Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - No voy a referirme al
neoliberalismo y mucho menos a los barriles de petróleo que consume
diariamente Estados Unidos, sino a "la compleja realidad nacional", como
denominó a nuestro país el jefe ideológico del Comité Central del
Partido Comunista, durante las sesiones del reciente VIII Congreso de la
Unión de Periodistas de Cuba.
Para hacerlo, no me basaré en el paisaje cotidiano que veo a diario.
Utilizaré la propia prensa oficialista de los últimos días que, bajo la
consigna de "Más Socialismo", está reflejando las graves complejidades
actuales de nuestra sociedad.
Pese a los tiempos de paz, el régimen castrista multiplica los fusiles,
pretende subir el precio al pasaporte más caro del mundo, reconoce que
en la Isla decrece la población, que continúan desapareciendo cubanos en
el Estrecho de Florida y sobre todo, clausura decenas de fábricas
clandestinas con el decomiso de sus artículos de primera necesidad,
que las fabricas estatales no producen.
Pero hay mucho más: El pasado 17 de junio el periódico Juventud Rebelde
nos hizo saber que la señora Blanca Núñez, vecina de Heredia 257 en el
reparto Santos Suárez, en La Habana, denunció que en su patio hay un
foco de aguas albañales desde 1978, lo que ha ocasionado que hasta los
cimientos de la casa hayan cedido y la cisterna de agua permanezca
contaminada ¡durante treinta años! Casos como este se repiten a diario
sin que el gobierno, a través de Aguas de La Habana, encuentre la solución.
¿Y qué decir de la higiene de la ciudad habanera? En Granma, órgano del
Partido Comunista, se publicó esta nota: "La situación en diferentes
municipios de la ciudad, con la presencia de micro vertederos y algunos
no tan micro, tiene un efecto en el estado de ánimo de la población de
un incalculable valor político, que comienza cuando no pocos dicen: Esto
no hay quien lo arregle".
¿Y qué decir de las decenas de miles de cubanos que suben a diario
veinte pisos durante años y años? No importa si son niños o ancianos. Se
trata de antiguos y modernos edificios, de propiedad estatal, cuyos
ascensores norteamericanos, franceses y soviéticos dejaron de funcionar
hace mucho tiempo.
Y por último me pregunto: si Fidel Castro calificó de bárbaro el hecho
de que la policía de la anterior dictadura asaltara y destruyera el
estudio del escultor Fidalgo, tal como lo denunció en las páginas de la
Revista Bohemia en 1953, ¿cómo llamar entonces al socialismo cubano, con
una capital que yace a oscuras, entre ruinas, escombros y basura; a
nuestras playas, donde los desechos se apoderan del espacio, según su
propia prensa?
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