Publicado el miércoles, 08.28.13
¿Qué harías tú?
NICOLÁS PÉREZ
La Cuba actual es una mezcla de política gubernamental autista y
estriptís. La situación cubana se sigue desnudando sin ningún tipo de
pudor al ritmo del bolero castrista. Al diablo ajustadores y pantis, y
que el mundo observe en cueros, un cuerpo que después de los cincuenta y
cuatro años todo no está caído pero sí desmejorado, y lleno de fracasos
y sinuosas curvas dictatoriales.
Hubo años en que me despreocupé de Cuba por egoísmo, para forjarme un
futuro en esta nueva realidad y me sentía volando en el avión cubano no
en primera clase sino en asiento barato de turista y no sabía a dónde
iba, a qué velocidad viajábamos ni cuándo diablos íbamos a aterrizar.
Hoy las cosas se me van aclarando y tengo respuesta, aunque no todas, a
mis interrogantes.
Cuando el gobierno cubano decidió dejar que disidentes viajaran al
extranjero, concluí que pensaron que el daño que les iba a hacer este
gesto de ingenua apertura sería mínimo porque la prostituta opinión
pública internacional no iba a escuchar a la oposición de la isla como
en el caso del oficialismo en España o México, que colocan sobre la
ética motivos políticos y económicos.
Pero lo que calculó mal el castrismo es que esos disidentes iban ser
autopista de dos vías para el exilio. La primera negativa, rechazo a sus
actividades que van desde una derecha con razones múltiples para estar
enloquecida hasta una izquierda que no los entiende. La segunda
positiva, sensibilizar al resto de la diáspora sobre estrategias para
lograr la libertad de Cuba.
No hubo un opositor que me dijera por dónde le entraba el agua al coco
pero muchos me platicaron cosas interesantes, y soy uno de los
sensibilizados.
Mi conclusión sobre lo que aprendí de ellos es la siguiente:
Lo único que puede dar al traste con el castrismo es la unidad de la
disidencia y el apoyo del exilio a esa disidencia.
Como ellos me opongo a líderes y protagonismos, porque el principal
vicio de carácter genético del cubano es el caudillismo, que se remonta
a las guerras de independencia, pasando por aquella república que ni fue
tan mala como dice el castrismo ni tan buena como piensa el exilio.
Otra cosa con lo cual concuerdo con los opositores viajeros es que se
acerca el final del desastre, y no podemos irnos con una curva alta y
afuera. El castrismo quiere ser eterno y trabaja para una transición que
ellos dirijan y manipulen con una falsa oposición que están creando,
para que los legitime en un supuesto cambio de poder sin ceder controles
del poder político y económico.
Tengo un hermano entrañable que siempre me dice que cuando opino sobre
Cuba no se sabe si voy o vengo. Cierto, soy dialéctico, digo como
Heráclito de Efeso: "Todo fluye, todo cambia, no se puede entrar dos
veces en el mismo río". Y por ello en política soy como esos motores que
tienen tres tiempos. Hubo una época en que pensé al llegar aquí que el
diálogo podía ser una opción. En una recuperación de mi cordura ante la
intransigencia de los Castro solo vi como posibilidad la solución
biológica. Hoy creo una vez más que cuando desaparezcan Fidel y Raúl el
diálogo puede estar de nuevo sobre la mesa. Pero con reglas precisas del
juego. Los sucesores aspiran a seguir siendo un factor de poder tanto en
el gobierno como en la oposición, como lo han logrado los seguidores de
Juan Domingo Perón, que después de 39 años de su muerte séase en la
izquierda, derecha o centro, con una neurosis de destino increíble
siguen gobernando en Argentina. Otro de los sueños del postcastrismo es
gobernar Cuba con un partido fuerte y casi único como lo hizo durante 60
años el PRI en México.
Que se olviden de los peces de colores, la oposición no puede ceder.
Deben sentarse en una mesa de negociaciones con libertad de prensa,
partidos políticos anticastristas y elecciones libres a un plazo fijo o
se jodió el pastel de guayaba.
Hay una posibilidad lejana pero factible de que me habló un disidente:
si no hay diálogo a la medida del bunker puede haber una rebelión
popular donde la respuesta del sistema sería cientos de muertos. Y me
agregó: ni los Estados Unidos ni la opinión pública internacional, como
está ocurriendo hoy en la Siria de Bashar al Assad, van a intervenir.
Me pregunto: en un caso como este que haría este exilio, ¿obedecer las
leyes norteamericanas como dócil sobrino del Tío Sam o, como hicieron
Santiaguito Álvarez y otro puñadito de exiliados, poner por encima de la
bandera de las 51 estrellas la de la Estrella Solitaria?
Pregunta comprometedora, ¿qué harías tú?
Nicop32000@yahoo.com
Source: "NICOLAS PEREZ DIAZ-ARGÜELLES: ¿Qué harías tú? - Opinión -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/28/1553209/nicolas-perez-diaz-arguelles-que.html
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