SOCIEDAD
Rejas nada más
Rafael Ferro, Abdala Press
PINAR DEL RIO, Cuba – Julio (www.cubanet.org) - Cuba es una inmensa
reja. Hay rejas por todas partes. Si alguien protesta por hambre, es
puesto tras las rejas. También corre la misma suerte quien intente
vender algo de su propiedad. Si usted es cubano y vive en la isla, no
puede vender su auto, tampoco su moto ni el cerdo que crió; pueden
ponerlo tras las rejas.
Rejas por doquier. Si es opositor al régimen, tras las rejas en juicio
sumario. Si no encuentra trabajo y no le cae en gracia al policía de
barrio, candidato a las rejas, en fin, todo rejas.
Y como si fuera poco, los mismos ciudadanos ya se van imponiendo sus
cuotas de rejas; una manera de encierro privado, independiente,
opcional. Ahora, el que tiene un poco de dinero, manda a confeccionar
sus propias rejas a soldadores callejeros.
Rejas en los portales, rejas para las ventanas, su asignación de rejas
también para las puertas. Y de buenas a primera cada cubano se ha
convertido en un prisionero de si mismo.
Nunca me gustó ver pájaros enjaulados ni pequeños árboles de parques con
esos enrejados circulándoles los troncos para impedirles daños
ocasionales. Los pájaros y los árboles son incompatibles con las rejas.
Los seres humanos también.
Cuentan los más viejos que antes cada casa cubana enseñaba hacia la
calle sus puertas abiertas de par en par, sin miedo a nada, como
invitando al caminante a entrar para conocer gentes buenas. Eso quedó en
el recuerdo.
Ahora se han cerrado las puertas, y como si no bastara, llegan las
rejas, la macabra moda obligada del auto encierro. Tanto hierro a la
vista, aplasta.
Es una moda obligada. No hay otra salida en un país en el que el índice
delictivo se dispara en ascenso, la escasez está al orden del día y cada
cual, por desgracia, se va individualizando.
Eso tenemos, eso nos queda, nos han dejado eso: la prisión pequeña con
los gritos de tantos ahogados tras los muros de la injusticia, y la
prisión grande, esta isla toda que caminamos día a día los aparentemente
libres, sobresaltados por el resplandor de las antorchas que van
soldando los entarimados ferrosos de cada vivienda. Nuestra única
opción, rejas… rejas nada más.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jul06/31a8.htm
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