José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - ¿Cuánto tiempo necesita el
régimen para resolver los problemas fundamentales del pueblo? La
pregunta se la formularon hace poco en España al presidente de la
comisión económica de la Asamblea Nacional de Cuba, Osvaldo Martínez. Y
no fue respondida, no porque no tenga respuesta, breve y concisa, sino
porque lo que se sabe no se pregunta.
Mejor habría que preguntar: ¿Cuánto tiempo necesitan los que formulan
tales preguntas para comprender que el régimen, luego de gastarse
cincuenta años bordando a mano nuestros problemas, no está capacitado
para resolverlos?
Sin embargo, nunca nos faltan buenos amigos en la prensa internacional
que con las mejores intenciones insisten en airear expectativas en torno
a los "cambios" que hoy se implementan en la Isla. Lo peor es que a
veces no se detienen en las preguntas. También arriesgan respuestas.
Hace pocos días un despacho de la agencia IPS, firmado en La Habana,
aseguraba: "La preparación del VI Congreso del gobernante Partido
Comunista de Cuba (PCC), previsto para fines de 2009, debería apresurar
el ritmo de "cambios estructurales" prometidos por el presidente Raúl
Castro y dar paso a una estrategia de desarrollo más adecuada a las
condiciones actuales, opinan expertos".
De modo que aun cuando sepamos que el régimen no está capacitado para
resolver nuestros problemas, IPS nos consuela con el anuncio de que muy
pronto, dentro de un año y la mitad de otro, deberá apresurar sus
gestiones para intentarlo.
Y si alguien considera que el plazo es demasiado largo, debido a la
urgente solución que demandan los problemas, valga entonces el consuelo
que nos arrima otro amigo, el periodista José Manuel Martín Medem,
director en Televisión Española (TVE) de programas como Casa de América
o Barrio Latino, y además autor del libro La hora de los mameyes, donde
analiza nuestra realidad.
Según Martín Medem, es falsa la imagen de inmovilismo que se ha creado
en torno a la Isla. Y aún más, dice que el nuestro: "Probablemente es el
país latinoamericano donde más cosas han cambiado en los últimos años".
Sin que le temblara la mano este amigo de Cuba sostuvo, mediante el
periódico español El Mundo, que Raúl Castro ha puesto en marcha un
proceso que busca no amargarle la vida al pueblo. Un proceso en el cual,
según él, lo que más importa son las reformas económicas, ya que –dice-:
"El bienestar no siempre es directamente proporcional al nivel
democrático de un país".
Parece que para José Manuel Martín Medem, como para tantos otros buenos
amigos nuestros, el destino de la Isla nada tiene que ver con los
cubanos, no depende, de la soberana voluntad del pueblo, ni siquiera de
los presuntos reformadores del régimen, en quienes deposita sus
esperanzas. No en balde arriesga cuchufletas como la que sigue: "Si
Washington levanta el pie y suaviza el bloqueo, podríamos ver la primera
liberación de presos políticos. Luego, con una pequeña modificación de
la Ley Electoral, podrían entrar 40 ó 50 diputados opositores en la
Asamblea Nacional".
Especialmente curiosa resulta su última aseveración, no por el
contenido, que es tontería a granel, sino porque Martín Medem sueña con
la fábula de ver representada a nuestra oposición pacífica en la
Asamblea Nacional justo en momentos en que esa Asamblea está planeando
endurecer la "Ley Mordaza", que es el nombre con que reconocemos la Ley
88, diseñada para meter a los disidentes en la cárcel bajo el ridículo
pretexto de ejercer su oposición no como reacción lógica y natural a la
debacle ocasionada por el régimen, sino cumpliendo órdenes de Estados
Unidos.
Está visto: con amigos como los amigos de Cuba al molde y al estilo de
José Manuel Martín Medem, ya no necesitamos enemigos. Hasta el bloqueo
sobra.
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