Monday, January 14, 2008

Los Castro no son los únicos culpables

Cuba - Los Castro no son los únicos culpables
Publicado el 14 de January, 2008 en Pedro Corzo, Columnistas, Internacional

Todo parece indicar que nos avocamos a un nuevo periodo cono nación
porque la posible desaparición de Fidel Castro del escenario político
cubano, mas allá de nuestras valoraciones como ciudadanos, cierra una
etapa y genera nuevas expectativas que con el tiempo o abruptamente,
resultaran en sucesos que afectaran nuestras existencias.

Por años hemos culpado con sobrada razón a los Castro y su camarilla de
esbirros por todo lo que hemos padecido como pueblo, le hemos atribuido
la responsabilidad de los muertos, presos, vejaciones, abusos sin
nombres y exilio.

No tengo dudas de que son los responsable pero también me percato que
una casa no se construye ni se destruye, como ha sido el caso cubano,
solo con capataces, tiene que haber obreros, aprendices, esos que
aprietan gatillos y grilletes, que gritan y golpean en los mítines de
repudio y escriben y cantan versos a los tirano.

Es doloroso pero real. Algo latía mal en un sector de nuestro Pueblo
para ser tan confiados y comprar las promesas de un mundo de maravillas
"con gritos de paredón y elecciones para que, si Fidel es comunista que
me pongan en la lista, atacaban la iglesia que habían visitado unos días
antes, enterraban un periódico o quemaban una revista", algo andaba mal
cuando numerosas personas pacificas y tranquilas se convertían en
verdugos y odiadores de oficio de la noche a la mañana porque un
Rasputín caribeños en actos de hipnosis colectiva les seducía y
convertía en vampiros que los mismo actuaban de noche que de día.

El castrismo, ese es su verdadero horror, convirtió la enfermedad de
unos pocos en mal de muchos porque forjó La crisis de valores que el
pueblo cubano padece en la actualidad, lo que sin dudas es la
consecuencia más nefasta de la dictadura. El oportunismo, la mentira, el
hacer de la vida diaria una práctica carnavalesca y de la simulación una
ciencia para vivir mejor o simplemente sobrevivir, ha corroído varios de
los fundamentos más sólidos de nuestra sociedad.

Cerrar los ojos ante la angustia del vecino, ser cómplice en silencio o
en activo, repudiar al que hace lo que uno desea realizar para recoger
las migajas que aquel pierde, es un juego criminal que degrada a quien
lo practica. Una persona que violenta la dignidad de otra no está
defendiendo una causa sino sus intereses.

Sin dudas que el envilecimiento es potestativo de quien lo ejecuta. El
acto de repudio, el abucheo, la golpiza, el hostigamiento son acciones
voluntarias que practica el sujeto activo por su conveniencia y no por
convicciones.

La falta de decoro ha contaminado vasta y profundamente la nación.
Innumerables familias se separaron por la política y no pocas llegaron a
odiarse por igual motivo. El fanatismo primero y la crónica miseria
después, sacaron a relucir lo más miserable de muchas personas.

La crisis es raigal y se comprueba con una frecuencia desesperante. El
ansia de consumo producido por una persistente y aguda escasez va más
allá de la satisfacción de una necesidad. No pocas personas solicitan a
familiares en el extranjero artículos que estos desconocen porque los
precios muchas veces superan el presupuesto domestico.

Miles de los que viajan a Cuba venden la capacidad de sus valijas,
haciendo buena zafra, con aquellos que no confían en las agencias de
envíos. Estar fuera de Cuba no es para estas personas una condición que
les permite denunciar la realidad de la isla sino un estado que le
posibilita ayudar a su familia o simplemente satisfacer sus caprichos.

Supuestos exiliados, algunos acogidos a legislaciones de carácter
políticos se involucran en actividades económicas en las que
funcionarios de la dictadura dicen la última palabra. Agencias de viaje,
gestores de visas, oficinas que remiten dinero a Cuba, en fin negocios
lícitos pero que solo pueden desarrollarse si cuentan con el respaldo y
el reconocimiento de la mafia de La Habana.

