2008-01-15.
Heriberto Portales Rodríguez, Corresponsal en la Isla de Misceláneas de Cuba
"Demagogo es quién predica consignas que sabe que son falsas, a hombres
que sabe que son idiotas." HL Mercken.
La más grande enfermedad que ha azotado a la humanidad no tiene origen
clínico sino ideológico, y se nombra demagogia, siendo su principal
peligro, la velocidad con que se propaga.
El agente transmisor de esta morbosidad, es todo aquel que logre
dominar, hasta el último detalle, tanto la ingeniería como la pedagogía
de esta aberración. Para poder convertirse en un artista demagogo, hace
falta ciertos requerimientos: saber transformar las verdades en mentiras
y estas, en verdades; ser un hábil orador o escritor. Formarse un
auditorio, que sin saber nada sobre lo que le están comunicando, reciba
las ideas como si fueran un evangelio. Sin estos requisitos, cualquier
intentón a demagogiar (el neologismo es mío) conduciría inevitablemente
al fracaso.
Un demagogo se puede calificar como una persona excepcional, una gente
que con la magia de los antiguos alquimistas, le pueda trastocarle la
vida a uno, de tal forma que la confusión será la cualidad principal de
la existencia, ya que el mismo, posee también el don de Midas, pero a la
inversa.
Un demagogo se viste con ropaje ideológico ajeno, y lo hace parecer que
es suyo. Es capaz de afirmar hasta el cansancio, que el producto de la
multiplicación de dos por el mismo, es cinco y no cuatro. Propaga la
idea de que estamos mal, pero no es culpa nuestra sino de otro (nunca ha
leído a Pablo Neruda), que sus ideas además de ser infalibles, son
perdurables en el tiempo y en el espacio; que la razón siempre está de
su parte y su visión del mundo, es la correcta.
Por eso, todo el que se le oponga, lo contradiga, desmienta o refute
debe ser condenado por apostasía.., en definitiva, es el espíritu de la
intolerancia, la intransigencia y el sofismo hecho carne. Un Mesías de
la solución verdadera para acabar con los males del mundo, aunque en lo
concreto, nunca haya solucionado nada.
Si se tuviera la oportunidad de realizarle una trepanación craneana, no
sorprendería encontrar en su bóveda craneana un quimo, ¡un gran quimo!,
funcionando como si fuera el cerebro; eso es lo que justificaría su
tendencia a la coprofagía, y a partir de ese descubrimiento todo
quedaría (tanto su forma de actuar, como de pensar) debidamente explicado.
Aunque pocos, aún son muchos los especimenes demagógicos que anuncian su
existencia en el mundo (obviamos nombrar ejemplos, primero por no herir
la sensibilidad de aquellos que se queden fuera de la lista y segundo,
por que tengo la convicción de que son archiconocidos), y para ellos, lo
peor que les puede ocurrir es caer en el anonimato o verse remitidos a
un ostracismo universal.
Cuando uno cae en manos de un demagogo, tal parece que cayó en las redes
de una telaraña, teniendo como final, el solo esperar a ser devorado (o
contaminado), por este bicho que para lograr su sacrosanto fin
(mantenerse en todas las secuencias de la película), lo mismo vuela que
se arrastra. Es por eso que si evitarlos es harto difícil, entonces al
menos tenemos como opción el ignorarlos. ¡No queda más remedio! Al
menos, por ahora.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=13514
No comments:
Post a Comment