De Intelectuales y Tiranos: Cuestiones Semánticas
2006-09-19
Armando Sones
En buena medida, a la intelectualidad debe la humanidad su evolución y
desarrollo, su historia toda. Está muy extendida -casi una regla- la
supuesta ética en el comportamiento semántico que no pocos intelectuales
y medios de difusión profesan a los tiranos, como si por el mero hecho
de soslayar el epíteto contribuyeran de alguna manera consolar a los
avasallados.
La responsabilidad histórica es la que no puede hacerse a un lado. Se
nace en un tiempo determinado, en un entorno que no puede elegirse, con
un propósito que solo Dios dispone. Un tirano es quien es, ya sea Nerón
o Fidel Castro, porque su postura social lo convierte en eso, sea porque
gobierna contra derecho o porque abusa de su poder, afectando con su
comportamiento el propio orden social.¿Dónde se encuentra, entonces, el
sentido peyorativo que la época moderna ha adjudicado al vocablo?
Los argumentos suben cada vez el tono. Cuando, por ejemplo, se esgrime
que los usos acusatorios de la palabra son zafiedades, justificaciones
irresponsables que hay que superar en nombre del sufrimiento de los
pueblos, las tiranías reciben sustentáculos de incalculables proporciones.
Razones e ideas son las armas que pueden derrocar las tiranías, socavar
la arquitectura ideológica de la violencia y establecer la dinastía de
las libertades: la libertad de expresión "como ideal común por el que
todos los pueblos y naciones deben esforzarse..."
Es entendible que los temores muevan a la autocensura, a no llamar por
su nombre a los tiranos. Pero, acaso puede entenderse que miles de
seres, llenos de pavor también, realicen la travesía por el estrecho de
la Florida, con peligro latente para sus vidas, huyendo justamente de la
tiranía castrista a la que, indolentemente, muchos intelectuales tratan
suavemente para no dar con sus huesos en el fondo de una mazmorra o
quedar relegados a los favores del régimen.
Los intelectuales comprometidos con la libertad no deben sustraerse a
las nominaciones ganadas por los enemigos de la raza, con temores o
falsa eticidad, porque fueron dotados, primeramente, para comprender de
que lado subsisten la razón y la verdad. El camino de la intelectualidad
es el de los oprimidos donde quiera que los haya. Ese camino no debe ser
torcido por falsos reconocimientos ni veladas amenazas.
Cuba exhibe un balance de unos 100 000 reclusos, de ellos más de 350
prisioneros políticos y de conciencia, entre los que se encuentran 24
periodistas independientes cuyo único delito fue difundir los crímenes
que comete la tiranía castrista que ha convertido a la isla en un pésimo
vividero.
El camino de la intelectualidad ha sido ajetreado por esos hombres a los
que la tiranía pretendió y pretende infructuosamente acallar porque no
eludieron descalificarla directamente.
De vuelta a los conceptos, el de intelectual pudiera extenderse a todo
aquel que, según tesis de un amigo argentino, lea y escriba
sistemáticamente. Los intelectuales se forman, y esa formación,
inobjetablemente, los vincula, como seres sociales, a los destinos de
los pueblos que deben servir desinhibidos de prejuicios y temores.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=7020
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