Sociedad
La 'piedad' dudosa
¿Por qué los líderes religiosos oran por la salud de Castro y no por las
miles de personas afectadas por la epidemia de dengue?
Eva González, Ciudad de La Habana
martes 15 de agosto de 2006 6:00:00
Si fuera cierto, como afirman algunos suspicaces extremistas, que la
Proclama de Fidel Castro es sólo una maniobra del gobierno con no se
sabe qué oscuro propósito, en verdad el dictador debe estarse
divirtiendo mucho. Aunque personalmente considero absurda tal hipótesis
—debido fundamentalmente a que supondría una irresponsabilidad política
muy superior a cuantas ha cometido el Comandante (y no han sido pocas)—,
no deja de convocar a sonrisas la reacción en cadena que ha ido
suscitando tanto en la prensa nacional como en la extranjera.
Las manifestaciones de solidaridad, las frases de aliento, los elogios
siempre exagerados de las virtudes del líder son tantos y tan
empalagosos, que se corre el riesgo de que el periódico quede pegado a
los dedos.
Sin embargo, el asunto también tiene matices místico: la prensa oficial,
después de reflejar durante estos días todas las manifestaciones
populares de apoyo a la revolución que fueron convocadas; después de
divulgar los buenos deseos para el restablecimiento del líder enfermo,
manifestados por tantos admiradores suyos y por tan variado repertorio
que incluía personalidades políticas y de la cultura (el mensaje de "su"
Pablo Milanés fue particularmente familiar y conmovedor), las
asociaciones de combatientes, los cinco espías presos en Estados Unidos,
y toda una pléyade de dolientes —que podría describirse con una
definición que acuñara la intelectual exiliada en Miami, María Cristina
Herrera: "variopinto grupo"—, el diario Granma del 8 de agosto publica
en su página 2 las posturas públicas que decidieron tomar los dignísimos
representantes de los más conocidos sistemas de credos religiosos que se
practican en Cuba.
El gran credo
Es así que la Catedral de la Santísima Trinidad, Iglesia Episcopal de
Cuba, dirigió un culto de oración e intercesión por la salud de Castro,
al que asistió personalmente la jefa de la Oficina de Atención a Asuntos
Religiosos del Comité Central, la misma entidad que años atrás reprimió
y sancionó a los militantes del Partido Comunista que tenían la osadía
de poner un pie en alguna iglesia, de la denominación religiosa que esta
fuera, o participaran en cualquier tipo de culto aunque sólo fuera como
simples espectadores.
Ahora el pastor anfitrión, Juan Ramón de la Paz, asegura que los líderes
religiosos cubanos sienten a Fidel Castro "como a un amigo y padre de la
familia grande de esta nación". Otras altas personalidades eclesiásticas
(Reinerio Arce, del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas; Miriam
Ortega, presidenta para América Latina y el Caribe del Consejo Mundial
de Iglesias, y el reverendo Raúl Suárez, director del Centro Memorial
Dr. Martin Luther King Jr.) se apresuraron igualmente a ofrecer su
oración y sus bendiciones por el mismo hombre que otrora desatara la
mayor represión contra todo tipo de credo religioso en la Isla de Cuba.
O quizás deba rectificar esto último, porque realmente en aquel momento
se trataba sólo de sustituirlos por otro tipo de credo, más rígido, más
escolástico y quizás más religioso aún: el marxismo.
La Iglesia Católica fue la primera en llamar a sus feligreses a través
de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, a orar "para que Dios
acompañe en su enfermedad al Presidente Fidel Castro e ilumine a quienes
han recibido provisionalmente las responsabilidades de gobierno", a la
vez que invocó en sus súplicas a la Virgen de la Caridad del Cobre,
santa patrona de Cuba.
La declaración de los obispos ha sido acogida con ciertas reservas por
la población católica y por algunos opositores debido a que, si bien es
deber cristiano orar por todo ser humano que sufre, algunos han
considerado fuera de lugar tal invocación, toda vez que el realmente
sufrido es el pueblo cubano durante todos estos años de mandato del
ahora enfermo gobernante.
