Posted on Fri, Aug. 18, 2006
Refugiados hallan oasis en un valle de Virginia
CALVIN R. TRICE / AP
HARRISONBURG, Virginia
La posibilidad de empleo atrajo a Luis Orlando Pérez desde su Cuba natal
a Estados Unidos. La oportunidad de criar a su hijo de cuatro años en un
lugar seguro lo llevó a alejarse de Miami y de sus familiares para venir
a esta ciudad en el Valle de Shenandoah.
''Uno se siente seguro caminando por la noche'', afirmó Pérez, de 35
años, un empleado en una fábrica de armarios, que llegó de Cuba en
noviembre. ``Los niños juegan en el estacionamiento. Uno no tiene que
cuidarse de los demás''.
Pérez es uno de los 5,000 refugiados a quienes el gobierno ha pagado
para reasentarse en el valle, por medio del Programa Eclesiástico de
Reasentamiento de Refugiados del Consejo de Virginia.
Refugiados cubanos, ucranianos, vietnamitas, laosianos, etíopes, kurdos,
yugoslavos y de otras nacionalidades aportan al crisol de razas junto
con miles de hispanos que llegan a la región para trabajar en tareas
agrícolas.
El valle de Shenandoah parecería un lugar poco característico para
recibir a gente de todo el mundo, que en muchos casos huyen de la guerra
o de la persecución en sus países. Pero hay muchos empleos y la vivienda
es accesible. Además es seguro, una condición importante para casi todos
los recién llegados, dijo Viktor Sokolyuk, coordinador del programa.
''No les importa vivir en una ciudad o en un pueblo'', agregó Sokolyuk,
uno de miles de refugiados de Ucrania. ``Para los refugiados lo más
importante es la seguridad''.
Uno de los clientes serbios de Sokolyuk oyó un ruido en su hogar cuando
se desplomó un techo. Inmediatamente tomó a sus dos hijos y se escondió
debajo de una cama, pensando que su nueva residencia en el condado de
Rockingham había sido bombardeada.
Mehari Ocbamichael es un eritreo que vivió en Etiopía durante las luchas
territoriales y étnicas entre los dos países en la década pasada.
Ocbamichael, de 46 años, pasó cuatro años en prisión hasta que un
diplomático estadounidense en Africa patrocinó su inmigración a Estados
Unidos para recibir asilo político.
Primero trabajó hace más de una década en zonas más populosas de Nueva
Jersey, Nueva York y Connecticut. En ese entonces era soltero. Ahora,
con esposa y dos hijos pequeños, Harrisonburg le resulta mejor, dijo.
''En Harrisonburg, si tienes empleo, es buen lugar para vivir con una
familia'', expresó Ocbamichael, que trabaja como cajero en una tienda
por departamentos. ``Es un pueblo pequeño. No es una ciudad tan dinámica
como las ciudades en las que trabajé antes''.
Al igual que Pérez, Glenis Calas participó en la lotería inmigratoria
cubana debido a que la economía de su país estaba muy deprimida y no
había empleos. Llegó en marzo con sus hijas Yenisleidys Rodríguez, de 15
años, y Yeney Rodríguez, de 16.
Los inmigrantes cubanos llegados recientemente son desviados de Miami a
otros sitios con mejor mercado laboral. El desempleo en el valle suele
rondar entre el 2 y el 3 por ciento. Al principio Calas estaba triste de
verse aislada y lejos de su familia. Pero también sabe apreciar la
seguridad para sus hijas.
''Si estuviésemos todavía en Miami, tendría que dejarlas en casa todo el
tiempo'', dijo la mujer de 47 años.
Calas, al igual que muchos otros inmigrantes, consiguió un empleo en la
industria avícola del valle.
El procesamiento de pollos es ideal para los recién llegados, porque
ofrece muchos empleos y no requiere el dominio del inglés, dijo Laura
Zarrugh, profesora de la Universidad James Madison, que ha estudiado las
pautas inmigratorias en la región.
La paga y los beneficios suelen ser mejores que los de la industria de
los alimentos rápidos.
Por eso los empleos en la industria avícola cumplen con los objetivos
principales del programa de reasentamiento, que es mantener
independientes a los recién llegados, fuera de las calles y sin
necesidad de asistencia pública, manifestaron funcionarios.
Los nuevos residentes parecen ser bien recibidos por los residentes
nativos, dijo Zarrugh.
Varios residentes locales participaron en manifestaciones en apoyo de
cuatro kurdos iraquíes que enfrentan cargos federales por transferencia
ilegal de dinero.
''La comunidad, en general, acoge mejor a los inmigrantes que otros
sitios'', indicó Zarrugh.
Trabajadores y voluntarios del programa de refugiados reciben a los
recién llegados en los aeropuertos, hacen arreglos para que consigan
vivienda, inscriben a sus hijos en las escuelas y ayudan a los padres a
buscar empleo mientras aprenden inglés.
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/nation/15299703.htm
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