Sunday, February 24, 2008

Fidel, mito a precio de Cuba

Eduardo Castillo Barredo |
Fidel, mito a precio de Cuba

Hoy trato sobre una noticia internacional cúspide que requiere doble
enfoque. Uno sobre Fidel, el mito renunciante, que aún sobrevive. Y otro
sobre el altísimo precio que ha costado ese mito: Cuba, cuyo cambio (o
mejor dicho recambio, porque sería el cambio del cambio) en alguna
medida y en algún tiempo todos saben, dentro y fuera de la isla, que se
irá dando y lo esperan.

Dudo que en este breve escrito pueda ensayar ambos enfoques. Pero,
considerándolos conexos, comienzo al menos con el primero. Confieso ante
todo que en 1959, cuando Fidel y sus barbudos bajaron de la Sierra
Maestra y entraron triunfantes en La Habana –algunos con rosario colgado
al cuello–, sacando en quema a la corrompida dictadura de Batista y lo
que ella representaba, fui fidelista como casi toda la juventud
latinoamericana de esa época. Fue justo cuando comenzó a erigirse, entre
heroico y esperanzador, el mito de Fidel y su revolución.

Pero mi fidelismo duró poco, solo hasta los primeros indicios de su
falso humanismo, corroborados por el inocultable desprecio de los
derechos humanos inalienables y anteriores al Estado, cuyo más trágico y
sangriento símbolo fue la barbarie de los juicios sumarios sin garantías
jurídicas y los asesinatos en el paredón. Otros han durado mucho más en
su admiración ilusionada, de conciencia mal formada o de conveniencia
mal disimulada, en abono del mito. Sin embargo, a estas alturas de la
historia, hasta voces tan calificadas de la llamada intelligentzia de
izquierda, como el periódico francés Le Monde, en su editorial 'El
eclipse de un mito', tienen una nueva opinión.

Cito un párrafo esencial de esa opinión: "Con su compañero argentino,
Che Guevara, Fidel Castro representó la utopía de un mundo mejor; sin
embargo, el sueño de un gran movimiento de liberación, que comprendiera
extensamente desde América Latina a Vietnam, pasando por las ciudades
occidentales del capitalismo, se ha perdido en el laberinto de un
sistema represivo que nada ha envidiado de los regímenes totalitarios de
la ex URSS".

Muy distinta, por supuesto, ha sido la visión y el sentimiento de Hugo
Chávez ante la noticia de la renuncia de Fidel a su titularidad como
Comandante en Jefe y Presidente de Cuba. Su primera reacción ante la
prensa fue decir que Fidel "no ha renunciado a nada"; y su primer
sentimiento confesar: "Todos somos hijos de Fidel". ¿Quiénes son esos
"todos"? Solo Chávez podría aclarar su propio pensamiento. Pero no deja
de ser sugerente que en el despacho de France Presse que publica
anteayer este Diario, referido a esa primera reacción del venezolano,
así como a la que también tuvo el boliviano Morales, se añada como
formando un conjunto solo a otros dos gobiernos latinoamericanos: los de
Nicaragua y Ecuador, aunque sea solo para destacar y parangonar su silencio.

Ciertamente el mito de Fidel se irá esfumando, pero aún persiste. E
influirá en el recambio que tendrá que darse en Cuba. Sobre todo,
mientras el renunciante siga escribiendo las "Reflexiones del compañero
Fidel", según lo anunció en su mensaje de despedida.

http://www.eluniverso.com/2008/02/22/0001/21/7D3C31FE55D24CE49AFAE3539CEE0698.aspx

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