl Castro, con el consiguiente incremento de la
frustración de la población. Esta contrarreforma está haciendo crecer
aún más los sentimientos contrarios al régimen, y podría transformarse
en mayor anarquía y desobediencia social, para lo cual los dirigentes,
al carecer de autoridad moral, posiblemente tomarán el camino equivocado
de ejercer mayor represión, en vez de comenzar las indispensables
transformaciones que con urgencia requiere el país.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/julio08/25cronica4.html

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