Tuesday, July 08, 2008

DENUNCIA

DENUNCIA
2008-07-07.
René Gómez Manzano

La Habana, 7 de julio de 2008.- Desde días pasados, el régimen
totalitario castrista anunció la adopción de medidas represivas con
ocasión del 4 de Julio, aniversario de la Independencia de los Estados
Unidos, único país que siempre —y hasta el día de hoy— ha invitado a
miembros de la disidencia cubana a la recepción organizada con motivo de
la fiesta nacional.

Se sabe que en Cuba existen grandes dificultades para realizar viajes
interprovinciales, por lo que muchas organizaciones y agrupaciones
independientes aprovechan la presencia en la capital de sus activistas
residentes en el interior de la República invitados a la celebración del
4 de Julio, con el fin de celebrar reuniones de sus miembros en días
cercanos a esa fecha.

Las autoridades comunistas, manipulando ese hecho, han intentado
proyectar la imagen de que ello obedece a "instrucciones" supuestamente
impartidas por los diplomáticos norteamericanos. Con ese pretexto han
desatado una extensa oleada represiva que ha afectado a docenas de
activistas pro democracia, y que está documentada por organizaciones que
tienen ese perfil de trabajo, tales como el Consejo de Relatores de
Derechos Humanos y la Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional.

Parte de esa oleada represiva fue la detención que por espacio de
aproximadamente cuatro horas y media sufrí ese día.

El 4 de julio ppdo., convine un encuentro a las dos y media de la tarde
(2:30 P.M.), en el vestíbulo del Hotel Inglaterra, frente al Parque
Central habanero, con la señora Julie Middleton, distinguida activista
de la conocida asociación mundial de la sociedad civil conocida por la
sigla de CIVICUS. Dicha señora, quien es nativa del Canadá, se
encontraba por esas fechas realizando una visita turística a nuestro
país, en viaje de luna de miel, en unión de su honorable esposo, de
nacionalidad sudafricana.

Tras departir durante un rato y consumir un poco de café, los tres nos
retiramos del hotel a las tres y cincuenta de la tarde (3:50 P.M.), ya
que los visitantes tenían que abordar un ómnibus que los habría de
conducir a la playa de Varadero; ese vehículo tenía prevista su salida
del Capitolio Nacional a las cuatro de la tarde (4:00 P.M.). Cuando nos
encontrábamos todavía en el soportal del aludido hotel, fui abordado por
el agente de la Policía Especializada con chapilla número 37610, quien
me solicitó el carné de identidad.

Expliqué brevemente a los amigos extranjeros que era muy difícil que
estuviéramos en presencia de un hecho casual, y que lo más probable era
que se tratase de un acto más de la oleada represiva antes mencionada;
acto seguido les expresé que de permanecer en ese sitio correrían el
peligro de perder el ómnibus, por lo cual no debían tener pena en
retirarse del lugar, lo que efectivamente hicieron.

Permanecí durante aproximadamente un cuarto de hora junto al mencionado
agente represivo y a otro que vestía uniforme militar de color verde
olivo en las inmediaciones de la esquina de Prado y San Rafael.
Decursado ese tiempo, fui conducido hacia la zona del Parque Central
sita en Neptuno entre Prado y Zulueta. En las conversaciones efectuadas
por los referidos agentes de la autoridad a través del equipo de
comunicación portátil (walkie-talkie) que portaban, yo podía escuchar
cuando informaban, refiriéndose a mí, que se trataba de un ciudadano
detenido por "jinetero".

Para los que desconocen el argot popular cubano (que —por cierto— es
utilizado ampliamente por los miembros de nuestra policía), puedo
aclarar que el sustantivo femenino "jinetera" es un neologismo con el
que se designa eufemísticamente a las prostitutas. En ese contexto, su
correspondiente masculino ("jinetero") designa generalmente al proxeneta
o "chulo" que explota a esas mujeres públicas.

Tras permanecer parado en las mencionadas zonas por casi una hora, llegó
finalmente al lugar un carro patrulla, en el cual fui conducido a la
estación o unidad de la Policía Nacional Revolucionaria sita en Zulueta
esq. a Dragones, en el mismo municipio de La Habana Vieja. Antes de ser
introducido a dicho vehículo se me practicó un registro corporal en
plena vía pública y los agentes de la autoridad me esposaron las manos a
la espalda.

Todo ello motivó mi más enérgica protesta, para lo cual expresé en alta
voz mi inconformidad con esos actos, así como con el hecho mismo de la
detención y con la circunstancia de que ésta —según me repitieron los
tripulantes del carro de patrulla— se realizaba por mi supuesta
condición de "jinetero"; a esta calumnia respondí que toda la acción
represiva se debía únicamente a mi condición de opositor al régimen
totalitario.

A la llegada a la unidad policial me fueron retiradas las esposas y la
mayor parte de las pocas pertenencias personales que llevaba conmigo, y
fui encerrado en la celda. Allí coincidí con el disidente Héctor Julio
Cedeño Negrín, dirigente del Partido Liberal de Cuba, quien me expresó
que él había sido detenido en las inmediaciones de la cancillería de la
Embajada de España, sita en la calle Cárcel entre Zulueta y Prado, al
filo de las diez y media de esa mañana. Nuestra estancia allí se
prolongó hasta cerca de las ocho y veinte de la noche (8:20 P.M.), en
que ambos fuimos puestos en libertad.

Debo denunciar de modo especial la extrema falta de respeto que entraña
no sólo el hecho de afirmar la supuesta condición de "jinetero" de un
profesional universitario de 64 años de edad, sino también la acusación
de "jinetera" (o sea, de prostituta) hecha implícitamente a una
honorable dama recién casada que para colmo se encontraba acompañada por
su distinguido esposo… También debo señalar que, por las características
y circunstancias de la detención, se trató obviamente de una más de las
operaciones encubiertas realizadas ese día por la policía política
cubana (la cual —por cierto— no dio la cara a lo largo de todo el
proceso de mi detención) con el propósito de evitar el acceso del mayor
número posible de disidentes invitados a la celebración del 4 de Julio.

Debo significar que, al menos en mi caso, ese objetivo no fue alcanzado,
ya que, aunque como es lógico llegué tarde a la recepción —cuyo inicio
estaba previsto para las siete y media de la tarde—, siempre hice acto
de presencia en ella y tuve la posibilidad de informar a buen número de
amigos cubanos y ciudadanos de diversos países extranjeros allí
congregados acerca de lo que había acontecido.

En resumidas cuentas, todo este sucedido no representa más que otro
eslabón más en la ya larga cadena de atropellos y abusos perpetrados por
el régimen totalitario castrista, y cuyas principales víctimas siguen
siendo los presos de conciencia, que permanecen privados de libertad por
el mero hecho de expresar con franqueza sus opiniones.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=16070

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