En Cuba, el campesino acosado, las más de las veces corriendo riesgos de
ir a prisión venden sus cosechas a precios fuera del alcance de quien
vive de un salario. El obrero ajustado a un sueldo desespera ante la
miseria y se ve obligado en ocasiones a tomar lo que no le pertenece. El
mercado negro es quien oferta los mejores productos a precios
verdaderamente prohibitivos.

Evadir el trabajo es para muchos una acción política de bajo riesgo pero
para no pocos es la simple fuga de un compromiso con la sociedad en que
vive, y de ahí a la vagancia no hay frontera perceptible.

La estafa, la venta fraudulenta y la prostitución se están escapando del
submundo al que pertenecen y son acciones de los "vivos" en un universo
que cada día se hace más cruel e insolidario. La norma, para muchos, es
tomar la ruta más breve y fácil a cualquier parte sin importar lo que
haya que dar a cambio.

Sin dudas, nunca es suficiente repetirlo, el régimen totalitario es el
principal culpable de esta corrosión moral que amenaza toda la nación.
Desde el primer día inoculó el odio y oficializó la venganza. Acabó con
la riqueza de los ricos para distribuir mejor la miseria. Siempre, no
hoy, el extranjero fue primer ciudadano en la isla del Doctor Castro. En
los inicios el privilegio se sustento en la política, hoy en los
dólares, o en ambos atributos.

Una nomenclatura gubernamental ha disfrutado sin interrupción no solo
del poder sino de todas las riquezas que de este se derivan. Se
instituyó una aristocracia artística, deportiva e intelectual en la que se

conjugan aparentemente cualidades notables siempre supeditadas a
supuestas o reales convicciones políticas. Las Fuerzas Armadas rendían
tributo a un ejército y nación extranjera. El movimiento obrero mutó a
empresa del estado. La delación se institucionalizó. En fin, la
república mutó a coto privado de un hábil mayoral gracias a la maldad,
envilecimiento, complicidad e ingenuidad culposa de unos y a pesar del
valor, la entrega y desinterés de otros.

Cuba como nación esta en peligro y los Castros no son los únicos
culpables, creo que todos, unos mas que otros, hemos aportado desde un
grano de arena a una montaña de canalladas al naufragio del país por eso
es que estamos obligados a buscar fórmulas que ayuden al saneamiento del
ciudadano y a la restauración del tejido social.

No debemos esconder la cabeza en la arena porque los peligros que
enfrenta el país son los más serios en toda nuestra historia. Somos los
responsables de nuestro pasado y deberíamos ser los garantes del futuro.

Durante toda la República, incluyendo la Totalitaria, factores
extranjeros han jugado un importante rol en nuestros asuntos internos
pero si miramos con detenimiento los procesos de mayor presencia foránea
en nuestros asuntos internos ha sido el propio liderazgo isleño el que
ha impulsado en alguna medida la ingerencia o la abierta intervención
forastera

Evidentemente que en estos tiempos de globalización más de un factor
extranjero querrá influir o participar en los asuntos de la isla pero es
a los cubanos a quienes les corresponden con la virtud domestica del
inolvidable Márquez Sterling contener la ingerencia extranjera.

Tengo la convicción de que en las dos orillas hay quienes miran con
avidez la bandera de las barras y las estrellas en busca de la
estabilidad que consideran que los cubanos no estamos aptos para
instituir, también creo que hay otros que anhelan un cambio para entrar
a bolsa sin fondo en la nueva república, no faltan los que solo se
preocupan por su proyecto personal y le sabe a hiel lo que no le
produzca beneficios directos, pero también tengo la convicción mas
profunda que en las dos orillas hay cientos de miles dispuestos a honrar
su gentilicio y que una vez mas o por primera vez se entregaran con un
gozo inmenso al servicio de su tierra.

La experiencia ha sido cruel, traumática en extremo. La recuperación
será dolorosa y lenta pero sin lugar a dudas lo lograremos si nos
convencemos que hay que exorcizar el Castro que todos tenemos dentro y
que nunca mas debemos hacer dejación de nuestros derechos por bello que
canten las sirenas que nos acechen.

Autor: Pedro Corzo

http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2008/01/14/cuba-los-castro-no-son-los-unicos-culpables/

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