Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - Nunca más en el periódico
Granma se ha vuelto a leer que La Habana es la ciudad más sucia del
país, como leímos en ese diario hace dos años. Sin embargo, la capital
de Cuba sigue siendo una de las ciudades más sucias, depauperadas,
abandonadas y oscuras de Latinoamérica, aunque debe reconocerse que hay
tres barrios con cierta higiene, iluminación y belleza: Miramar,
Cubanacán y Kohly. En ellos viven los dirigentes políticos, militares
de alto rango, diplomáticos y técnicos extranjeros.
El resto de la ciudad, donde habitan más de dos millones de personas,
está en sus peores momentos. No importa que el Consejo de Ministros
anuncie que este año se beneficiarán los habaneros con el aporte de 91
millones de pesos para edificar, mejorar y ampliar miles de
instalaciones sociales.
Ni esa suma ni cualquier otra resolverán el deterioro que sufre La
Habana, entre otras razones, por la falta de mercado libre. Mueve a risa
los 22 nuevos proyectos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC), de vincular a representantes de la vanguardia artística y
literaria con los barrios habaneros, ante la mortandad que se respira en
la ciudad.
No, a La Habana no le urgen murales sobre sus paredes rotas, ni lecturas
de poemas, ni clases de ballet en los barrios marginales, sino
alimentos, higiene, desarrollo, y sobre todo, libertad económica.
Un arquitecto retirado, hoy chofer de alquiler clandestino, nacido y
criado en La Habana, que presume de haberla conocido muy bien durante
los años anteriores al triunfo de la revolución, asegura que sólo
demoliéndola nuestra capital podrá sostenerse en pie como Dios manda.
Y tiene razón el viejo arquitecto. También la prensa oficialista, para
sorpresa de sus lectores, confiesa que están desapareciendo las bodegas
donde la población adquiere los productos normados de la canasta básica,
para entregar esos locales a personas sin vivienda. En el barrio
capitalino Los Hornos, la bodega número 1549, con un solo dependiente,
tienen mil 500 consumidores.
La basura acumulada en aceras y calles es uno de los peores problemas de
La Habana y, pese a que se anuncia una gran mejoría en la economía
cubana, el gobierno no invierte dinero alguno en la compra de
contenedores nuevos, mucho menos para la adquisición de sus tapas,
ruedas o reparación de los que existen. Tampoco se logra un sistema fijo
de día y hora para la recogida de desechos, por lo que cualquier cuadra
de la ciudad se convierte en una "vergüenza social ", según afirma, no
la prensa independiente, sino el periódico Tribuna de La Habana.
Para colmo de males, los accidentes de tránsito aumentaron durante 2008.
Entre sus causas principales se encuentran el deterioro de calles y
aceras, la ausencia de semáforos en vías complicadas, y la falta de
sincronización en las redes existentes, lo que propicia el aumento de la
indisciplina entre los peatones habaneros.
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