OLGA CONNOR
Telones de azúcar
La paradoja del mundo socialista de Cuba es que solamente les aleccionan
a sus estudiantes sobre las ventajas espirituales y morales de la
estructura social, y de los sacrificios necesarios para lograr la
dignidad nacional, cuando lo que se presupone en la teoría marxista de
su sistema es el reparto igualitario de los bienes materiales --que, por
desgracia, nunca llegan--, es decir, la justicia social.
Nadie pensaba en lo material ni en el dinero, dijo Camilla Guzmán Urzúa,
directora del documental El telón de azúcar (filmado en el 2003), en la
recepción que le ofrecieron Lillian Manzor de la Universidad de Miami y
Katrin Hansing, de Florida Internacional University, el sábado pasado en
el Cine Cosford de la Universidad de Miami. El documental es una serie
de entrevistas con sus compañeros de colegio, y del Instituto
Preuniversitario de la Víbora, adonde ella asistió en los años 70 y 80,
con tomas fílmicas de sus antiguos predios. Es un retorno al pasado
infantil que vivió en Alta Habana, y a su colegio donde rezaban todos
los días: ``Seremos como el Ché''.
Ya de adolescentes, su grupo se reunía en una casa museo del Vedado con
los jóvenes músicos que formarían Habana Abierta, y que ahora residen en
España y visitan tanto Miami como la isla. ''Vivíamos como los griegos,
sin pisar tierra'', confiesa uno en el filme. ''Vivíamos en una burbuja
mágica'', dijo ella en el teatro, ''la mayoría de mis amigos vive
afuera, y piensa así, porque ven otras realidades''. Sus compañeros
escaparon, incluso ella, y apenas dos o tres se quedaron. Recuerdan con
nostalgia el que fue para ellos ''período dorado de la revolución'' en
los años 80, aunque algunos rechazan en el filme la experiencia de las
autocríticas y las delaciones escolares. Una mujer confiesa que ahora
hay que robar para poder vivir. Uno se asombra de que haya sido Primer
Premio, en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana en el
2007.
Guzmán Urzúa es hija de exiliados chilenos en Cuba. Ella nació en 1971,
llegó en el año 73, y no pudo ver la represión a los intelectuales en
los años 70. Los años 80 comenzaron con el puente del Mariel, un drenaje
de valores humanos: artistas, médicos, profesores, escritores, etc. Por
lo que es una ironía que llame esos años período dorado. Esto lo
comentaron desde el público, entre otros, el pintor Humberto Calzada. La
cineasta se defendió: ''Es un filme altamente personal''. A lo que
varios en la audiencia le agradecieron por dar el punto de vista de su
generación. Pero Adriana Bosch, autora del documental Fidel Castro
(2005) para PBS, respondió: ``No puede hablarse de un filme personal
cuando hay una agenda por detrás que incluye a toda una generación''.
La cineasta chilena declaró que la ''perestroika'' la esperanzó. ''No
estábamos por el capitalismo'', confesó. Pero hay diversos telones de
azúcar. La activista Olga Nodarse exclamó indignada que los años 80
fueron de atropellos y de luchas por los derechos humanos, de las que
estos estudiantes parecían tan descarnadamente ausentes. Sin embargo,
una conocida luchadora por esos derechos, Vicky Ruiz, defendió el filme.
''Es un reflejo verdadero de cómo pensaban esos muchachos. Yo los
conocí. No querían saber de política'', dijo.
Al final del documental, un ingeniero de su grupo resume que les
enseñaron unos valores que no pudieron llegar a cumplir en su sociedad
soñada. Llegó el derrumbe del socialismo y Cuba decidió seguir como
baluarte de la teoría, pero con el ''período especial'' de la miseria.
Su generación salió a probar sus talentos en sitios más propicios.
Alguien del público sentenció: ``el filme mostró que los valores que les
enseñaron fueron sostenidos artificialmente; cuando el sostén artificial
desaparece, los valores tienen que desaparecer''.•
No comments:
Post a Comment