Testigo Directo
La nueva 'electrificación'
Los cubanos responden a los experimentos gubernamentales con más y
mejores fórmulas para seguir robando y subsistiendo.
Alicia Figueras, Ciudad de La Habana
jueves 21 de septiembre de 2006 6:00:00
Un día de este "Año de la Revolución Energética" los vecinos del
municipio habanero de Arroyo Naranjo tuvieron que ir a sus bodegas para
que les pusieran en sus Libretas de Abastecimiento un cuño que decía
"Pacto Social". "¿Qué cosa es esto?", dijo una señora, y alguien
respondió: "ahora somos plan experimental del PAEC" (Programa de Ahorro
de Electricidad en Cuba).
"¿Y eso qué significa?", insistió la mujer. "Bueno, que a partir de
ahora los hogares se van a electrificar". Un tiempo después, Bertha, que
es el nombre de esta cubana preguntona, contó a Encuentro en la Red: "Yo
enseguida desconfié, ¡qué nuevo truco habían inventado para tupir a la
gente! Pero todos, como carneros, aceptamos sin saber lo que se nos
venía encima".
Sentada en el portal de su casa, con un abanico en la mano, "porque con
el apagón no funcionan los ventiladores, ni la cocina eléctrica, ni
nada", accede a contar las experiencias de lo que ella llama "el
experimento" y recuerda las múltiples explicaciones "del comandante
Fidel Castro cuando le entró la manía de detallar cuántos kilowats se
ahorraban al usar científicamente los aparatos electrodomésticos de toda
la vida".
Mientras hablamos, el grupo se amplía porque otros vecinos no quieren
perderse la oportunidad de contar también sus versiones sobre el asunto
y arrebatándose la palabra unos a otros explican lo que pasó desde el
día que "empezaron a repartir (en realidad vender) una serie de aparatos
electrodomésticos, retiraron las cocinas de gas manufacturado y subieron
en cinco veces el precio del kilowat con el mismo salario". Con esto,
supuestamente, se acabarían los apagones.
"Dieron —va enumerando Berta— una hornillita para cocinar de seis volts,
que se derrite cuando le pones una cazuela encima. Un llamado
'calentador' de agua para bañarse, que en realidad consiste en una
resistencia para poner dentro del cubo y tibiar el agua. Una arrocera
china de lata, que se deforma nada más tocarla por la mala calidad del
material y una 'reina', nombre que la gente dio al único aparato que en
realidad funciona: una olla de presión eléctrica para 5 personas".
De trampa en trampa
Paralelamente, el Estado recogió los veteranos refrigeradores americanos
que todavía funcionaban en Arroyo Naranjo (comprados antes del triunfo
de la revolución), porque "consumían mucha electricidad" y en su lugar
"dieron" (entiéndase vendieron) refrigeradores chinos a los que pronto
el cubano les puso "meaíto", porque con la humedad "hacen mucho hielo y
siempre están soltando agua".
Un señor ya jubilado del grupo se santigua y exclama: "líbrenos Dios,
ahora dicen que también van a cambiar los aparatos de televisión y los
aire acondicionados rusos, por los equipos de fabricación china". Y
agrega: "mire señora, ellos (las autoridades) dicen que esto es para
ahorrar, pero aquí a todo el mundo le ha subido la cuenta de la luz y
nadie puede cocinar, porque los balones de gas fueron retirados".
Bertha explica una vez más: "Según las reglas del experimento, a cada
núcleo familiar sólo le toca una balita de gas de 25 libras al año para
que sea utilizado en la temporada ciclónica, cuando se interrumpe el
fluido eléctrico, pero como los apagones siguen siendo frecuentes y la
luz subió, para garantizar la comida aquí todo el mundo ha tenido que
inventar".
Y empiezan las historias de cómo se hacen las "trampas" para "garantizar
un fogón" donde cocinar cada día "y que la factura eléctrica del mes no
suba más allá de los salarios que ganamos, que siguen siendo los mismos
míseros pesos con los que no se puede hacer nada". Una de las maneras,
según los vecinos, es "tener 120 pesos para comprar en bolsa negra 25
libras de gas cada mes. Si los tienes, dice una anciana jubilada,
cocinas, si no, te jodes".
Otros, ante el irremediable retiro de los balones de gas, optan por
ajustarse a la etapa de "electrificación" y escogen uno de los
siguientes caminos: pagar al empleado de la empresa eléctrica para que
cuando lea el reloj "se equivoque adrede", ponga una cifra inferior y
así poder conectar los equipos de aire acondicionado, congeladores,
lavadoras, sin que el bolsillo sufra demasiado.
La segunda opción, según Bertha, es que el empleado de la empresa
eléctrica "arregle el reloj". O sea, ponga el contador "ralentizado" y
marque "a cámara lenta" la realidad del consumo. "Pero la mejor, aunque
más cara posibilidad, agrega esta cubana, consiste en llevar la
electricidad a la casa desde el alumbrado público a través de un túnel
que se entierra desde el poste. Va por dentro de la pared y desemboca en
la casa del consumidor. Este trabajo cuesta 50 pesos cubanos
convertibles, o sea, unos 50 euros".
Así, de un plumazo, los habitantes de Arroyo Naranjo encontraron
soluciones "reales" al proyecto lanzado por el PAEC, que era, al
parecer, simple pero "irreal": instalar en 2006 nuevas capacidades para
generar energía eléctrica, modernizar las plantas instaladas,
desarrollar un programa de ahorro de energía y con esta triple
estrategia promover el descenso de las tasas de crecimiento de la demanda.
¿Ahorrar lo que no existe?
Lo que sucedió en realidad, según un experto del Ministerio de la
Industria Básica que no se quiere identificar (MINBAS), es que el PAEC
chocó con un imponderable: ¿cómo ahorrar lo que no existe? Dicho en
otras palabras, empezó por el final. Y admite que "Cuba vive en la
actualidad una crisis electroenergética quizás peor que la de principio
de los años noventa".
¿Causas? Según esta fuente, "cinco de las 10 plantas generadoras de
electricidad en Cuba datan de antes de 1959, con un tiempo de servicio
de 55 años (el promedio de servicio de una planta eléctrica, con
mantenimiento adecuado, es de 35 años). Además, las roturas son muy
frecuentes debido al uso de petróleo cubano como combustible, que
contiene un alto nivel de azufre (de 9 a 12%), lo cual destruye las
calderas y los componentes del sistema de generación.
Por otro lado, continúa, las refinerías cubanas, debido a roturas y
falta de piezas, hacen muy costosa la operación, dada la anticuada
tecnología soviética de que disponen. ¿La solución final? "Renovar toda
la infraestructura, a un costo de 1.500 millones de dólares, algo
imposible en estos momentos para el país".
Mientras tanto, los vecinos de Arroyo Naranjo recibieron otra "arma"
para bajar sus cuentas de electricidad: bombillas de neón, en vez de las
bombillas incandescentes, para alumbrar sus casas.
Como siempre, las nuevas bombillas que ahorran fueron "vendidas a
precios subsidiados" y las incandescentes, igual que los refrigeradores
americanos y las cocinas de gas retiradas, que debían ser destruidas,
fueron a parar a manos de las mafias del mercado negro, que ahora
ofertan estos artículos a los ciudadanos que viven fuera del "experimento".
"Ni en Macondo ocurrieron cosas tan locas", comentó Bertha como despedida.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/la-nueva-electrificacion/(gnews)/1158811200
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