Cuando prosperar es contrarrevolución
HÉCTOR VELASCO
Agence France Presse
LA HABANA
En cualquier otra parte, Gilberto Valladares podría pasar como un
pequeño empresario con responsabilidad social, pero en Cuba es un
peluquero independiente que todavía batalla para que no lo tilden de
"contrarrevolucionario" por prosperar.
Durante 12 años, 'Papito' Valladares, un estilista de 46 años cortado al
rape, trabajó como peluquero para el gobierno, que por igual maneja
sectores estratégicos como fábricas y vende pizzas, ron y puros.
A partir de 1999, Valladares comenzó a cortar cabello por su cuenta
hasta convertirse en un microempresario que emplea a otros cubanos y
lidera un proyecto comunitario, que incluye la formación de jóvenes con
problemas auditivos, todo en la misma cuadra donde atiende su
peluquería, en el centro de La Habana.
¿Es un emprendedor con sensibilidad social? No, Valladares es un
cuentapropista —el término empresario privado está prohibido en el
lenguaje revolucionario— uno de los muchos que surgieron a la luz del
lento proceso de apertura económica que tomó fuerza después del 2008 con
Raúl Castro en el poder.
Como parte de los cambios, el gobierno reconoció que debía reducir su
abultada nómina de empleados. El 10 por ciento de la fuerza laboral
—medio millón de cubanos— trabaja de manera autónoma, pero incluso con
el impulso estatal, hay resistencia y gente que los "marca políticamente
como contrarrevolucionarios".
"Cuando empecé, 95 por ciento de los peluqueros eran del sector estatal.
Hoy esa misma cifra es del sector privado", contó Valladares a la AFP.
"No se puede juzgar a la revolución por haber sido paternalista", pero,
agrega: "Hoy no creo que ya tenga el mismo peso porque la gente se
recuesta, entonces el gobierno se va desangrando".
Y añade: "En las peluquerías del estado todos los compañeros decían: 'Si
esto fuera mío, yo lo pinto, lo arreglo...'". Pero cuando el estado
arrendó salones a los cuentapropistas, muchos descubrieron que no tenían
"alma de emprendedor".
Hay cubanos que prefieren estar como antes porque el "estado les ponía
todo y ganaban un salario. Ahora tienen que pagar luz, agua; tienen que
pintar, arreglar, comprar sus productos…unos avanzaron como
emprendedores y otros se quejan porque tienen que trabajar más".
También es "normal que en este proceso de cambio, adaptación, todavía
haya resistencia y una de las cosas que trato es que el sector
cuentapropista no se vea como un sector contrarrevolucionario", insiste
Valladares, a quien en vez del credo igualitario le gusta hablar de
prosperar para reinvertir en la sociedad.
Por lo pronto, este cubano —que compartió su experiencia pionera con el
presidente Barack Obama durante su visita a La Habana en marzo— espera
que el Congreso del Partido Comunista, máximo órgano de decisión y que
comenzará a sesionar este sábado, conceda más apertura al todavía
incipiente sector privado.
"Necesitamos suministros de calidad el año entero, y no los tenemos. Y
eso, creo, estimula un mercado negro", afirma.
Valladares engloba en una frase de José Martí, héroe nacional, su idea
de prosperidad, intentando dejar en claro que no sueña con una Cuba
capitalista al estilo estadounidense.
"Martí siempre decía: 'Ser próspero para ser bueno'. Y yo creo que no
sólo se refería a la prosperidad económica, sino también del individuo,
del ser humano, de compensar [en la sociedad] esa riqueza", o lo que es
lo mismo, "que la sociedad cubana acepte finalmente al cuentapropista
como parte de la cultura y como parte de una de las soluciones
económicas de este país".
Source: Cuando prosperar es contrarrevolución | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article72120167.html
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