Wednesday, January 23, 2008

Los votos y las balsas

Sociedad
Los votos y las balsas

Frente a la ficción de las 'elecciones' y las marchas del pueblo
combatiente, la realidad de la crisis demográfica y las balsas del
pueblo navegante.

Julián B. Sorel, París

martes 22 de enero de 2008 6:00:00

El domingo 20 de enero se llevó a cabo en Cuba la segunda parte de las
elecciones que han determinado la composición de la Asamblea Nacional
del Poder Popular. El resultado, por demás previsible, fue un voto casi
unánime en favor de los candidatos gubernamentales, la mayoría
funcionarios del Partido Comunista, única entidad política con
existencia legal en el país.

El nombre mismo de los comicios resulta equívoco. Porque el sustantivo
elección procede del verbo elegir, que según el diccionario significa
escoger, preferir o seleccionar. Y en Cuba, el votante que acude a las
urnas apenas tiene dónde escoger: o vota en blanco o aprueba en masa a
los candidatos oficialistas.

Como suele ocurrir en los sistemas de ese tipo, la mayoría de los que
desearían dejar la boleta en blanco para manifestar su rechazo al
régimen no se atreven a hacerlo, porque están convencidos de que el voto
no es secreto y temen a las represalias que las autoridades podrían
aplicarles. En un país donde el gobierno controla el 95% de la economía
e interviene hasta en los más nimios detalles de la vida privada, la
obediencia y el conformismo encuentran siempre sólidas coartadas.

Además, como me explicaba recientemente un amigo que vive en La Habana,
¿para qué calentarse la cabeza y buscarse problemas, si a fin de cuentas
un voto más o menos no va a cambiar la situación del país? Esa doble
tenaza del miedo y la indiferencia es uno de los pilares que todavía
mantienen en pie al sistema comunista cubano.

Votar con los pies

Al mismo tiempo, en las semanas que ha durado el "proceso electoral" han
seguido llegando balseros/lancheros a Estados Unidos y se han asilado en
diversos países cientos de cubanos, célebres o anónimos, un número que
apunta a una pronta superación de las marcas de los últimos diez años.
Es la otra modalidad del sufragio, la que ni siquiera los regímenes
comunistas alcanzan a desnaturalizar: votar con los pies.

Según cálculos conservadores, Cuba se vacía a razón de 40.000 personas
al año. O sea, más de 100 cubanos abandonan definitivamente la Isla cada
día. Es la reacción de supervivencia de la sociedad civil ante la
asfixia que provoca la falta de libertad, la penuria económica y la
tramoya de consignas triunfalistas, estadísticas hinchadas y entusiasmo
ficticio que componen las páginas del Granma, las Mesas Redondas
televisivas y las marchas del pueblo combatiente.

El asunto, ya de por sí revelador y preocupante para la nomenklatura, se
agrava al combinarse con la crisis demográfica que padece el país. El
índice de natalidad cubano es uno de los más bajos del mundo, las tasas
de divorcios y suicidios figuran entre las más elevadas y la población
envejece a un ritmo acelerado. Es como si las mujeres en edad fértil
hubiesen decretado una huelga de vientres vacíos en respuesta a las
condiciones de vida que el gobierno les ha impuesto. A lo que cabría
añadir que la inmigración es casi inexistente.

En irónico paralelismo con lo que ocurrió en el período republicano, de
1902 a 1958, cuando la Isla acogió a más de un millón y medio de
inmigrantes, la era castrista ha generado una cantidad casi igual de
emigrantes. El resultado de estas tendencias es que ya en 2006 la
población de la Isla empezó a disminuir en términos absolutos y, si no
ocurre un milagro, seguirá reduciéndose en el futuro.

Esto significa además que cada día hay en Cuba menos niños y jóvenes, y
mayor número de ancianos. No hace falta explicar las repercusiones que
este fenómeno, tan difícil de revertir, puede tener en los años venideros.

Dentro y fuera de Cuba, el argumento esencial de los voceros del
castrismo es que también los demás países del continente generan
corrientes migratorias con destino a Europa y Estados Unidos, lo que
demostraría que la emigración es de origen económico, no político.
Además, afirman, la ley norteamericana de "pies secos/pies mojados"
constituye un estímulo constante a la emigración ilegal.

El problema de ese razonamiento es que ningún gobierno latinoamericano
controla la casi totalidad de la economía de su país ni les confisca los
bienes a quienes emigran, ni les impide volver a su tierra cuando les dé
la gana. El régimen cubano es el único que, por razones estrictamente
políticas, ha estatizado el 95% del aparato productivo, despoja a los
emigrantes de sus propiedades y, una vez que están en el extranjero, les
aplica medidas de chantaje y discriminación que contravienen todas las
normas internacionales de derechos humanos.

Mientras esas medidas sigan vigentes, Estados Unidos puede y debe
mantener una política especial de acogida para quienes huyen de la Isla.

Conjunción catastrófica

Sin duda alguna, el exilio de determinadas capas sociales y la reducción
de la natalidad formaban parte, ya en 1959, si no de los objetivos, al
menos de las consecuencias previsibles de la política revolucionaria.
Desde los primeros días del triunfo, el nuevo régimen utilizó todo el
poder del Estado para atacar a los grupos que consideraba incompatibles
con su proyecto de ingeniería social.

A los burgueses y los gusanos, les esperaba el paredón, la cárcel o, en
el mejor de los casos, el expolio y el ostracismo. La "liberación" de la
mujer iba a generar batallones de milicianas y aguerridas tractoristas
que tendrían menos hijos que sus madres. El aborto se despenalizó y se
hizo gratuito. Los anticonceptivos también. Las restricciones en materia
de alimentación, vivienda, transporte y energía eléctrica hicieron el resto.

Lo que los jerarcas del castrismo no previeron jamás fue que la
conjunción de las tendencias migratorias y demográficas iba a durar
medio siglo y terminaría por alcanzar dimensiones catastróficas para la
nación. Las consecuencias de esa ceguera saltan hoy a la vista: los
jóvenes se marchan, las mujeres no paren y Cuba se está convirtiendo en
un inmenso asilo geriátrico.

Poco importa que el gobierno proclame con titulares pomposos que obtuvo
el 95% de los votos en el simulacro electoral del 20 de enero. A la
ficción de los comicios amañados y las marchas del pueblo combatiente
responde la realidad de la mengua demográfica y las balsas del pueblo
navegante.

Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/los-votos-y-las-balsas

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