Osmar Laffita Rojas
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Hace 6 meses, la puesta en
vigor del Decreto Ley No. 259 sobre la entrega de tierras ociosas en
usufructo, generó expectativas entre amplios sectores de la población
que de una u otra manera están relacionados con las actividades agrícolas.
Algunos entendidos en temas económicos, tanto dentro como fuera de Cuba,
se aventuraron a anunciar que el Decreto Ley podía llegar a constituir,
en dependencia de cómo se instrumentara, una señal clara de cambio
estructural en la economía cubana. Dicha legislación parecía la forma
más inmediata de enfrentar los acuciantes problemas provocados por el
incremento de los precios de los productos alimenticios que se compran
en el exterior.
Se esperaba que las autoridades dieran pasos para sustituir
importaciones. Al cierre de 2008, la economía cubana destinó más de 2000
mil millones de dólares a la adquisición de alimentos. De esa cifra, se
compraron a los Estados Unidos cerca de 470 millones. Es decir, que más
del 50 por ciento de lo que se invierte en la canasta básica se compra
en USA.
Hasta el presente, lo único publicado sobre la aplicación del decreto
apareció el l8 de septiembre de 2008 en el periódico Granma, cuando
informó que se presentaron más de 500 mil solicitudes para obtener
tierras ociosas en usufructo.
La Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) es la
organización que debe materializar el decreto, fijando su asentamiento
en las Cooperativas de Créditos y Servicios. De igual forma, fija las
líneas de cultivo y comercialización de sus cosechas. Lo que se ha
discutido en los últimos plenos celebrados por la organización campesina
continúa en un absoluto hermetismo. Nada ha trascendido sobre cuáles han
sido sus valoraciones de cómo se está aplicando la legislación. Su
silencio pone en tela de juicio su proclamada independencia del régimen.
La ANAP se ha limitado a cumplir las órdenes que sobre el particular ha
dado el gobierno.
La entrega de tierra en usufructo recae en el Centro Nacional de Control
de Tierra, dependencia del Ministerio de Agricultura, que ha habilitado
oficinas en todos los municipios del país. Hasta la fecha, esta
dependencia no ha brindado la más mínima información sobre las tierras
que entregará en usufructo y ni la cantidad de usufructuarios a nivel
nacional.
De acuerdo a los datos de la Oficina Nacional de Estadística, al cierre
de diciembre de 2007, la superficie agrícola de la República de Cuba era
de 6 mil 619 millones de hectáreas. De esa suma, están en manos del
Estado 2,3 millones de hectáreas, teniendo cultivadas sólo 694,2 miles
de hectáreas.
El segundo lugar en tenencia de tierras corresponde a las Unidades
Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), con un total de 2,4 millones
de hectáreas. De ellas, están cultivadas solamente el 50 por ciento.
Las Cooperativas de Producción Agropecuaria de Crédito y Servicio y
cultivadores privados son propietarias en su conjunto de 1,9 millones
hectáreas, de la cuales más del 85 por ciento están en plena producción.
Eso indica que en estos momentos la responsabilidad de la entrega a la
red minorista de los productos del campo recae en lo fundamental en los
productores organizados en las cooperativas y privados. El restante l5
por ciento corresponde a duras penas, porque no siempre cumplen, a las
empresas agrícolas estatales y las UBPC.
La gestión de las empresas agrícolas estatales es ineficiente, pese a
que disponen de financiamiento, insumos y parque técnico, lo que les da
ventaja sobre los agricultores privados que, prácticamente, no reciben
ningún recurso.
En el territorio nacional existe mil 232 millones de hectáreas de
tierras ociosas y mal atendidas. De esa suma corresponden a empresas
agrícolas estatales y UBPC mil 052.2 millones de hectáreas,
prácticamente el 90 por ciento. De no terminar esas tierras ociosas en
manos de los miles de solicitantes, es poco seguro que los propósitos de
sustitución de importaciones se alcancen. No se detendrá la sangría de
cientos de millones de dólares que se destinan para comprar alimentos en
el exterior
Sólo se producirán cambios sustanciales en este sombrío escenario si las
autoridades cubanas se deciden a abrir los mercados agrícolas.
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