En nombre de Olokkún
No podía faltar en esta saga religiosa la presencia de los sacerdotes de
los credos de origen africano (erróneamente llamados "afrocubanos", un
término por completo disparatado en nuestro contexto, y agrupados en el
lenguaje oficial como representantes de una también denominada
inexactamente "religión afrocubana"), quienes invocaron a sus orishas
"para ayudar a la recuperación del presidente Fidel Castro".
El sacerdote de Ifá, Víctor Betancourt manifestó sus deseos de realizar
un tambor en la playa, incluyendo un sacrificio de animales, ceremonia
ritual que invoca a Olokkún, a fin de garantizar todo lo más posible el
restablecimiento de Castro. Curiosamente, Olokkún es una de las
encarnaciones o casas de Yemayá (orisha del mar), que permanece atada al
fondo de las profundidades en estado de locura. Cualquier asociación de
ideas de la intervención de Olokkún para la cura de Castro es pura
especulación del lector.
La Asociación Yoruba de Cuba, con sede en la céntrica avenida de Prado
por la gracia del gobierno y tolerada por las autoridades con el fin de
silenciar los incómodos comentarios acerca de que los cultos de origen
africano son discriminados en la Isla, se unió al clamor religioso para
"seguir los designios de los dioses y apoyar las decisiones tomadas por
nuestro máximo líder". Ya se puede apreciar la conveniencia de aceptar
aunque sea un segmento de los cultos de herencia africana: Olofi en el
cielo y Castro en la tierra; una parodia de "al César lo que es del
César…" y dejar sentado que hasta los orishas apoyan al gobierno.
Ha sido una verdadera porfía, compitiendo en devoción religiosa, para
que —por si acaso— quede bien claro que todas las almas piadosas (o al
menos, las más comprometidas) ponen su fe al servicio de la salvación
del cubano más poderoso y temido de la historia de Cuba.
Pero más allá de los espectáculos ofrecidos por las autoridades de las
distintas tendencias religiosas (muchos creyentes se abstuvieron de
participar en actos que consideraban hipócritas, los más moderados; y
sacrílegos, los más radicales), el espacio que ofrece el diario oficial
a cada religión es el reflejo gráfico de la importancia que se concede a
cada una y del grado de relación que éstas sostienen con el poder.
El mayor espacio estuvo dedicado a las órdenes protestantes,
privilegiadas con la gracia de aceptación del gobierno; el mediano —e
inmediato— corresponde a los católicos, la denominación cristiana con
mayor número de creyentes en el país. En tanto un pequeño recuadro final
resume el "gesto solidario de religiosos afrocubanos". A fin de cuentas,
estos últimos siempre han sido representativos de las capas sociales más
humildes, además de ser una tendencia practicada mayoritariamente por la
población negra y mestiza: las voces más numerosas del país, pero
también las menos representadas en los equilibrios del poder político en
toda la historia de la nación.
Postura de plañideros
Y no se me acuse de desnaturalizada o impía si no me sumo a las
plegarias. No me avergüenza decir que, si bien no deseo el mal para
ninguna persona (ni siquiera para una que no goza de la más mínima
estimación de mi parte, como es el caso), tampoco sentiría tristeza por
su muerte. No resulta ético ni coherente andar desbarrando sobre los
desmanes de un gobernante para después, en un momento crítico, asumir
una hipócrita postura de plañideros amparados en una supuesta piedad
religiosa.
En fin, al parecer, y por si fallaran los recursos del más acá, era
preciso apelar a los poderes del más allá y, sobre todo, quedar bien con
las autoridades (que tienen el mal hábito de tomar nota). No importa la
sinceridad del hecho.
En Cuba, hasta la religión tiene un valor meramente utilitario para
todas las autoridades, sean éstas eclesiásticas o del gobierno. En todo
caso, quizás los respetables administradores del culto debieron
aprovechar la ocasión y solicitar ayuda para los muchos ciudadanos que
están sufriendo los embates de la actual epidemia de dengue y que han
vivido bastante menos que ocho décadas.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/la_piedad_dudosa
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