Bolívar convertido en chavito
CARLOS BALL
El 1 de enero le borraron tres ceros a la moneda venezolana y le
cambiaron el nombre a ''bolívar fuerte''. Chávez sigue los pasos del Che
Guevara, quien como presidente del Banco Central de Cuba borró dos ceros
al peso cubano y como ministro de Industria se dedicó a crear un ''nuevo
hombre socialista''. Lo que el Che logró en la economía cubana --reducir
a la mitad la producción azucarera-- es muy parecido a los logros de
Chávez, ya que la producción petrolera ha caído de más de 3 millones de
barriles diarios a un promedio de 2.3 millones.
Y a pesar de estrictos controles de precios, que a lo largo del 2007
produjeron una escasez sin precedentes de alimentos y demás productos
básicos, el Banco Central reportó que la inflación sigue aumentando:
14.4% en 2005, 17.5% en 2006 y 22.5% en 2007. Se trata de la peor
inflación en América Latina y si esas son las cifras ''oficiales'' del
gobierno venezolano, podemos estar seguros de que la realidad es mucho
peor. Analistas privados sostienen que la inflación verdadera en
Venezuela alcanzó 40% el año pasado y el precio de los productos
agrícolas aumentó 51.6%, extraordinario resultado del socialismo del
siglo XXI.
El precio récord del petróleo, que ya alcanzó 100 dólares, ha permitido
que se disparen las importaciones venezolanas, reemplazando así la
fuerte caída de la producción nacional. A esto se le añade la
utilización de reservas del Banco Central para financiar el gasto
público, creando un falso ambiente de prosperidad.
Inflación es el nombre políticamente correcto que le dan al hecho de que
las autoridades roban a la ciudadanía, incrementando el dinero en
circulación --imprimiendo billetes-- por encima del valor de los bienes
y servicios que se ofrecen a la venta. Pero, según las autoridades
monetarias venezolanas, la inflación se debe a ``la existencia de
oligopolios, oligopsonios y grupos de poder que definen precios''.
El socialismo del siglo XXI decreta aumentos salariales y de
prestaciones sociales, prohíbe los despidos, congela precios, expropia
industrias, haciendas y fincas ganaderas para supuestamente favorecer a
los más pobres de la sociedad. Pero la realidad que logra con todo eso
es reducir drásticamente la producción, las inversiones en nuevas
fábricas y equipos, el empleo productivo y la competencia. Más y más
trabajadores de las fábricas y de la agroindustria se convierten en
empleados públicos improductivos, cuya labor se circunscribe a llevar
puesta una franela roja, denigrar del capitalismo y gritar vivas al
líder máximo.
Ese socialismo chavista es sostenible mientras siga alto el precio del
petróleo y mientras Petróleos de Venezuela no colapse por la corrupción,
el desvío de dinero a propósitos ajenos a la industria y falta de
exploración y descubrimiento de nuevas reservas.
Los amigos del palacio presidencial le ponen la mano a antiguas empresas
nacionales y extranjeras, reemplazando su falta de capacidad y
experiencia empresarial con privilegios especiales que reciben de parte
de sus amigos al frente de los 24 ministerios del poder popular. Así se
dispara la corrupción y la inflación, a la vez que decae la eficiencia,
la productividad y la competencia.
Los ''empresarios'' chavistas gozan de prioridad absoluta en los dólares
preferenciales y los permisos de importación, por lo que no tienen que
preocuparse con el mantenimiento de antiguas fábricas ni el
entrenamiento del personal. Esa es la razón por la cual los puertos
venezolanos no se dan abasto descargando los barcos.
Si Chávez realmente quisiera un bolívar fuerte restauraría el patrón
oro, el cual impidió la inflación en Venezuela a lo largo de 82 años,
desde 1879 hasta 1961, cuando un bolívar valía un gramo de oro. Ese sí
era un bolívar fuerte, no este nuevo chavito debilucho.
Director de la agencia AIPE.
© AIPE
No comments:
Post a Comment